Hace un año, Diego Armando Maradona tuvo en redes una discusión pública en la que, visiblemente enfadado, amenazaba a su prole con deseheredarla. "No les voy a dejar nada". Como en tantos actos del exfutbolista, quedará por ver si parte de esa voluntad se ha cumplido. Y qué quedaba de la fortuna del argentino. Porque Maradona ganó tanto como perdió. Cifras astronómicas, y en sus mejores años. El propio futbolista declaraba al filo de los noventa (entrevistado por Di Stefano, ni más ni menos) que a los 25 años "me quedé sin un mango peso". Es decir, tras su primer año en el Nápoles, cuando su estilo de vida superaba incluso la fortuna del deportista estrella. Una autoproclamada ruina que explicaba dos detalles: el alejamiento para siempre de su primer manager, Jorge Cyterszpiler, y los vínculos con la Camorra.
En los documentales sobre su vida, Maradona se quejó alguna vez del tropiezo que le supuso el Nápoles, el equipo "pobre" que había fichado al astro blaugrana y que le engañó en sus promesas: un apartamento en vez de un casoplón y un utilitario en vez de un Ferrari. El futbolista, endeudado y atado a un estilo de vida apuntalado por drogas, prostitutas y mafiosos, se quedó en Nápoles hasta los 30 años. El juicio por posesión de cocaína que finalmente consiguió alejarle de la ciudad –y que hayamos escrito su obituario tres décadas después– también cercenó una fortuna increíble: las estimaciones son que la suspensión por cocaína le quitó 64 millones de dólares en lo futbollístico, y más de 110 millones en patrocinios y contratos publicitarios. Al cambio actual, Maradona perdió en dos años más de 280 millones de euros.
Y, sin embargo, sobrevivía. Tenía algo invertido en caballos, otro tanto en fichas de jóvenes promesas, llegó a sus últimos días con cuatro casas en las zonas más bien de la capital argentina. ¿Le suspendían? Siempre habría alguien dispuesto a ofrecerle más de un millón al año por aparecer en la televisión. Vivía de cesiones, le colmaban de obsequios. Había tanto de trueque como de plata en sus negociaciones. Incluso ahora: hace unas semanas, Maradona renovó como entrenador con el Gimnasia de La Plata, su último equipo como entrenador. Y, sin embargo, nunca se supo cuánto cobraba, pero sí parte de las negociaciones: vuelos a cambio de derechos de imagen, un buen patrocinio de Le Coq Esportif para él y para el equipo, una casa lujosa pagada por el club para asegurarse su cercanía.
Todo lo contrario que su fugaz paso por el fútbol mexicano, donde en tan sólo un año se llevó un millón de euros por entrenar al Sinaloa. O el lucrativo contrato bielorruso, que demuestra la magnitud de su figura, incluso en el crepúsculo. Sólo por figurar como entrenador y presidente de honor del Dinamo de Brest, Maradona firmó un precontrato de 18 millones de euros en tres años. Del que no se llevó un euro (pero sí un anillo enjoyado de unos 300.000 euros). Porque se echó atrás para irse a México en vez de al Caúcaso.
Ésa era su vida: capaz de arrojar por la borda grandes oportunidades económicas, pero siempre tocado por el aura de leyenda a la hora de ingresar aún más dinero. A principios de la década recorrió varios equipos de Dubái a los que les sacaba al menos dos millones de euros al año (más una casa de lujo en el emirato que redefine la palabra y otros bienes). Pero lo de siempre: un mes le pedía al Al Wasl un contrato vitalicio y al mes siguiente le despedían. Y al siguiente otro equipo árabe o asiático o centroamericano pedía la vez. El Pelusa no sabía no ganar dinero. Y Matías Morla, su abogado y agente en los últimos años, siempre se aseguró de que su cliente tuviese un pellizco incluso en sus zozobras. Pero es imposible saber cuánto dinero ha ganado y perdido Maradona. La estimación más a la baja que podemos realizar es que se movía cómodamente en sus últimos años por encima de los 10 millones de euros, sin contar sus posesiones: sus casas, sus automóviles de lujo (la mitad de ellos regalados. Gran parte de las posesiones conocidas de Maradona son obsequios) y una cartera de inversiones tan diversificada y desconocida, que se ha mantenido a salvo de sus vaivenes durante al menos dos décadas.
Ahora, se abre otro interrogante: ¿qué pasará con la herencia? A Maradona se le suponen unos 11 hijos, entre los legales y los que tenía sin reconocer. Su exmujer, Claudia Villafane, le reclamaba dinero. Vivía supuestamente sin aquellas deudas que le hundieron en los ochenta, pero entre contratos opacos y un estilo de vida que le daba, como él mismo reconocía, para comer caviar sin sobresaltos el resto de su breve existencia. El capítulo pendiente ahora es tanto judicial, para determinar a sus herederos, como contrario a esa última voluntad que escupió en Instagram contra sus hijas. Porque, desde hace cinco años, la justicia argentina, como la española, reconoce la existencia de la legítima: dos terceras partes de todo lo que tenía Maradona pasará a sus herederos directos, sin importar lo que quisiera el 10.
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