Alicia Puleo y Towanda Rebels conversan sobre feminismo

Alicia Puleo (Buenos Aires, 1952) es uno de los nombres más reconocidos del feminismo. Directora de la colección Feminismos de la Editorial Cátedra y doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, Alicia sabe lo que es converger con las ideas feministas cuando este movimiento aún era minoritario. Con un gran número de escritos y publicaciones a sus espaldas, Puleo representa también a una generación de mujeres que lleva décadas luchando por la igualdad de hombres y mujeres.

Y quién mejor que ella para conversar con Towanda Rebels, o lo que es lo mismo, Zúa Méndez (Madrid, 1985, licenciada en Humanidades) y Teresa Lozano (Madrid, 1986, periodista), autoras de #HolaGuerrera y coordinadoras del libro de cuentos No somos princesas, somos guerreras. Activistas, conocidas por sus campañas #YoTeCreo en apoyo a la víctima de La Manada y #HolaPutero, para denunciar a los consumidores de prostitución, desde su canal de YouTube muestran su lucha feminista y ponen sobre la mesa muchos temas que deberían dejar de incomodar.

Con las tres nos encontramos la tarde del 8M vía videollamada, en un Día Internacional de la Mujer en el que no han podido salir a las calles pero en el que toca seguir reivindicando desde otros muchos canales, seguir mostrando que la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres está más viva que nunca y que sus argumentos siguen siendo realmente necesarios.

¿Cuál es el momento más importante que habéis vivido en la lucha por la igualdad de derechos de hombres y mujeres?

Alicia Puleo: Voy a traer un recuerdo que tengo de mi adolescencia, cuando en una revista de moda femenina venía una pequeña nota sobre los acontecimientos de Estados Unidos del feminismo, era la segunda o tercera ola, según se quiera llamar, en los años 60 y 70, y la nota contaba de una manera elogiosa las reivindicaciones de esas jóvenes. A mí me conmocionó, me sacudió. No recuerdo bien qué ponía, pero era una referencia a las manifestaciones que había habido del feminismo radical (llamado así por el sentido etimológico de «radical», no porque sea violento, que no lo es, sino por ir «a la raíz» del problema), eso abría un mundo porque interpelaba, analizaba las vivencias de las mujeres jóvenes. Recuerdo que me impactó.

Teresa Lozano: Sin duda las manifestaciones multitudinarias de 2018 y 2019. Para nosotras ha sido increíble estar en ellas, vivir cómo de repente creció la conciencia feminista, hubo un redespertar, y coincide con que nosotras empezamos con el canal de YouTube en 2017, que también fue el Me Too, Time’s Up… Son momentos que no vas a olvidar, notas que no solo cambias tú sino que un montón de mujeres están cambiando a la vez y tomando conciencia, cada una a su nivel, y con sus experiencias.

Zúa Méndez: Yo añadiría que para que ese despertar tuviera lugar se tenía que dar todo lo anterior, y recuerdo momentos puntuales, como cuando yo tenía tres años y mi madre y mi tía me llevaron a las reivindicaciones por el aborto en España. Ahí estaba esa lucha de nuestras madres por tener los derechos reproductivos y he crecido sabiendo que muchas mujeres siguen en la misma lucha… Me marcó también un reportaje que leí sobre Waris Dirie, la ‘Flor del desierto’, una mujer que sufrió la ablación cuando era niña. Consiguió llegar a Europa, y después de ser modelo, se convirtió en activista contra la mutilación genital femenina. Me impactó esa historia, saber que había mujeres que sufrían unas violencias que yo no podía ni imaginar, y eso se va quedando como una semilla… Al final la indignación despierta con casos como La Manada, y lo hace porque hay un caldo de cultivo que todas llevamos, también de vivencias en lo personal, que hace que dijéramos ‘No es verdad, no hemos alcanzado la igualdad’.

¿Cuál es la mayor dificultad a la que se enfrenta actualmente el movimiento feminista para lograr sus reivindicaciones?

Alicia Puleo: Seguro que coincidimos en más de una observación. Querría diferenciar lo que es el sexismo del androcentrismo. El sexismo como vivencia de la discriminación es algo que provoca rápidamente una sensación de injusticia, y hasta se puede cuantificar. Cuando vemos las cumbres de Estado o económicas y vemos que casi todos son señores, eso se puede contabilizar y podemos decir ‘vamos a reivindicar la presencia de las mujeres’. En esto hemos ido avanzando algo. Pero queda la lucha contra el androcentrismo, que es ese sesgo de toda la cultura, de toda la organización social que hace que suframos opresión, pero una opresión más invisible porque no se puede cuantificar, sino que se trata de una desvalorización de todos aquellos aspectos, labores o actitudes que están relacionados o asignados a las mujeres. Yo concibo el feminismo como lucha contra el sexismo y lucha contra el androcentrismo para superar la opresión de las mujeres. Y como a veces hay una apariencia de igualdad que no llega a ser igualdad real, es más difícil quizás hoy percibir las injusticias y rebelarse contra ellas.

