Fueron muchas las sorpresas que nos dejó la boda real del príncipe William y Kate Middleton, celebrada el 29 de abril de 2011. Desde los homenajes a Lady Di o el aclamado look de Pippa Middleton, que terminaría por levantar multitud de aplausos y conseguiría su gran salto al centro de todas las miradas. Sin embargo el que posiblemente debía ser el secreto mejor guardado de cualquier novia, había sido desvelado meses atrás: el vestido de novia.
Los medios de comunicación británicos habían sido los encargados de confirmar meses atrás del «sí quiero» que Sarah Burton, diseñadora de Alexander McQueen, estaba detrás de esta creación. Lo que provocó que en cuestión de días gran parte del globo terráqueo fuera conocedor de aquello. Middleton quería mantener su nombre en la sombra hasta el día de la boda pero no lo logró y esto provocó que momentos antes de pisar el altar, ya en el Palacio de Kensington, la ahora duquesa de Cambridge no aguantara el llanto. Así lo afirma la experta real Katie Nicholl en el documental Secrets of the Royal Dressmakers de Channel 5.
Middleton no pudo contenerse y, unido a los nervios por contraer matrimonio con el nieto de Isabel II, terminó explotando. Lo que no empaño su gran día. Incluso la Reina de Inglaterra calificó de sorprendente la ceremonia, que logró el algunos momentos de su retransmisión hasta 17 millones de personas.
A día de hoy, más de una década después de la boda real entre William y Kate, son muchos los que guardan en sus retinas detalles de aquel vestido de novia de ensueño, así como de diferentes partes de la ceremonia. Tal es el impacto que desde la abadía de Westminster, lugar donde tuvo lugar el «sí quiero» ha puesto en marcha un tour turístico en el que cualquier fanático de la pareja, de la realeza británica o simplemente tenga curiosidad pueda ver incluso aquello que no se vio en televisión y que los novios vivieron al margen de las cámaras. Sentir lo que los novios sintieron en aquel momento, algo único.
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