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Raquel Bollo ha sido la protagonista de la visita de este martes en Supervivientes. Después de la visita del abuelo de los hermanos Bollo, ha sido la diseñadora la que ha podido ver a sus hijos después de un pequeño juego que le hacía la organización. Raquel aterrizaba en la Playa de los olvidados donde encontraba a Artur Dainese y Jaime Nava, quienes se escondían en el refugio, y tres cuerdas en la playa, cada una de ellas estaba atada a un cayuco en el que había a bordo una persona: Asraf, Alma o Manuel. La casualidad ha querido que la primera elección de la diseñadora haya sido Alma Bollo. «¡Te amo!», le gritaba Raquel antes de que se quitara su hija las gafas que la aislaban.
Rápidamente la joven le confesaba lo mucho que le echaba de menos. «Estoy muy sola», la decía Alma a Raquel quien le decía lo guapa y delgada que estaba. «Vívelo, disfrútalo, cada día, día a día», pedía Raquel, «quiero que tengas paz, tranquilidad, te lo pido por favor, quiero verte feliz, tranquilidad. En los momentos malos, es normal, pero un día más. Te lo juro que me da igual que seáis ganadores pero que os vayáis de aquí con un buena sabor de boca, como me fui todo». Eso sí, le echaba en cara las formas y las palabrotas.
«Has hecho bien de madre, le has dado una de cal y otra de arena», le aplaudía Carlos Sobera desde el plató. «Me gusta hacerlo, pero decírselo yo, no que se lo digan los demás», apuntaba la diseñadora. Tras un momento de abrazo madre e hija, Raquel volvía a elegir cabo del que tirar pero la segunda elección no era tan acertada: era Asraf.
Finalmente con el tercer cabo llegaba Manuel quien se derrumbaba nada más verla a pesar de que Raquel se ponía a cantar la canción de su hijo intentando que bailara y se animara pero no lo conseguía. «Quiero que disfrutes lo que quede. Quiero verte a tope. No quiero verte esa cara triste, que esa cara es triste. La convivencia es parte de esto y parte de la vida. Tienes que aprender a decir las cosas claras y lo que te molesta pero con buenas formas. Las formas pierden la razón siempre. A veces tu vehemencia de querer mostrar… no tienes que mostrar nada de nadie, tienes que lograr tu supervivencia. ¿Que hay un mal rollo? Me alejo», añadía, «Cuando tú llegues a España y veas que todo se ha quedado en la isla vas a decir ‘¿para esto he sufrido tanto?'».
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