En 2016 Montserrat Álvarez (A Coruña, 1986) presentaba una colección de bolsos en París. Un pequeño grupo de familia, amigos y gente cercana veía por primera vez los accesorios que Montserrat lanzaba bajo su propia firma: Heimat Atlántica. Esta joven formada en Historia del Arte y Moda por la Universidad de Sapienza, en Roma, quería con su marca proteger algunos de los oficios artesanos de su tierra en la costa Atlántica española y también de la portuguesa que, por proximidad, también formó parte de su infancia y su cultura. Así para su primera colección, Talismán, los adornos de porcelana de la icónica Sargadelos fueron los protagonistas. Con más de 200 años de historia y unidos a la tradición gallega, estos amuletos de protección, amor, contra el mal de ojo o para atraer la fortuna se convirtieron en una de las señas de identidad de unos bolsos de edición limitada confeccionados a mano con mimbre multicolor.
Sus diseños no pasaron desapercibidos y su popularidad creció exponencialmente. Hoy, cuatro años después de aquel tímido comienzo, se pueden encontrar los productos de Heimat Atlántica en prácticamente todo el mundo. Un éxito que sin la ayuda de todos esos artesanos no habría sido posible y que han sido la prioridad número uno de la fundadora de la marca en esta crisis del coronavirus, tal y como nos cuenta ella: “Cuando empezó la crisis llamé a todos mis artesanos para hacer un balance de la situación e intercambiar ideas de sobre cómo íbamos a gestionarnos, porque formamos una familia. Heimat Atlantica nace para preservar artesanías por lo que mi prioridad durante la crisis es salvaguardar nuestro mercado y proteger a mis artesanos para que puedan seguir trabajando. La ventaja de ser una producción totalmente artesanal y local es que podemos adaptarnos fácilmente a las diferentes situaciones, aportando soluciones productivas nuevas”.
Desde las primeras etapas del confinamiento, Montserrat buscó la manera de aportar y ayudar a su escala, organizando con los proveedores de su ciudad una pequeña cadena de producción de mascarillas que repartía protección civil, “así pude mantener vivo el espíritu de equipo”, afirma.
La fundadora de Heimat Atlántica nos transmite el agradecimiento que siente por sus “Heimat Girls”, como ella denomina a sus clientas, “nuestra tienda online se llenó de pedidos de gente que quería apoyar el proyecto en un momento difícil”. La diversidad geográfica de sus puntos de venta también ayudó a mantener cierto equilibrio, “nuestro principal mercado es Corea, ellos salieron de la crisis justo cuando nosotros entramos. Pero hemos notado un descenso de ventas en otras zonas, como por ejemplo en Estados Unidos”.
Montserrat Álvarez cree que de esta situación completamente nueva surgirá un antes y un después en todos los aspectos de nuestras vidas, “creo en el poder de la adaptación y de la resiliencia; es de estos momentos de crisis que surgen las ideas más disruptivas. Esto es lo que buscaré con Heimat Atlantica”, afirma. Piensa además que la gente está cansada de la moda en serie, que hay una vuelta a la artesanía, “buscan piezas únicas que les conecten con una historia y con el origen de los materiales. Así que creo que habrá cada vez más consumidores buscando productos auténticos y únicos”.
Durante esta crisis, la fundadora de Heimat Atlántica ha pensado mucho sobre todo en la forma en la que presentará sus colecciones, “creo que esta situación, por la que renunciamos a la movilidad, nos obliga a repensar cuál es la mejor manera de utilizar el mundo virtual y cómo integrarlo en nuestro imaginario. Lo digital y la artesanía han sido siempre mi obsesión y ahora parece que voy a tener la oportunidad de desarrollarlo”, reflexiona.
Heimat es una palabra de origen germánico, sin equivalente en el castellano, que hace referencia a esa noción de pertenencia a una tierra que cada uno lleva dentro. Ese lazo que todo ser humano tiene con sus orígenes y que alude a su particular paisaje y su cultura. También es la búsqueda de su creadora por preservar lo que es bello. Dos conceptos, el de la belleza y el sentimiento de pertenencia a una comunidad, hoy más que nunca convertidos en auténticos bienes de primera necesidad que necesitamos conservar.
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