En 1919 un jovencísimo Christian Dior (Granville, 1905- Montecatini, Italia, 1957) fue a la feria de su pueblo, en realidad "una tómbola de caridad a beneficio de los soldados" que combatían en la I Guerra Mundial. "Llegó la noche y, cuando apenas quedaban ya invitados, me encontré junto a la barraca de la adivinadora", relata el modista en sus memorias Dior y yo. Allí, vestido de zíngaro –su contribución a la causa consistió en vender "fetiches quirománticos"–, el inventor del New Look conoció su futuro: "Se encontrará usted sin dinero, mas las mujeres le serán propicias y triunfará por ellas. Obtendrá grandes beneficios y se verá obligado a realizar numerosas travesías".
Lo cierto es que, desde muy temprana edad, Christian Dior se sintió atraído por las artes ocultas, por las echadoras de cartas. Su tarotista de confianza, madame Delahaye, fue quien lo empujó definitivamente a establecerse en solitario después de trabajar en la maison Lelong. "Acepte, acepte", le "ordenó" la adivinadora. "Usted tiene que crear la Casa Christian Dior". Lo cuenta él mismo en sus memorias. "Ante una afirmación tan categórica, me incliné o, mejor dicho, me resigné". Aconsejado por una buena amiga monsieur Dior pidió una segunda opìnión a La Abuela, otra adivinadora. "¡Será extraordinario! ¡Esta casa revolucionará la moda!", fue su veredicto. Al diseñador le resultó imposible, esta vez sí, desoír las señales. Y montó su casa de modas en el número 30 de la Avenue Montaigne.
Lo del número no es baladí. De hecho, Christian Dior fue un gran aficionado a la numerología. Su número de la suerte era el 8, ya que fundó la maison Dior en el distrito octavo de París, en un palacete de ocho plantas. Además, siempre llevaba un relicario envuelto con una flor seca en el bolsillo. Otro de sus amuletos favoritos era el trébol de cuatro hojas. Todo, sin descuidar sus visitas periódicas a la Iglesia ya que, gracias a la influencia de su abuela, era un ferviente católico.
La actual directora creativa de la casa, Maria Grazia Chiuri, podría compartir con el fundador multitud de aficiones, del gusto por el arte a la pasió por la belleza, pero hay una que les une de forma particular, y no es otra que… La superstición. Desde que desembarcó en la maison hace ya cuatro años y medio, la italiana –la primera mujer por cierto al frente de la casa– no ha perdido la oportunidad de mostrar sus inclinaciones esotéricas. Así, en su primera colección para Dior recurrió al símbolo del infinito, que imprimió en varias de las prendas, e hizo numerosas referencias al trébol de la suerte que tanto le gustaba a su antecesor o al tarot. Por eso, no resulta extraño que, en los tiempos que corren, Chiuri haya dedicado su última colección de Alta Costura a esta disciplina adivinatoria, hasta el punto de que cada uno de los looks reproduce las cartas del juego de Visconti-Sforza, creado en Milán en el siglo XV por el miniaturista Bonifacio Bembo. La Luna, los Enamorados, la Justicia, el Loco, la Papisa o la Muerte, protagonistas de un cortometraje dirigido por el director italiano Matteo Garrone, autor entre otras de la aclamada Dogman, nos invitan a fantasear con un futuro tan halagüeño como el que le predijo La Abuela a Christian Dior hace 70 años. "¡Será extraordinario! ¡Esta Casa revolucionará la moda!".
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