QUÉ HA PASADO
• Emre se entera de que sí tiene un hijo con Ceyda.
• Sirin se acerca a Arif.
• Bahar y sus amigas están en deuda con Cem tras perder su mercancía.
Bahar, Bersan y Ceyda noven forma de reunir todo el dinero que le deben a Cem y se desesperan. “Si no cumplimos, va a matarnos. Solo nos queda robar”, sugiere Bersan. Ceyda la apoya y cuenta que la señora Fazilet tiene unas valiosas joyas. “Te aseguro que si haces algo así no volveré a mirarte a la cara”, advierte Bahar. A la joven no le queda más remedio que retractarse, pero cuando su amiga se marcha y se quedan a solas ponen en marcha el plan de robo.
Doruk comienza a sentirse mal del estómago y vomita. Bahar trata de convencerlo de que tome líquido, pero el pequeño se niega y, aprovechando que su madre se distrae con Nisan, echa el agua del vaso de nuevo en la jarra.
Cuando Fazilet sale a la calle, Ceyda se cuela en su habitación y roba sus joyas. Sin embargo, cuando está cerrando las puertas del armario, Raif aparece. “Lo siento, lo he hecho por desesperación. Llame a la policía si quiere, ¿qué puede importarme ir a la cárcel si estoy a punto de morir?”, se lamenta ella hecha un mar de lágrimas.
Doruk sigue sin querer ingerir líquido porque así cree que se le pasará el dolor. Primero, se vale de otra distracción de Bahar para echar el agua en el cuenco que le ponen al gato y, más tarde, convence a Nisan de que se beba su vaso por él. Conmovido, Raif le pide que se siente junto a él y Ceyda le cuenta sus problemas con Cem. “Pensaba compensarles por todo. ¿Cómo voy a poder mirarles a la cara a partir de ahora? Me iré y no volveré”, concluye la chica. En ese momento, Ascioglu extiende su mano con las joyas: “Cógelas. Tú no las has robado, te las he dado yo”.
Ajena a esto, Fazilet visita a Bahar y le hace una inesperada propuesta: “Desde que te conocí, no dejo de pensar en ti. Quiero escribir un libro basado en tu historia, pero para eso necesito que me des tu permiso”. La madre de Nisan y Doruk acepta muy halagada y acuerda reunirse con ella dos veces a la semana.
Bersan cuenta por teléfono a Ceyda que tiene un amigo en el gran bazar dispuesto a comprarles las joyas. Sin dudarlo, sale corriendo y abraza a Raif: “Sabía que eras un buen hombre. Estoy muy contenta por lo que has hecho por mí”. En ese momento llega Fazilet y Ceyda, para justificar la escena, se inventa que hoy es su cumpleaños y Raif la ha invitado a salir. Esa misma noche, él se queda embelesado al ver a la mujer con un elegante vestido de su madre y, cuando se suben al coche, le pide que se ponga las joyas que le dio.
Doruk comienza a delirar y Bahar, muy alterada, lo lleva al hospital. Por suerte, solo sufre una deshidratación.
Sirin decide espiar a su hermana
Ceyda lleva a Raif al club donde trabajó en el pasado. Allí, todos sus compañeros se alegran de verla e, incluso, la convencen de que suba al escenario a cantar. El joven Ascioglu no le quita la mirada.
Ya en el trayecto de regreso, ríen a carcajadas y él no puede evitar lanzarse a sus labios. La mujer le corresponde. Al día siguiente, Fazilet se da cuenta de que Ceyda y Raif se comportan de manera extraña y les pregunta si pasó algo anoche. “Nos besamos”, dice él. La escritora se va escandalizada y, una vez a solas, el joven pregunta a la chica si le correspondió como agradecimiento por las joyas. “¿Tú quien te crees que soy yo? Me he metido en líos y he estado con muchos hombres, pero eso es pasado. Te besé porque me apetecía”, asegura.
Por hablar una vez más con Hatice, Enver se despista y le quema el brazo a Doruk con una taza de té. Para evitar más desgracias, el sastre se dirige a la estación de tren y decide por fin despedirse de su amada esposa. “Debo vivir sin ti,pero me consuela saber que un día volveremos a estar juntos”, dice antes de dejar allí el único recuerdo que le queda de ella: sus zapatos.
En el gran bazar, Bersan y Bahar consiguen vender las joyas por cien mil liras. A la salida, se dan cuenta de que Sirin está siguiéndolas. “No estamos metidas en ningún lío. Bersan quería vender unas joyas de cuando estaba casado y yo le he hecho el favor de acompañarla”, miente su hermana.
Cuando cae la noche, las mujeres acuden a su cita con Cem para entregarle el dinero. No imaginan que este tiene una nueva misión para ellas: “Iréis a la residencia de Sukrut a recoger una mercancía”. Varios días después, Ceyda, Bahar y Bersan vuelven al parque y les acompaña un anciano llamado Sadettin. “¿Qué hace él aquí?”, pregunta el malvado empresario al verlo. Y es el anciano quien responde: “¿Por qué te pones tan furioso al ver a tu padre? Ven aquí a abrazarme”.
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