Zúa Méndez: Brillante análisis, como siempre. Yo creo que nos ayuda a ver dónde se establecen las trampas. Si nos quedamos solo con las cifras, podemos pensar que solo con cuotas y determinadas políticas podemos alcanzar la igualdad real pero, como ha dicho Alicia, las mujeres del feminismo radical en los 60 y los 70 sabían que esto es una cuestión más profunda que tiene que ver con una manera de ver el mundo, con la educación, con unos valores que gota a gota vamos aprendiendo desde que somos pequeñas, cuáles son los roles y estereotipos que tenemos que hacer… Se ven las cosas desde la perspectiva del hombre, incluso nuestros cuerpos y nuestras relaciones sociales. Lo vemos en la pornografía, dejamos que sigan existiendo industrias que mercantilizan los cuerpos de las mujeres, lo vemos cuando estos debates se abordan desde la trampa de la libre elección de la mujer. Hoy, 8M, se da mucha importancia a las cifras, pero hay cifras que parecen no importar, si tenemos en cuenta que de las mujeres prostituidas en este país un 80% son migrantes y pobres.

Teresa Lozano: Sí. Por otra parte, nosotras pensamos que hay un discurso neoliberal en el que tienen cabida los deseos de las personas por encima de los derechos, una conciencia individualista cuando el feminismo es colectivo, estamos luchando por los derechos de todas. Le llamamos el discurso de la purpurina, ‘mujer empóderate’ pero ¿cómo? No nos empoderamos poniéndonos una camiseta, o que si una chica decide hacer libremente una cosa eso ya es feminista. El feminismo no es que cada mujer haga lo que quiera porque lo que ella quiera ya está condicionado por el propio sistema. Esa es la trampa. El feminismo no es una teoría de los deseos, va de combatir la opresión.

Alicia Puleo: Vivimos el patriarcado del consentimiento. El patriarcado en esta fase es distinto del patriarcado más tradicional, donde había prohibiciones y castigos. Aquí se trata de generar deseos, pero no es solo la publicidad la que los genera, sino los discursos que la rodean. Y esa generación de deseos hace que creamos que es algo positivo o que nos va a empoderar algo que, en realidad, en absoluto nos empodera. Lo triste es que desde algunos sectores que se consideran feministas se confunda ese deseo generado por el sistema patriarcal con la libertad simplemente. Y es uno de los problemas que tenemos actualmente. Pero el feminismo siempre se tuvo que enfrentar a muchas cosas.

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¿Qué desigualdad o injusticia con respecto a la mujer os hace rebelaros en vuestro día a día?

Alicia Puleo: Es difícil elegir una. Por ejemplo, los pequeños micromachismos, que a veces son involuntarios y están presentes en el trato cotidiano. Si vamos a las noticias, a mí la violencia contra las mujeres me pone mal. O que se culpe al feminismo de cosas que no son provocadas por el feminismo también me produce bastante indignación.

Teresa Lozano: Una de las cosas que nosotras hemos visto y me cabrea mucho es cómo nos han despojado del conocimiento de nuestro propio cuerpo. Vivimos en una sociedad hipersexualizada en el que las mujeres estamos disponibles, o nos meten eso en la cabeza, y cuando hablamos con otras mujeres y por experiencia propia salta lo poco que sabemos de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad, de nuestros procesos naturales como la menstruación y la menopausia. Cuando vamos a los institutos hay jóvenes que no saben cuál es el órgano sexual de la mujer, desconocen el clítoris.

Zúa Méndez: Me sumo a las indignaciones varias. Y hay una cosa que me sigue dejando anonada: la capacidad que tienen los hombres para montar ficciones sin mujeres. Me indigna como los hombres pueden montarse pelis en las que solo salen tías para acostarse con ellas y decorar el escenario pero pueden imaginar mundos en los que la mujer no tiene ningún papel más allá de decirle al héroe como en Ironman «Jo, otra vez te vas a salvar el mundo y me dejas aquí». Se está construyendo el relato del mundo y las mujeres no estamos. Solo aparecemos para decorar, cuidarles o regañarles, y ese es el discurso con el que convivimos.

