Kate Middleton y el príncipe Guillermo ya están a bordo del Royal Train, el tren de la Corona con el que recorrerán el Reino Unido durante tres días. Es el primer viaje oficial de los duques de Cambridge en el medio de transporte favorito de la reina Isabel II. Una ocasión muy especial para la duquesa de Cambridge, que todavía no había sido formalmente invitada a un tren normalmente reservado para los royals de primerísima línea. Los duques fueron recibidos con canciones navideñas en la estación de Euston, en el centro de Londres, donde también charlaron con los trabajadores ferroviarios, a los que dedicaron un mensaje de ánimo y apoyo, escrito a mano en uno de los tablones de la estación.
Para una ocasión tan señalada, Kate optó por un abrigo verde bosque de Alexander McQueen, que estrenó a principios de 2020, y una bufanda tartán que estrenó en Canadá hace cuatro años. Y llevaba consigo su nuevo bolso favorito, de Grace Han, estrenado hace poco más de un mes. Desde que es duquesa de Cambridge, Kate Middleton nunca había recibido la invitación para subirse a bordo del Royal Train, un lujoso convoy con locomotoras valencianas. Un privilegio que sí tuvo Meghan Markle, cuando la reina la invitó a acompañarla en un trayecto en verano de 2018.
El príncipe Guillermo sí sabe, por desgracia, lo que es viajar a bordo: aunque Harry y él disfrutaron en varias ocasiones de viajes a bordo, junto a sus padres o sus abuelos, en 1997 se desplazó desde Londres hasta Northamptonshire para el peor de los eventos: el funeral de su madre, Diana de Gales. Aunque, como royals adultos, ni él ni su hermano Harry han figurado oficialmente entre los usuarios del tren, al que la reina le tiene especial cariño. Normalmente, el uso del tren se lo reservan la reina, la usuaria más asidua (solía viajar una vez al mes en tiempos precovidianos) y Felipe de Edimburgo; o Carlos de Inglaterra (criticado en varias ocasiones por trayectos muy cortos de 30.000 euros para arriba, y Camilla, duquesa de Cornualles.
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Pero en esta ocasión, Kate puede sentirse orgullosa: los duques han dormido a bordo del tren, recorrerán todo el Reino Unido a bordo durante tres días y harán el trayecto más largo de la última década, en el único medio de transporte que le queda a la Corona (la reina tiene su propio avión privado, pero a título personal). Un uso que posiblemente también apacigüe a los críticos del tren, cuyo mantenimiento se acerca al millón de euros al año a cargo del erario público, algo que ha sido criticado incluso en el Parlamento en alguna ocasión.
La gira, aparte de justificar en sí el coste del tren en un año sin viajes, tiene como objetivo manifestar el apoyo de la familia a los colectivos más determinantes durante la pandemia. Algo que los duques empezaron predicando con el ejemplo: dejaron en uno de los característicos tablones de anuncio de la estación de Euston un mensaje manuscrito, firmado por ambos.
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"Gracias a todos los trabajadores del transporte por mantener el país en marcha durante este difícil año. ¡Os deseamos a todos una muy feliz Navidad! William & Catherine."
Es el último gesto antes de que acabe el año de los duques, muy activos contra la pandemia (en primavera, por ejemplo, nos enteramos de que Kate Middleton había sido voluntaria en un servicio de llamadas de acompañamiento a jubilados confinados solitarios). Y también el ejemplo de que la reina y el príncipe de Gales otorgan a los jóvenes royals –que corren menos riesgos en estos tiempos– un papel cada vez más regio.
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