Carlota Casiraghi charla sobre el empoderamiento femenino en el último evento literario de Chanel

Tras la primera charla literaria de Chanel en la que Carlota Casiraghi fue la absoluta protagonista con sus looks de tweed y sus elogios al mundo de la lectura, en esta segunda charla que ha visto la luz este mismo 6 de abril, la royal se sumerge de lleno en el mundo del empoderamiento femenino. En una conversación moderada por Fanny Arama, la hija de Carolina de Mónaco ha compartido protagonismo con la actriz Lunna Khoudri, reconocida por interpretar a mujeres fuertes (para ella todas lo son) en largometrajes como The Blessed o Papicha -en este último es una argelina rebelde que intenta escapar del terror de la guerra a través de la libertad de confeccionar ropa y evadirse expresando su libertad- y con la escritora Camille Laurens, cuya última obra, Fille (Chicas), ha sido el centro de la conversación. La royal ha desviado la atención de su vestuario, eligiendo un conjunto sobrio en color negro, formado por una exquisita chaqueta de tweed de la firma, vaqueros rectos y mocasines a tono.

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La ensayista y novelista examina en ella el lugar de la mujer en la sociedad, dotando de una fuerza elegante a todos sus personajes femeninos, sobre todo la protagonista, de quien revisa todas las etapas de su vida para denunciar las injusticias que pasan las mujeres solo por el hecho de serlo. Durante la conversación todas alaban el trabajo de Camille en pro del empoderamiento femenino. Ella dice sentirse inspirada para resumir sus obras y hacer un recuento de las injusticias que sufren las mujeres por el movimiento #MeToo, además de por la propia condición femenina. Agresión, abuso sexuales, aborto, maternidad… son algunos de los sucesos, con partes significativamente negativas, que Camille denuncia que solo sufren las mujeres. Eso le ha costado muchas críticas por ‘exagerada’ o por haber ‘caricaturizado’ la situación femenina, a lo que ella responde asegurando que se dejó muchas cosas fuera.

“¿Qué ha cambiado con respecto a la invisibilización de las mujeres de los años 60?”, le pregunta interesada Carlota Casiraghi. “Lo que ha cambiado son las mujeres. la visibilización de las mujeres es posible porque ellas se hacen notar y escuchar”, responde firme Camille quien admira a Simone de Beauvoir como uno de los referentes que han conseguido dar luz a la mujer. Ella ha influido grandemente en su obra por la importancia de El segundo sexo y tantas otras de sus obras. Tampoco se olvida de mencionar a Marguerite Duras y su labor por hacer entender al mundo de una forma interna y profunda a la mujer; “es excepcional”, confiesa. Sin olvidarse por supuesto de Virginia Woolf y todo lo que ha aportado con su trabajo feminista.

De la última autora lee un fragmento en el que explica la relación que hay entre sufrir un shock y escribir. En elegir un medio para transmitir ese dolor y convertirlo en arte. Eso es lo que hace las cosas reales según ella. Afirmaciones con las que por cierto Carlota Casiraghi está de acuerdo, recordándole una acepción de su alfabeto Tissé par milleMaladie’ (enfermedad en francés) en la que lo compara con ‘Mal à dire’ una expresión utilizada para la incapacidad de decir algo. Un ejemplo de cómo la autora valora el lenguaje para curar, como forma de solucionar los males y las injusticias, como la de la situación de la mujer. “La atención que le presto a las palabras es un bálsamo, una compañía. Tengo una gran pasión por las palabras y creo que pueden hacer crecer a la humanidad”.

Una atención admirada tanto por Carlota, como por Fanny y por Lunna, que dicen sentirse fascinadas por el ritmo elegíaco de sus textos. Con ellos consigue, como si e tratase de una canción, denunciar de forma no violenta la desigualdad de la mujer, sin acusar a los hombres, convirtiéndolo en un diálogo. Lyna Khoudri es, en Papicha a una mujer que trabaja la ropa y se refugia en ese trabajo convirtiéndolo en su medio de protección; algo que compara con la forma en la que Camille utiliza las palabras: son dos formas de expresarse diferentes, de resistencia pacífica, que sirven como medio para cambiar las cosas. La moda y las palabras otorgan libertad de expresión.

Carlota ha encontrado especialmente llamativa la repetición de la frase “es una chica”, a lo largo de toda la novela; por eso le pregunta si ha tenido menos libertad que hombre a la hora de escribir. “La libertad es interior”, sentencia la autora. Pero sí confiesa que ha tenido menos tiempo que un hombre, porque las mujeres con trabajo tienen que compaginarlo con el cuidado de los niños y de la casa, lo que a ella le supuso una carga mental muy grande. La obra pretende eseñar cómo era la vida del sexo femenino hace 60 años y se la dedica a todas las mujeres jóvenes que, como su hija, también le han enseñado cosas a ella.

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