La ‘verdad piadosa’ de Jesús Mariñas: una estatua para Chiquito de la Calzada

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    Resulta extraño, y a la vez histórico y emotivo, en un país tan poco propenso y dedicado a los homenajes póstumos. Por eso sorprende, choca y a la vez alegra que Chiquito de la Calzada haya sido homenajeado en su tierra natal malagueña con una estatua de dos metros, que se dice pronto. No es algo ridículo ni minúsculo sino merecido tributo a un humorista popular, al que muchos despectivamente llaman cómico, pero que se inventó un lenguaje propio para hacernos reír. Fue humorista durante años y en la más alta extensión de la palabra, y con este renacimiento en su barrio malagueño de Huelin, donde siempre lo han venerado. Es una estatua de dos metros en bronce que pesa más de cien kilos. Supone buen y exaltador testimonio reconocido a quien tanto nos hizo reír y ser felices, que no es moco de pavo con la que está cayendo. Enhorabuena a los promotores del quizás tardío homenaje, pero ya es algo testimonial y también histórico que debe resultar imitable, algo en lo que no incurre la Padilla, que se cree mejor de lo que es.

    El típico barrio malagueño ofrece, desde ahora, un nuevo atractivo que lleve a visitarlo y acaso pararse ante la llamativa, y para muchos provocadora, estatua a la que el propio Chiquito sacaría chistes dentro de su sentido del humor. Igualito que a la injustificable y muy criticada ausencia de Paz Padilla, que en sus principios tanto se aprovechó de la fama de un Chiquito, al que se arrimaba más de la cuenta. Ahora muchos lo recordamos irónicamente. ¡Así es la vida… y la de los que aprovecharon la buena fe del cómico! Descanse en paz si es que lo dejan, algo que no parece tan fácil especialmente con esa estatua de nada menos que dos metros de altura. Vaya farde, de dos metros de altura.

    Amor único

    Chiquito estaba enamoradísimo de su mujer, a la que llamaba cariñosamente Pepita. Con ella estuvo casado más de cincuenta años, pero no tuvieron hijos. De ahí que la muerte de Pepita llevara al humorista a una terrible soledad que nunca fue capaz de superar. Estaban muy unidos.

    Paz Padilla, la gran ausente

    La humorista fue una de las que más se arrimó a Chiquito en sus comienzos y muchas veces ha presumido de su amistad. Sin embargo, Paz no estuvo en el homenaje que se celebró en Málaga. Tras su ausencia, la presentadora no ha querido entrar en polémicas pero si explicar qué significó el humorista para ella. «Fue un maestro para mí, tuve mucha suerte de compartir muchos momentos con él y yo sé lo mucho que he querido a este hombre», aseguró.

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