Con el rey emérito en Abu Dabi, Mohamed VI se quedó sin “hermano mayor” en España. El parentesco lo describió así el propio Juan Carlos I para referirse actual rey de Marruecos, a quien le une una relación de especial afecto. El monarca alauí, sin embargo, no pasa tampoco una buena temporada en lo referente a sus relaciones con España, pues la ONU acaba de llamarlo al orden para que cumpla los pactos alcanzados en lo relativo al Sahara Occidental, antigua colonia española.
Además, las declaraciones del vicepresidente Pablo Iglesias pidiendo un referéndum en la región sentaron muy mal en la embajada marroquí en España y la cumbre bilateral prevista para el 17 de diciembre ha quedado suspendida. La razón oficial es el coronavirus, pero a nadie se le escapa el malestar entre dos gobiernos que tienen muchos asuntos pendientes: entre otros, la incesante llegada de inmigrantes a las costa canaria. Por su parte, Donald Trump ha hecho un movimiento en sentido contrario, aumentando el malestar, al reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, a cambio del pleno establecimiento de relaciones diplomáticas de Marruecos con Israel.
En en el palacio de Rabat la vida tampoco es tranquila. La esposa del monarca, Lalla Salma despareció de la vida pública en 2018. Enseguida se dio por hecho que el matrimonio se había separado, algo que publicó la revista Holaaunque nunca hubo confirmación oficial. Desde entonces, Salma sólo ha aparecido en actos públicos con cuentagotas, pero nunca más en una foto familiar.
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Del palacio de Rabat también falta desde hace un año el príncipe Mulay Hassan, primogénito y heredero. Se fue a Berenguerir empujado por su padre y asesorado por los consejeros reales para empezar los estudios que le llevarían a cumplir su sueño de ser piloto. Pero como informó en su día Ignacio Cembrero, periodista conocedor de la actualidad marroquí, la separación de los padres hizo mella en los hijos, especialmente en el mayor. Si en la secundaria eso ya se notó con una bajada en su rendimiento, en su etapa universitaria se ha traducido en un regreso a Rabat para estar al lado de su madre, a quien ha estado más unido desde el divorcio. Por eso, desde hace unos meses, sin abandonar del todo su formación como piloto –que cursa a distancia– ha empezado estudios de Derecho en la Universidad Mohamed V de Rabat, un centro público.
Por eso ha cogido aún más presencia la figura de su hermana, la princesa Lalla Khadija, de 13 años. La aparición de la segunda hija del monarca en la portada de la revista Femme du Maroc hace dos años coincidió con la desaparición de su madre de la agenda oficial. Un año más tarde, y con sólo 12, acudía a su primer acto oficial en solitario. El titular de ese reportaje fue "una mirada al futuro". Antes, la niña ya había acompañado a su padre a algunos actos dedicados temas sociales y educativos, algo que la prensa marroquí quiso interpretar como una señal de la gran implicación del rey en losasuntos de menores, y muy especialmente, de las niñas como su hija.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que esa prensa sufre fuertes presiones en Marruecos. Por eso, cuando Salma salió de palacio se desató una campaña de desprestigio contra ella que insistía en definirla como "desdeñosa" o "agresiva". Esas presiones las recordaba Amnistía Internacional en su último informe, en el quelamentaba el futuro al que podían verse abocadas esas niñas, como su hija, por las que se preocupa el monarca alauí. Recordaba la entidad que en un país con una Ley de Violencia de Género aprobada en 2018 sólo se denuncian el 6,6% de las agresiones a pesar de que más de la mitad de las marroquíes sufren algún tipo de violencia en sus casas.
Algún tipo de presión o coacción es lo que se teme que pueda estar sufriendo Lalla Salma tras su divorcio. Como contó Cembrero, todos los movimientos y comunicaciones de la princesa –de quien no se sabe si mantiene el título– están controladas. Ella y el rey, sin embargo, sí se unieron para enviar un comunicado en el que negaban que su hija estuviera retenida en palacio en contra de su voluntad, pero no dijeron nada de la situación legal de Salma.
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A falta de conocer los detalles, basta recordar que la madre del rey actual, Lalla Latifa, sólo obtuvo el título de “madre de los príncipes”. El hecho de que Salma fuera nombrada princesa cuando se anunció su boda con Mohamed en 2002 se vendió a la opinión pública nacional e internacional como un avance y un toque de modernidad. Es lo que podría estar haciendo ahora con su hija, una niña de 13 años a quien no pocos analistas ven como la forma que ha encontrado el rey de transmitir calma, estabilidad y continuidad de una institución que está constantemente en entredicho. Se debe, entre otras cosas, al comportamiento errático del monarca.
Además de enfermo –fue operado del corazón y sufre EPOC (Enfermedad Obstructiva Crónica)- se ha ausentado en numerosas ocasiones del país sin que se supiera su paradero. Otras veces se conocía: París era su refugio, y allí pasó temporadas enteras con amigos como el boxeador alemán de origen marroquí Abu Azaitar, que junto a sus dos hermanos, también púgiles, han sido las personas más cercanas al rey en los últimos tiempos. Lo acompañan en vacaciones y celebraciones religiosas y han llegado a vivir en palacio.
En su cuenta de Instagram, el rey es bastante activo, aunque en los últimos tiempos ha preferido tirar de archivo y su timeline ha adoptado un tono bastante nostálgico. No sólo comparte imágenes de cuando era joven, o de cuando su actividad internacional era más activa. En ese muro ya no aparece Salma y la única mujer que sale es su hermana Lalla Hasna y una princesa de 13 años en la que el Mohamed VI se apoya para dar una imagen de rey en ejercicio y padre responsable.
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