La edad no está reñida con el estilo, la elegancia, la belleza y el buen gusto. Tan solo es un número. Pierpaolo Piccioli lo sabe bien. Y así lo ha plasmado sobre la pasarela parisina para la última colección de Alta Costura de Valentino: la top model Kristen McMenamy, de 57 años, ha sido la encargada de abrir el tan esperado desfile.
The Anatomy of Couture ha sido el nombre elegido por el director creativo de la casa de lujo francesa para esta nueva colección, un «estudio basado en la silueta femenina» para el que ha recorrido la historia del arte. Las grandes señas de identidad de Valentino, entre ellas el gusto por lo escultural o el color, combinaban con diseños atrevidos y desafiantes que ponen en valor el poder del cuerpo femenino a la hora de crear. Una recopilación, también manifestada por las imágenes que han ido apareciendo durante la presentación, de la verdadera esencia, la clásica, de la Alta Costura.
Junto a McMenamy, un sinfín de maniquís de diferentes étnias, tallas y sí, edades. El mejor ejemplo de que la moda avanza a pasos agigantados hacía la inclusividad y diversidad en todas sus facetas, los datos de 2020 así lo dictaminan.
Kristen McMenamy, la elegida por Pierpaolo Piccioli
Lleva más de tres décadas en la cima de la moda y muchos han llegado a situar su nombre entre uno de los más destacados del la industria. El aspecto andrógino que le caracteriza, unido a una personalidad arrolladora, manifestada de forma continuada en sus llamativos cambios de look o declaraciones públicas, han hecho de McMenamy un gran referente, una figura eterna en las pasarelas.
Nunca dejó que nadie acabase con su sueño y a pesar de las dificultades iniciales, lo «no convencional» asustaba en el sector, Kristen debutó con tan solo 18 años, en 1985, Jil Sander fue la gran apuesta. A partir de ahí, innumerables firmas de renombre incorporaron a la osada modelo a sus colecciones, campañas y desfiles, desde Chanel a Versace o Marc Jacobs. El éxito fue notable.
Los 90 fueron sus años dorados, el atrevido cambio de look al que se sometió, rampando totalmente sus cejas, era el claro síntoma de que ella no estaba dispuesta a seguir las reglas. La industria no tardó en reaccionar, sus trabajos y popularidad se multiplicó.
Tras un parón para dedicarse a su familia e hijos, McMenamy vuelve al punto de mira bien entrada la primera década de los 2000. Su cabello, en esta ocasión una clara apuesta por la naturalidad, volvía a convertirse en su gran impulso.
Su perfil de Instagram, el mejor escaparate en esta era digital y donde reúne más de 100.000 seguidores es tan solo una muestra más de su estilo tan único y original donde el color ocupa un lugar privilegiado.
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