"Sus prendas te hacían sentir bien, así de simple. Las gasas fluidas, los vestidos con cuentas, la forma en que cortaba al bies… Sus creaciones eran amplias, holgadas, y fue un pionero en la defensa de la diversidad sobre la pasarela. De hecho, una de sus musas fue Pat Ast, la artista de performance que había trabajado con Andy Warhol" -y cuya talla no era precisamente la 38-. "Halston nos escogió porque representábamos a un tipo diferente de mujer", cuenta una de sus musas, Pat Cleveland, en el Financial Times. La modelo (Nueva York, 1950), quizá la gran olvidada de la serie que acaba de estrenar Netflix sobre la vida del célebre diseñador estadounidense, fue sin duda una de sus maniquíes favoritas. Y su vida bien merece un spin of.
Nacida en Harlem a finales de los años sesenta, Cleveland tuvo la suerte de cruzarse en el metro con la entonces editora de Moda de Vogue, Carrie Donovan. Pronto, su presencia en la cabecera se convirtió en habitual, fotografiada además por Richard Avedon o Irving Penn, que la adoraban. "Disparaban portadas mías sin parar y, a veces, los editores decían: ‘¡Guau! ¡La tenemos, esta es la cover!’. Pero luego me reemplazaban por una chica caucásica. Hasta que me harté", contó la maniquí al diario The Guardian el pasado mes de agosto, en un reportaje en el que revelaba además la resolución que tomó en 1971, año en el que se estableció en París: "No volveré a mi país hasta que no vea a una modelo negra en la portada de Vogue". Cleveland no solo cumplió su promesa –regresó a Estados Unidos en 1973, cuando Beverly Johnson protagonizó efectivamente el número de agosto de la revista retratada por Francesco Scavullo–, además aprovechó al máximo su etapa en la capital de la moda. Se hizo íntima de Karl Lagerfeld –es más, dormía en el suelo de uno de sus apartamentos con sus colegas Corey Tippin y Donna Jordan y los ilustradores Antonio Lopez y Juan Ramos– y se convirtió en habitual de la vibrante escena nocturna de la ciudad.
Naturalmente, Cleveland participó en la legendaria Batalla de Versalles, el desfile de moda que enfrentó a diseñadores americanos y franceses del que da buena cuenta la serie. Un acontecimiento que ella misma describe como toda una "aventura. Lo pasamos bien hasta en el avión", admite en su entrevista más reciente, publicada en WWD a propósito del estreno de Halston, a quien conoció precisamente a través de uno de los participantes en la Batalla, el diseñador estadounidense Stephen Burrows. "No paraba de decirme ‘tienes que conocerle, tienes que trabajar para él", recuerda.
En la citada entrevista Cleveland cuenta sus fines de semana en la casa de Halston en Montauk junto con el círculo de confianza del modista, formado por su amante, Víctor Hugo, el artista Andy Warhol, la modelo Nancy North o el diseñador Bill Dugan. "Halston izaba la bandera de los Estados Unidos cada mañana", relata la modelo, que desmiente en cierto modo el argumento de la serie, que no escatima detalles para relatar la afición del protagonista a las drogas, en especial, la cocaína. "En la vida real lo tenía todo bajo control. No olvidemos que había centenares de personas a su cargo", advierte Cleveland quien, por cierto, fue quien llevó a su amigo a Studio 54. "Esa noche Halston quería llevarme a cenar pero yo le dije que no, que íbamos a bailar. ‘No puedo ir a bailar’, me contestó él. Pero insistí y acabamos bailando en la pista, bajo las luces, él, Steve Rubell y yo. Disfrutó tanto que, a partir de entonces, decidió llevar a todos sus amigos".
En sus declaraciones Cleveland lamenta que la serie no refleje ciertos aspectos desconocidos de la vida de Halston, como su gran humanidad. "Creó un ambiente fantástico para sus colaboradores, vistió a todos, todos sus trabajadores, con su ropa, se preocupaba realmente por el bienestar de todos. No lo sé. A veces, solo se buscan los momentos negativos de la gente, su lado oscuro. Y es fácil sentirse solo en la cima", reflexiona Cleveland, que todavía atesora un mono con cuello Halter en color naranja del diseñador.
Pero, a pesar de la nostalgia, su etapa como Halstonette no fue en absoluto la cima de su carrera. Pat Cleveland continúa en activo –fue portada de la edición italiana de Vogue en septiembre, por citar uno de sus trabajos más recientes– y, tal y como asegura la citada publicación, "no es una modelo, es una leyenda". Casada con el también modelo Paul von Ravenstein desde los años ochenta es madre de dos hijos, Noel y Anna, que ha seguido sus pasos y tiene una exitosa carrera como top model. Seguro que el lema que le ha inculcado su madre desde niña ha tenido bastante que ver: "Respétate a ti misma, es la única manera de que los demás lo hagan",
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