¿Qué reivindicación feminista os parece más necesaria alcanzar cuanto antes, ese logro que ya no puede esperar?

Alicia Puleo: Siempre me ha parecido que la independencia económica era fundamental para desarrollar otras independencias. La brecha salarial que aún permanece es importante. También me preocupa la pornificación de la sociedad, esta maravilla que es internet y las redes le abren espacio a la pornografía, que es algo muy antiguo pero está invadiendo los espacios y las mentes y produciendo una deformación mental de niños y jóvenes, de una manera muy preocupante para la seguridad y la libertad de las mujeres en el presente y el futuro. Eso es una urgencia.

Teresa Lozano: Siguiendo ese hilo, y viviendo en una sociedad en la que hemos alcanzado la igualdad formal aunque no real, nos sigue pareciendo increíble que sigan existiendo los prostíbulos y la prostitución, que haya lugares que se conocen, que están en pueblos y ciudades, cerca de colegios… nos hemos acostumbrados pero siguen existiendo estos lugares en los que las mujeres solo podemos entrar como mercancía.

Zúa Méndez: Tenemos que lanzar un mensaje de que las mujeres no estamos en venta, dejar de legitimar que esto exista. El discurso de ‘porque lo prohibamos no va a dejar de existir’ no vale, porque el asesinato está prohibido. Como sociedad tenemos un posicionamiento sobre ello y las mujeres tenemos que estar en igualdad. Es necesario que los niños no estén consumiendo pornografía desde los 8 años y hay que sumarle la educación sexual afectiva femenista. Hay que vivir una sexualidad en la que el mandato no sea el consentimiento sino el deseo en igualdad de condiciones.

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¿Con qué argumento sencillo y poderoso rebatiríais a alguien que se considera antifeminista?

Alicia Puleo: Recuerdo una ocasión en la que una profesora universitaria me dijo ‘Yo no le debo nada al feminismo’, y yo le dije ‘lo primero que le debes es poder haber estudiado en la universidad, poder acceder a un puesto de profesora…’. Quien hable así o no conoce o no quiere conocer al feminismo. Luego miran a otras sociedades que no han pasado por el feminismo y lo hacen despreciativamente, y no se dan cuenta de que la diferencia ha sido el desarrollo del feminismo. Una mirada histórica es un buen antídoto frente al antifeminismo.

Zúa Méndez: A una persona que viene y me dice ‘soy antifeminista’, le diría: ‘No te compliques, eres machista’. Si no estás a favor de la igualdad, estás a favor de la superioridad de los hombres. Lo que me llama la atención es que hayamos llegado a un momento en el que tras el auge del feminismo y el ecologismo, porque van de la mano, –y tienes que hablar de ello, Alicia–, hace tres años, cuando no éramos un movimiento tan capaz de cambiar el mundo, nadie se atrevería a decir eso en público o a borrar las caras en un mural como esta mañana. Estas cosas son posibles porque los discursos no los lanzan tres personas que pasan por la calle, sino que se lanzan desde el Congreso de los Diputados y están legitimados, lo que hacen es abonar que la violencia machista se sienta refrendada, al final lo que hace el feminismo es cuestionar un sistema.

Teresa Lozano: También hay que decirles ‘¿de qué tienen tanto miedo?’ El feminismo no ha vertido una gota de sangre y a nosotras nos matan, nos violan, nos compran, nos mutilan todos los días, y aún así seguimos siendo un movimiento pacifista. Le preguntaría si el miedo es que una mujer alcance sus derechos y te pueda mirar de igual a igual.

Alicia Puleo: Con respecto al ecofeminismo, el feminismo ha de tomar nota de que estamos en una emergencia ambiental, climática, y las mujeres ya somos las primeras víctimas de ese desequilibrio sistémico. Por ejemplo, la pandemia, que tiene mucho que ver en su origen con la invasión de los territorios salvajes por la ganadería industrial, ha tocado a las mujeres de manera más dura, porque son ellas las que se ocupan de los cuidados y los han asumido, tanto profesionalmente en la enfermería como en la vida cotidiana. También ha de tomar nota que los contaminantes y tóxicos ambientales nos afectan más porque las características de nuestro cuerpo son distintas, tienen un porcentaje de tejido graso mayor y retienen esos tóxicos ambientales, y hay patologías de diverso tipo, muchas ginecológicas, que se derivan de la contaminación ambiental.




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