- Natalia confunde en Acacias 38
Desde que era pequeña, esta veinteañera nacida en Andorra, sintió curiosidad por la actuación, pero no fue hasta que terminó la carrera de Bellas Artes en Barcelona, cuando se decidió a ser actriz. Tras realizar varios cursos de interpretación, Astrid Janer cogió la maleta y se mudó a Madrid en busca de nuevas oportunidades: “Pensé que tendría más opciones de incorporarme a algún proyecto”. Y no se equivocó, pues desde julio pasea por las calles de Acacias 38 dando vida a la controvertida Natalia.
Debutas en una ficción diaria.
Es como subirse a un tren que sabes que va muy rápido, pero que te llena de alegría. Más que el ritmo de grabación, lo que termina agotándome es la intensidad de mi papel.
Natalia es un poco confusa…
No me extraña (risas). Ella siempre está en una encrucijada, tiene muchos frentes abiertos y según con quién esté muestra una personalidad completamente diferente.
¿Os parecéis en algo?
Creo que hay dos rasgos comunes, por un lado, ambas solemos tirar de la ironía en ciertos momentos, tenemos ese rollo pasota. Y por otra parte, nos caracteriza esa faceta noble y sensible que la gente está viendo ahora de ella.
Parece que gusta. ¿Recibes mensajes bonitos?
No soy mucho de mirar los comentarios, porque prefiero que la percepción del espectador no altere la imagen que yo tengo de mi personaje, pero me llegan buenas críticas. Incluso, hay quien me dice que odia a Natalia, eso quiere decir que algo hago bien.
Ella viene de México, ¿a ti gustaría trabajar fuera de España?
Es uno de mis sueños. En mi mente está viajar y tener ofertas en otros países, pero es algo que no veo a corto plazo. Al fin y al cabo, estoy empezando en esta profesión.
Tu primera vez en televisión fue en la serie El nudo.
Salí del casting y creí que no me darían el papel de Lola, que ahí se acababa mi aventura… Cuando me dijeron que estaba dentro, me puse a llorar y llamé a mis padres.
¿Cómo se tomaron ellos que quisieras ser actriz?
Siempre confían en mi criterio y en que hago las cosas por una razón. Me apoyan porque me ven feliz en este oficio,aunque como en todos los trabajos a veces es duro estar ahí.
¿Qué es lo más complicado?
Aceptar la incertidumbre laboral con la que va a tocarte vivir, no saber qué vendrá después de un proyecto. Esa inseguridad, a veces se vuelve un poco agobiante.
¿Hasta el punto de hacerte pensar en dejarlo?
En algún momento tonto se te pasa por la cabeza abandonar, pero a mí me dura un minutos (risas). Actuar me hace mejor persona y eso me gusta, aunque cuesta acostumbrarse a recibir un no cuando haces una prueba.
¿Y a la fama?
Esa exposición me da vértigo. Lo más parecido a ser famosa que he vivido hasta ahora fue cuando estuve en el Festival de Vitoria. Soy sencilla, pretendo estar con mis amigos y practicar mis aficiones.
Por ejemplo…
Me gusta caminar por la montaña y me apasiona pintar. Dibujar es para mí como meditar, me relaja mucho. He ilustrado un par de libros y he creado los carteles de la Orquesta Nacional de Andorra.
Toda una artista. ¿Tienes más talentos ocultos?
Casi no tengo tiempo para dedicarme a cantar o a bailar, pero quiero aprender a tocar algún instrumento y por eso me he comprado un ukelele.
¿Y tienes hueco para participar en más proyectos?
Ahora mismo no tengo nada cerrado, pero sí me gustaría dar el salto al cine pronto.
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