Eduardo es el hijo mayor del príncipe Jorge, hermano del padre de la Reina, el rey Jorge VI, y de Marina, Princesa de Grecia y Dinamarca, y, por tanto, su primo carnal. A lo largo de los años ha demostrado una discreción y una lealtad modélicas. Fue junto a su esposa uno de los pocos familiares invitados al restringido funeral de Felipe de Edimburgo.
Pero si hay un personaje todavía más desconocido y discreto que él en la familia real, es su mujer, Katharine Worsley, Duquesa de Kent, con quien se casó el 8 de junio de 1961, hace sesenta años. Katharine ama la música por encima de todo y mostró siempre un temperamento sensible, una gran empatía y un claro talento artístico. Desde muy joven aprendió a tocar el piano y otros instrumentos. Sus inquietudes religiosas la llevaron a convertirse al catolicismo, a los sesenta años.
La boda de los Duques fue uno de los enlaces matrimoniales del año. La princesa Ana fue dama de la novia. A la celebración acudieron representantes de casi todas las casas reales europeas, entre ellas la española y la griega. Fue este acontecimiento el que sirvió a los reyes eméritos para intimar. Se casaron un año después.
Los Duques rompieron la norma de la realeza de casarse en Londres y eligieron para la ceremonia la Iglesia de York Minster, en Yorkshire, el condado en el que había nacido la novia y donde se encontraba su casa familiar, Hovingham Hall. La reina fue la invitada de honor. La novia llevó un vestido con cuello a caja y cuerpo y mangas ceñidas, en blanco puro en gazar de seda, con cola de 15 metros, del diseñador irlandés John Cavanagh, muy popular entre la aristocracia. El velo de tul lo ceñía una tiara de diamantes estilo “bandeau”, que había pertenecido a la reina Mary, abuela del novio. En la mano portaba un “bouquet” de rosas blancas de York. La cola media 15 metros.
Los duques se convirtieron durante décadas en los miembros más activos de la Familia Real, después de la reina. La Duquesa de Kent –de nombre Katharine Lucy Mary Worsley–, hija única de un 2º baronet, Sir William Worsley, fundador de una importante empresa química, se crio en el campo. No fue al colegio hasta que cumplió los 10 años, pero aprendió a tocar el piano, el violín y el órgano. Luego se formó en literatura y acudió a una escuela de Oxford para estudiar música. Su gran sueño hubiera sido ingresar en la Royal Academy of Music, pero no lo consiguió. Antes de casarse con Eduardo, Duque de Kent, dio clases de música y trabajó en una guardería. Parece que la princesa Marina, madre del novio, nunca aprobó su matrimonio con una plebeya.
Eduardo y Katharine son padres de tres hijos: George Windsor, conde de St Andrews, de 58 años; Lady Helen Taylor, de 56, dedicada al mundo del arte, y Lord Nicholas Windsor, de 50. La vida de Katharine no ha sido fácil. Sufrió un aborto en 1975, tras contraer sarampión, y, dos años después, dio a luz a los nueve meses a un niño muerto. La experiencia la dejó destrozada. “No podía imaginar lo que significaba para una mujer”, le explicó al The Daily Telegraph en una entrevista de 1997.El niño se llamó Patrick. La Duquesa sufrió una severa depresión, que intentó paliar dedicándose en cuerpo y alma a sus tareas reales. Pero no lo consiguió. Tuvo que ser ingresada siete semanas.
Quizá fue esta experiencia la que movió sus convicciones religiosas. Se convirtió al en 1994. Es el primer miembro de la realeza en hacerlo desde que el Parlamento acordó en 1701 que solo podrían optar a la sucesión real los protestantes. Fue una decisión personal que tomó con la aprobación de la Reina. “Me gustan las normas y la Iglesia Católica te da normas”, contó a la BBC. “Me gusta saber qué se espera de mí, es lo que he querido toda la vida”
Pero las sorpresas no cesan en su historia. Durante muchos años llevó una doble vida secreta que impidió que nadie descubriera su identidad. Esta doble vida comenzó a finales de los años noventa, cuando bajó el ritmo de su vida pública. Encontró un trabajo nuevo como profesora de música en una escuela primaria, en Hull. Y nadie detectó su verdadera identidad. Se hacía llamar Mrs Kent por sus estudiantes y Katharine Kent, por el personal. En 2002, pidió a la Reina renunciar a su título, que le había correspondido al casarse con el príncipe Eduardo, en 1961. Desde entonces, ha pedido que no se dirijan a ella como Duquesa de Kent, sino como Katharine Kent, aunque oficialmente sigue siendo reconocida como Su Alteza Real la Duquesa de Kent.
Katharine ha demostrado que su pasión es la música y los pocos compromisos a los que todavía asiste como parte de la familia Real tienen que ver con ésta. También alquiló un piso en Londres, durante una temporada, para dar lecciones de piano, de incógnito. “Me di cuenta en cuanto empecé a enseñar de que la música estimula a los niños y les da autoconfianza”, explicó en una entrevista con la BBC. “Siempre me ha gustado el talento, me gusta cuando descubro que estoy enseñando a niños con mucho talento”. Hace poco, Katharine fundó una fundación dedicada a la música, Future Talent, que trata de ayudar a los niños con aptitudes a desarrollar su talento en el futuro. Katharine se retiró oficialmente en 2017, con 85 años, pero ha seguido dando clases a media jornada en una escuela primaria. Su salud ha empeorado en los últimos años, pero todavía hace algunas apariciones públicas.
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