En el mundo existen dos clases de chicas: las que adoran los estampados de flores (sobre camisas, camisetas, vestidos y pantalones), y después están aquellas a quienes pensar en ponerse un vestido de flores les produce urticaria (que si son difíciles de combinar, que si sobredimensionan los volúmenes…). En la moda, ignorar las flores durante los meses que dura el invierno es posible, pero con la llegada del buen tiempo, resulta complicado no sucumbir ante ellas. Por suerte, las hay para todos los gustos. Pequeñas y delicadas, grandes y protagonistas, de inspiración folk o incluso gráficas y geométricas. A lo largo de la historia de la moda, la flora se ha reproducido una y otra vez y resulta difícil creer que pueda existir algo nuevo o sorprendente per sé, pero sí que podemos encontrar combinaciones y yuxtaposiciones inesperadas, como la última propuesta de Zara.
© Cortesía de Zara
La firma gallega apuesta por reducir las dimensiones del vestido pradera y convertirlo en mini, a medio camino entre la inocencia de Mujercitas y los recatados victorianos –que ilustran la filosofía del vestido del 2020–, y el Swinging London de los años 60, solo hay una manera de llevar estos vestidos y llevarlos bien, y es tal cual proponen desde el noroeste.
© Cortesía de Zara
En ambas versiones la gracia está en los detalles: los volúmenes, las jaretas, los volantes del cuello, la cinta de las mangas… y lo sorprendente es llevarlo con unas botas altas de piel más propias de una burguesa parisina de los años 70 que de una chica Laura Ingalls.
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