Moncler Genius es uno delos proyectos más relevantes de la moda actual. Bajo el lema One house, different voices, una plantilla de diseñadores crea, cada temporada, colecciones equilibrando sus principios con los de la firma italiana experta en prendas técnicas de lujo. La fórmula se consolidó en 2018 y Jonathan Anderson (Magherafelt, Irlanda del Norte, 1984) estaba esperando su llamada desde entonces: «Me hizo mucha ilusión que se acercaran a mí. De alguna manera, estaba esperando que lo hicieran. Me encanta el proyecto y lo que representa», concede a Harper’s Bazaar tan solo unos días después de haber presentado al mundo su segunda propuesta colaborativa. «La idea de dar cabida a múltiples voces en una misma marca es tremendamente democrática e inclusiva, y eso es algo que tuve muy en cuenta cuando decidí formar parte del proyecto».
Si de genios va la cosa, Anderson es uno de los grandes. En 2008 lanzó su propia marca, JW Anderson, con la que no tardó en llamar la atención de la industria. Tan solo cinco años después, fue nombrado director creativo de Loewe con la misión de llevar al futuro la tradicional firma española. Y lo logró con una elegancia intachable: manteniendo su valor artesano y el respeto por la manufactura patria y, a la vez, ensalzándola como una de las marcas generadoras de deseo de la última década. Entiende como pocos el momento actual de la moda y los requisitos de una industria no poco cambiante que necesita de propuestas frescas y discursos sólidos como el suyo. Pero a él le sale natural. «Me siento muy agradecido y afortunado de hacer lo que hago y de trabajar en una industria que me apasiona», replica humilde.
Los tonos de su segunda colección para Moncler son lo primero que llama la atención. Rojo, amarillo, verde, azul. Son «brillantes y optimistas», dice, una aproximación naíf a prendas técnicas de diseño cuidado en las que el no gender es la norma. Moncler y JW Anderson al 50/50. «Nosotros aportamos nuestra concepción de ready-to-wear: prendas creativas y no siempre tradicionales, y Moncler aporta su funcionalidad y su saber hacer técnico», algo especialmente visible en los minuciosos acolchados con los que estructuran las prendas más formales.
En el otro extremo, piezas utilitarias, botines de piel y goma, y vestidos de algodón inspirados en la idea de escapismo marítimo que le transmitieron las pinturas del artista británico Alfred Wallis y su recuerdo de los pueblos de pescadores del Reino Unido. Por eso la bautizó como Nomadic Voyage, en un momento (el largo año del confinamiento) en el que el mar y la aventura se le antojaron como necesidad imperante. «Con la pandemia no he podido viajar, ir a exhibiciones o simplemente recorrer Londres y conocer a gente nueva. Así que tuve que buscar en viejos libros, en películas y en la televisión. Echo mucho de menos salir e interactuar con el mundo de inspiración que hay ahí fuera», dice. Y eso que él puede presumir de haber creado ya un puñado de propuestas ‘pandémicas’ (para su propia marca, para Loewe, para Uniqlo o para Moncler) con gran acogida.
Entre los materiales de esta aventura destacan el nailon regenerado o el algodón orgánico. «Es emocionante ver los avances en cuanto a técnicas y materiales que están haciendo la moda más sostenible –explica–. Tenemos mucho que hacer aún, pero es importante no dejarlo solo en una estrategia de marketing. Hacen falta soluciones reales, sean del tamaño que sean». Una apuesta consciente y consecuente con el presente de una industria que ha dejado más que clara la necesidad de frenar los ritmos y mejorar las prácticas para sobrevivir. ¿Y el futuro, qué? «Quiero ser optimista también en esto. Necesito serlo. La pandemia ha sido devastadora, por supuesto, pero creo que podemos sacar el lado positivo: nos ha obligado a retarnos, a buscar nuevas formas de presentar y vender nuestras colecciones. Creo que la moda tiene mucho de proyectar el futuro y, ahora más que nunca, necesitamos diseñar para tiempos mejores».
Fuente: Leer Artículo Completo