El príncipe y la primera dama: la larga amistad entre Harry y Jill Biden

El príncipe Harry visitó Estados Unidos en 2012, en una visita infame por aquellas fotos del príncipe semidesnudo en Las Vegas y de fiesta salvaje entre casinos y billares. Pero, juergas aparte, también tuvo tiempo para una de sus principales dedicaciones como royal: una recepción en Washington a exveteranos heridos en combate. Allí conoció a Jill Biden, por entonces segunda dama de Estados Unidos. Un encuentro que se repetiría al años siguiente, cuando el príncipe empezó la rehabilitación de su imagen pública con un viaje oficial de una semana en Estados Unidos con motivo de los juegos Warrior, la semilla de los Invictus que el propio príncipe fundaría años más tarde.

En aquellos juegos, el encuentro casual del año anterior se convirtió en una oportunidad para estrechar lazos: Jill le habló de Beau, su hijo adoptivo y veterano de guerra en Irak, y de su dedicación, que resonaba con la del capitán Harry Windsor, veterano de Afganistán. Porque la mujer de Joe Biden, que siempre presumía de "orgullosa madre de un soldado", dedicó su papel de segunda dama en la presidencia Obama a apoyar causas de exmilitares, militares y sus familias. El encuentro fue en mayo, meses antes de que a Beau le diagnosticaran un cáncer cerebral que terminaría segando su vida en 2015.

Pero en ese tiempo, Jill Biden y Harry tuvieron más oportunidades de verse. Jill Biden viajó en septiembre de 2014 a los primeros Invictus, celebrados en Londres, para arropar el debut del sueño de Harry. Y Joe Biden bromeó bastante con ello: "Mi mujer está pasando el fin de semana con el príncipe Harry", se reía en [declaraciones a The Guardian](’m paraphrasing – everywhere Prince Harry went, he had this blonde woman on his arm. The vice-president’s wife! I’m a little worried here, you know what I mean?”). Y he visto que los periódicos dicen que Harry va del brazo con una mujer rubia, ¡la esposa del vicepresidente! Estoy un poco preocupado, ¿sabes?".

La broma se convirtió en recurrente: aparte de actos oficiales y extraoficiales –Michelle Obama y Jill Biden invitaban al menos una vez al año a Harry a la Casa Blanca–, Jill y Harry también se vieron en otros juegos de veteranos, en 2016. En Virginia, donde Biden ha sido durante años profesora de inglés en una universidad pública. Ese mismo año, Joe Biden y Harry, junto a Jill, coincidieron en los Invictus de Orlando, donde vieron juntos un partido de rugby y Joe volvió a bromear sobre la agenda de su mujer y del príncipe: "¡Pasan demasiado tiempo juntos!". Bromas aparte, en esos Invictus Harry y Joe Biden también se hicieron rápidamente amigos. El matrimonio tenía fresca la pérdida de Beau (el motivo por el que Joe Biden no participó en las primarias para las elecciones de 2016), pero ambos regaron de sonrisas y ánimo los primeros Invictus en Estados Unidos de Harry.

Al año siguiente, en Canadá, el matrimonio pasó varias días asistiendo a los Invictus de 2017, en compañía del príncipe y, en la última jornada, de Barack Obama. Una relación de admiración mutua, simpatía y apoyo que Harry correspondió este año al animar junto a su mujer, Meghan Markle, a votar en las elecciones. Un movimiento, el de llamar al voto, que siempre se ha asociado a los candidatos demócratas, como Joe Biden (que al escribir estas líneas le saca ya cinco millones de votos a Trump, independientemente de los delegados estatales). Una participación en la política de otro país que Harry se puede permitir como "esposo de" y royal depuesto. Y que, junto a su relación con Jill Biden, ha despertado todos los rumores de una posible asistencia a la inauguración presidencial. Un capítulo que puede suponer la mayor cercanía entre la monarquía británica y la democracia estadounidense desde el motín del té de Boston.

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