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«Se están enterando ahora de que lo tengo». Con estas palabras se ha referido Rocío Carrasco en el décimo capítulo de ‘En el nombre de Rocío’ al testamento no oficial que una vez tuvo en sus manos la cantante y que pudo haberse llevado a cabo, y al que ya se refirió anteriormente en su docuserie. Tras hablar del que sí fue oficial, en el que dejaba propiedades repartidas entre sus familiares y nombraba heredera universal a su hija biológica, Rocío Carrasco ha sacado a la luz otro testamento en el que, prácticamente, ella quedaba desheredada.
En él, sí es cierto que nombraba también heredera universal a Rocío Carrasco, pero tras ese supuesto reparto de bienes entre Gloria Mohedano, Amador Mohedano, Rocío Flores, David Flores y Juan de la Rosa, apenas quedaba nada para ella: «Esto es una forma de desheredarme. Aquí no queda ningún bien por repartir, nada más que su nombre. Este testamento es de antes de que llegaran José Fernando y Gloria Camila. ¿Y eso qué quiere decir? Que yo estaba con ‘el ser’. Creo que era su forma de castigarme«, ha contado Carrasco.
La hija de ‘La más grande’ también tiene otra teoría: «Creo que es su forma de asegurarse de que ese ‘ser’ no iba a tocar absolutamente nada que fuera de ella, y que como yo estaba con él, yo tampoco. Por eso pone a Gloria para que administre todos los bienes de los niños». «Sin ningún lugar a dudas, detrás de esto está Gloria Mohedano», ha sentenciado en su docuserie.
Rocío ha reconocido que ese documento su madre ‘nunca lo formaliza ante notario, pero deja a todos tranquilos haciendo creer que este va a ser el testamento’, algo que finalmente no ocurrió: posteriormente, en plena enfermedad, el 17 de septiembre de 2004 (día en el que anuncia su cáncer ante los medios), Rocío Jurado se reúne definitivamente con un notario a formalizar su herencia, que es la que finalmente se llevó a cabo al fallecer en junio de 2006. «Ahí yo ya no estoy con el ser, yo estoy con quien estoy, ella sabe perfectamente con quién me quedo y me levanta el castigo», apunta.
«En ese testamento no heredaban nada los hijos de Amador, ni siquiera Fernando (ahijado de Rocío Jurado), y quienes se quedan casi todo son Juan de la Rosa y Gloria. Por eso ella pensaba que yo iba a tener que claudicar y que podría seguir ejerciendo la misma presión e influencia que ejercía sobre mi madre en vida«, ha revelado también. «De ahí las caras largas y las tiranteces después, porque ella y su marido se pensaban que este era el testamento que iban a tener».
La herencia ‘oficial’
Por supuesto, Rocío Carrasco no ha dejado pasar la oportunidad de hacer un repaso a la herencia oficial de su madre, la que sí se llevó a cabo y que tantas tiranteces familiares ha provocado, sobre la que ha querido dejar clara una cosa: «Yo heredo la mitad de la finca ‘El administrador’ que está a su nombre personal (de Rocío Jurado) y la mitad de la fincha ‘El administrador’ que está a nombre de la sociedad de mi madre. Heredo también la mitad del valor de la casa de La Moraleja y heredo también los derechos de royalties, heredo su nombre, sus enseres, sus cosas… y ya está», apuntaba antes de matizar: «Aquí empiezan las sorpresas: pensábamos que la casa de La Moraleja estaba pagada hacía años, pero estaba gravada con dos hipotecas: una de 126.548,38 euros y la otra de 184.755,88 euros«.
Por ley, Rocío Carrasco debía hacer frente a las deudas para poder aceptar la herencia, y no sólo eso: como heredera universal, también debía hacerse cargo del pago de todas las deudas restantes para que los demás pudieran heredar lo que Rocío Jurado había dejado estipulado en su testamento en vida, un montante que ascendió aproximadamente a 1’8 millones de euros entre hipotecas, impagos, impuestos y demás cargas.
Por otro lado, Carrasco ha reconocido que «era impensable que a sus nietos no les dejara nada en el testamento», pero esa es una situación que se entiende a la perfección cuando la propia Rocío ha desvelado que la intención de su madre es que, de ninguna manera, parte de sus bienes acabaran en manos de Antonio David Flores, ni siquiera para gestionarlos hasta que los jóvenes fueran mayores de edad.
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