Las hermanas diseñadoras ucranianas que trabajan en plena guerra

Hay que tener una determinación increíble para seguir trabajando en medio de una guerra, parando solo para descansar cuando las sirenas de las bombas te recuerdan que tu vida está en peligro, pero eso es lo que están haciendo hoy muchas personas en Ucrania, mientras los ataques de Rusia continuan.

Kristina Stelmakh y su hermana Anna Stelmakh son dos de esas personas. Las diseñadoras de moda que están detrás de Kris Marán (un nombre que mezcla los de las fundadoras y su madre) han perdido a la mayor parte de su equipo debido a la guerra iniciada por el presidente ruso Vladimir Putin, ya que los empleados han huido del país con sus familias. También Kris y Anna tuvieron que abandonar Kiev por los incesantes bombardeos, pero actualmente trabajan en casa de sus padres y envían los pedidos desde las pocas oficinas de correos que permanecen abiertas. Su madre, Maria, directora de producción de la firma, y un equipo de costureras y cortadores de patrones mantienen activa la producción de la marca.

Supe de Kris y Anna hace un mes, cuando me enviaron un correo electrónico en el que me contaban su situación e insistían en regalarme una pieza de su última colección, a pesar de que tendrían que confeccionarla a medida, encontrar la forma de enviarla a Polonia y, desde allí, mandarla a Estados Unidos. Su incesante pasión me hizo llorar, sobre todo, porque me hizo darme cuenta de lo triste que es que estas diseñadoras ucranianas pensaran que lo que llamaría la atención de un estadounidense –más que la guerra– era recibir un producto gratis, y lo cierto que así ocurre muchas veces. Tampoco podía imaginar cómo, ante la muerte, alguien podría pensar en otra cosa, y mucho menos en la moda o en promocionar su negocio. Pero lo que me dijeron fue que cómo no iban a hacerlo. Su marca es su mayor orgullo y, ante la pérdida y la oscuridad, es lo que les da esperanza.

«Hemos pasado años construyendo la marca. Kris Marán es una parte de nuestros corazones, de la forma en que vemos el mundo», cuenta Kris a BAZAAR.com. «Perder esta parte de nosotros, aunque sea por un tiempo, significa perdernos también a nosotras mismas. Hacemos lo que nos gusta. Hacemos lo que tenemos que hacer».

Aun así, encontrar la energía para crear ha sido difícil, y vivir este terrible momento ha cambiado su perspectiva sobre la belleza. «La marca es una parte de nuestro corazón, y nuestra patria es otra. Es muy difícil crear algo bello utilizando una de esas partes cuando la otra está sangrando», dice Kris. Antes de la guerra, sus principales fuentes de inspiración eran el diseño minimalista y la moda de finales de los 80. Ahora, las hermanas aseguran que su mayor inspiración es «la fuerza del espíritu femenino».

Sus creaciones son exactamente eso: una celebración de la fuerza femenina. Entre las piezas más destacadas se encuentran un blazer de lino estructurado en rosa intenso, un pantalón de lana de pierna recta plisada en un gris tierra y una camisa de cuero vegano en negro o granate, con bolsillos en el pecho.

En el Instagram de Kris Marán, una cuenta muy cuidada, las hermanas han seguido compartiendo fotos editoriales impecables de sus creaciones de prêt-à-porter: prendas elegantes fotografiadas en fondos luminosos. Sin embargo, sus cuentas personales muestran la oscuridad de la guerra. El 3 de marzo, Anna compartió una galería con fotos del antes y el después que mostraban una Kiev ahora destrozada. Semanas después, Kris rompió su silencio en las redes sociales publicando una cita de William Shakespeare. «El infierno está vacío y todos los demonios están aquí».

Actualmente, el dúo está donando el 30% de sus ganancias al ejército ucraniano, del que ahora forman parte muchos de sus amigos y seres queridos, y también a los refugiados. «Después de dos semanas de incertidumbre y miedo, nos dimos cuenta de que esta es la única manera de seguir siendo útiles para Ucrania y su gente, así que tomamos la dura decisión de continuar con nuestro trabajo», cuenta Anna a BAZAAR. «Cuando ves las noticias y oyes que matan a gente inocente y a niños en sus propias casas, te pones a pensar en cómo ayudarles, y sigues creando, pero más bien como una forma de seguir siendo útiles para ellos».

