Recogerse el pelo con el cable del cargador, así es cómo el lujo imagina el apocalipsis (una idea de Demna Gvasalia para Balenciaga)

Si en verano las firmas apuestan por colores impolutos de blanco y otros tonos pastel y luminosos que reflejan el buen tiempo y el buen humor, en invierno las tornas se dan la vuelta y el negro se convierte en el color que articula cualquier estilismo. Así lo hemos visto en este último desfile de Balenciaga, en el que presentaba su colección otoño-invierno 2020. Demna Gvasalia ha convertido al color negro en el absoluto protagonista y ha jugado con una puesta en escena más que impactante. Tanto que los propios asistentes descubrieron que las primeras filas estaban inundadas por la capa de agua que cubría la pasarela. Todo preámbulo era poco para las siniestras figuras que aparecieron vistiendo los diseños como si de una procesión se tratase. “Es el espectáculo más oscuro que he hecho”, decía el propio modista.

El negro representa la relación de las colecciones de Dvasalia con el minimalismo y el clasicismo. Mira a su vez hacia los orígenes católicos de Cristóbal Balenciaga, cuyos primeros vestidos -de terciopelo negro- fueron creados para que una marquesa pudiera asistir a misa con ellos. No hay duda de que la estética de esta colección bebe directamente de los archivos de la firma, seguramente debido a la preparación de la **futura colección de alta costura que se presentará en julio, después de más de 50 años sin una de Balenciaga**. Además, la estética religiosa siempre ha fascinado Dvasalia: “Recuerdo mirar a todos esos sacerdotes, con sus largas túnicas y pensar ‘qué bonito’. Vengo de un país en el que la religión ortodoxa es predominante”, se confiesa el georgiano.

Una vez más, Demna se ha propuesto cambiar los parámetros con los que entendemos la moda masculina en su nueva colección. “¿Cómo puede ser aceptable para los clérigos hacer eso, pero si yo me pongo una chaqueta larga y una falda me van a mirar por ello? ¡No puedo ni en 2020!”. Y la forma que ha tenido de hacerlo ha sido amenazadora con una estética casi demoníaca, con lentillas rojas y miradas amenazadoras.

Los protagonistas de la colección han sido los grandes abrigos negros hasta los pies y las túnicas y vestidos anchos. Los tejidos estrella el terciopelo y el cuero, acompañados también de satén y otros más llamativos como el vinilo. Entre los estilismos negros, destacan notas de color en bolsos o incluso blusas muy luminosas. También hay sitio para los estampados florales -sí, en invierno- y para las grandes hombreras puntiagudas que caracterizan a la firma, esta vez, un paso más allá.

Muy cerca de estas propuestas formales, nos encontramos con la interpretación de la ropa de gala que hace Gvasalia para el próximo otoño: vestidos de lentejuelas, satén, drapeados e incluso guantes de ópera que se integran en los propios diseños. Lo que más llama la atención son los leggins que acompañan a todas estas prendas de fiesta. ¿Nos está sugiriendo por dónde va a ir esa esperada colección de alta costura?



En el otro extremo a lo que consideramos formal han destacado sobre la pasarela un conjunto de prendas deportivas, tales como monos de motoristas o equipaciones de fútbol, que se han colado entre las chocantes singularidades que nos trae la nueva temporada de Balenciaga. El calzado además tiene un papel muy importante a la hora de romper con el clasicismo de algunos estilismos. Dvasalia lo ha roto con unas zapatillas que marcan los dedos de los pies. Sin duda uno de los detalles más llamativos.

Una cosa nos queda muy clara en cuanto a los colores que inundarán nuestros armarios en la próxima temporada. Además del negro, nos vestiremos también con mucho rojo y azul eléctrico. Nada de discreción.

Entre esos detalles que tanto nos han sorprendido, con los que el diseñador rompe con el clasicismo, llama la atención la forma que ha tenido Balenciaga de utilizar los cables que sirven para cargar móviles a modo de coletero. También se cuelan unos AirPods como accesorio imprescindible del presente. En el otro extremo, pendientes de oro envejecido decorados con piedras de colores que vuelven a evocar clasicismo y religión.



Gvasalia termina intencionadamente con los convencionalismos, también en la pasarela, con modelos de todas las edades presentando su colección. Algo bastante inusual, pero a lo que nos estamos comenzando a acostumbrar en las últimas temporadas.

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