El reinado de Humberto II en Italia fue corto, muy corto: solo duró 33 días. Subió al trono el 9 de mayo de 1946 y el 12 de junio tuvo que aceptar los resultados del plebiscito en el que los italianos optaban por la República como forma de estado. Los Saboya abandonaron Italia y allí quedó la amplia colección de joyas de la familia: un auténtico tesoro compuesto por alrededor de 7.000 brillantes y 2.000 perlas montadas en un conjunto de collares, pendientes, diademas y broches que han lucido reinas y princesas como María José de Bélgica, consorte del último monarca italiano, Elena de Orleans y Margarita Teresa de Saboya.
La colección se encuentra en una caja fuerte del Banco de Italia y ahora, 76 años después de la salida de los Saboya, sus herederos reclaman su propiedad. Ha sido el nieto del último rey de Italia, Manuel Filiberto de Saboya, el encargado de llevar unas negociaciones previas con el Gobierno italiano, el Banco de Italia y el Ministerio de Economía para su devolución. Unas negociaciones que han fracasado y han llevado a los Saboya (Víctor Manuel, y sus hermanas María Pía, María Gabriella y María Beatriz) a emprender acciones legales.
Todo comenzó tras perder Humberto II la Corona. Tres días más tarde, el gobierno le pidió que entregase las joyas reales que se encontraban en el Palacio del Quirinale. El acta de entrega decía que las joyas estarían a disposición de quien tuviera derecho a ellas, una vaga frase que permite a los Saboya tener esperanzas a la hora de reclamar su propiedad.
Durante estos tres cuartos de siglo, solo una vez se ha abierto el cofre de las valiosas joyas. Fue en 1976, cuando la casa Bvlgari las evaluó, fijando su valor en cerca de 18 millones de oro. En ese cofre descansan piezas tan emblemáticas como el broche con el cordón de los Saboya de María José de Bélgica.
El heredero de los derechos dinásticos ha apuntado que no tiene sentido que las joyas estén guardadas y que su objetivo es poder exhibirlas públicamente. Los herederos de la Casa Saboya han dado un plazo de días para iniciar una batalla legal que promete traer de cabeza al estado italiano y escribir un nuevo capítulo en la larga historia de los Saboya.
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