Según cuentan, toda la población de Ucrania forma ahora parte del ejército; la diferencia es que la mitad de la gente está luchando físicamente en el frente, y la otra mitad está ayudando a la economía manteniendo sus negocios en funcionamiento. Anna dice que por las tardes, después del trabajo, ella, Kris y el resto de su equipo que aún vive en Ucrania visitan los refugios cercanos y llevan ropa de abrigo y cocinan para los necesitados.

Kris y Anna afirman que el «shock» de la guerra «ya ha pasado» para ellas, y ahora se limitan a intentar «mantener la cabeza fría y estar centradas por su propio bien, por el de su familia y por el de su equipo, que depende de ellas». Es un sentimiento que comparten muchos ucranianos hoy en día: la guerra es la nueva normalidad. Aun así, las diseñadoras están lejos de estar a salvo y aseguran que ha sido increíblemente difícil ver a sus empleados trabajar bajo sirenas militares todos los días.

«Cuando vemos las noticias de otras ciudades como Mariupol, Kyiv, Kharkiv, rodeadas por las tropas rusas que bombardean y matan cruelmente a civiles y niños, podemos decir que hasta ahora estamos a salvo», cuenta Anna. «Pero hay que entender que la seguridad en Ucrania es un espejismo estos días. Ciudades que hoy son tranquilas pueden ser bombardeadas por la noche. Cuando las señales de las sirenas de posibles ataques aéreos atraviesan la parte occidental de Ucrania, nos vemos obligados a parar de trabajar, las costureras abandonan las máquinas de coser y todo el equipo baja a los refugios antibombas subterráneos. Solemos hacer esto varias veces durante el horario de trabajo y, emocionalmente, es muy difícil acostumbrarse».

Desde que Putin comenzara su guerra contra Ucrania el 24 de febrero, unos 3.000 soldados ucranianos han muerto, millones han huido a otros países europeos y la mayoría de las carreteras y edificios principales del este han quedado completamente destruidos. Es una crisis que la mayoría de nosotros no puede ni siquiera empezar a imaginar y que, con el ciclo acelerado de noticias y nuestra escasa capacidad de atención colectiva, es fácil de olvidar.

Kristina explica que todas las mañanas, cuando se despierta, tiene unos momentos de paz mental, pero segundos después recuerda lo que están viviendo, y en cuanto consulta las noticias en su teléfono, se da cuenta de «que el infierno no ha terminado, así que la rabia vuelve». Aunque antes de la guerra su rutina incluía una sesión matinal de debate creativo con los empleados, ya no la hacen. «Cada mañana comienza con llamadas telefónicas a los miembros del equipo», dice Kris. «Ya no se discuten ideas creativas, sólo se comprueba la seguridad y la salud mental de todos». «Es difícil de creer que hace sólo dos meses estuviéramos planeando sesiones de fotos», añade Kris.

Aunque la guerra obligó a las hermanas a detener la producción de su colección de primavera/verano y a cancelar su campaña editorial de otoño/invierno, acaban de sacar una colección cápsula, llamada Ethnic, como homenaje a su país. «Queremos que el mundo entienda que esto no es sólo una lucha por nuestra soberanía y nuestra tierra, sino también un intento de celebrar nuestra cultura, nuestra comunidad creativa y nuestro patrimonio histórico y artesanal», dice Kris.

La colección consta de cuatro piezas (tres tops y un pantalón) en blanco y negro, con elementos de bordado antiguos de Borshchiv.

«El Teatro de Drama de Mariupol, el Museo de Historia Local de Ivankiv, la Casa del Museo de Antigüedades Ucranianas Vasil Tarnovski… todos esos lugares únicos repletos de patrimonio cultural se convirtieron en ruinas tras la llegada de los rusos», afirma Kris. «Por lo tanto, nuestro deber creativo es llevar la cultura de la artesanía ucraniana y sus valores artesanales más allá de este infierno y difundirla aún más».



Vía: Harper’s BAZAAR US

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