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La epidural es conocida por ser elegida por muchas mujeres en el momento del parto. Ya sabemos que el parto es una experiencia dura, impactante, difícil, hermosa a la vez y que conecta a las mujeres con su lado más animal, tal y como demuestran estas asombrosas fotografías de parto ganadoras del certamen 2023 organizado por la Asociación Internacional de Fotógrafos Profesionales del Parto (IAPBP).
La epidural es la anestesia o analgesia que permite reducirle a la embarazada los dolores propios de la dilatación y la expulsión, lo que implica un parto con menor sufrimiento. La epidural entumece y duerme las piernas, por lo que la mujer debe dar a luz tumbada y no puede moverse, ponerse de pie o caminar durante el proceso de parto. Esa es la principal diferencia con la walking epidural.
¿Qué es la walking epidural?
«Es un tipo de analgesia que se pone durante el parto cuyo objetivo es preservar la sensibilidad y la fuerza motora de la pelvis y extremidades inferiores, todo ello para permitir que la mujer que está en trabajo de parto no tenga dolor, pero no tenga que estar, al mismo tiempo, encamada y con este tipo de anestesia pueda deambular y caminar, adoptar posturas cómodas e incluso poder realizar la micción espontánea en el baño y, de esta manera, tener una mejor experiencia del parto», explica la Dra. María Dolores Gómez Roig, especialista en Ginecología y directora del Instituto Dra. Gómez Roig en Barcelona, miembro de Top Doctors.
¿En qué casos se recomienda la Walking epidural y en qué se diferencia de la epidural tradicional?
Como hemos dicho antes, la principal diferencia entre la epidural tradicional y la walking epidural es que la tradicional adormece y entumece las piernas, por lo que obliga a la mujer a estar tumbada durante el parto, y la walking epidural permite a la embarazada moverse, caminar y tener control motor. La epidural normal reduce los dolores de las contracciones de parto, pero también la sensibilidad y, para algunas mujeres, eso supone sentirse un poco «fuera» en el momento del parto, un poco alejadas al no tener toda la fuerza o sensibilidad para participar de forma activa al empujar. (Recomendamos leer nuestro artículo «Las contracciones de parto: aprende a reconocerlas»).
Hay que tener en cuenta que la walking epidural no se puede administrar a todas las mujeres embarazadas y se deben cumplir unos requisitos para que se pueda ofrecer: «tienen que ser mujeres sin factores de riesgo anestésico y bajo riesgo obstétrico, que estén en el primer estadio del trabajo de parto, que puedan estar acompañadas durante el trabajo de parto y que ellas haga saber de forma expresa que quieren este tipo de anestesia porque quieren poder movilizarse y mantener mayor sensibilidad y fuerza motora», aclara Gómez Roig.
Que la mujer solicite este tipo de anestesia es fundamental para recibirla (muchas mujeres ya lo tienen en cuenta cuando preparan la maleta para el hospital antes del parto y el plan de parto), pero aunque la embarazada la pida (siempre es importante tener claros los síntomas para saber que estás de parto) hay casos en los que no se puede suministrar, como en embarazadas con parto prematuro, embarazo gemelar, si hay riesgo o sospecha de que el bebé no está bien, en embarazos de riesgo como son los estados hipertensivos del embarazo, un niño con retraso en crecimiento fetal o niños muy grandes. También puede ser que existan contraindicaciones anestésicas: una mujer a la que no se le puede poner anestesia regional, tampoco podrá recibir la walking epidural, o si la mujer tiene mucha obesidad y hay complicaciones técnicas o en los casos en los que la mujer no termina de comprender el tipo de técnica y no la acepta.
¿En qué momento se pone la walking epidural?
La walking epidural se administra en las primeras horas de la primera fase del parto, ya que si se hace cuando hay una dilatación avanzada el efecto es mucho menor. «El comienzo del efecto analgésico es variable de una parturienta a otra: la media está unos 20 o 30 minutos. A partir de la media hora ya se puede caminar, y el efecto dura mientras se mantenga la perfusión epidural. A veces, al final de la dilatación, hay que aumentar la concentración del fármaco y la paciente debe tumbarse», sostiene la Dra. Amparo Urbina, jefa del Servicio de Anestesiología y Reanimación Obstétrico-Ginecológica del Hospital Doce de Octubre de Madrid.
«Se puede administrar en el mismo momento en el que se aplicaría la epidural tradicional y requiere las mismas recomendaciones de preparación, asepsia y técnica anestésica, como cualquier técnica regional epidural», afirma Roig.
¿Qué beneficios y qué inconvenientes tiene la walking epidural?
Según hemos explicado, entre los principales beneficios de este tipo de epidural se encuentran que no adormece las extremidades inferiores, permite a la mujer caminar y moverse durante el parto, ofrece mayor sensación de control o de participación activa en la dilatación y tiene otros puntos a favor: «la walking epidural es un tipo de anestesia más ligera, en la que se utilizan dosis bajas de medicación respecto a la técnica clásica de epidural y, por ello, también tiene menor incidencia de hipotensión, menor riesgo de lesión neurológica y tiene un manejo analgésico más sencillo», explica la experta del Instituto Dra. Gómez Roig.
Entre los principales inconvenientes se encuentra que no se puede administrar a todas las embarazadas, como hemos explicado anteriormente, y se deben cumplir los requisitos especificados para poder recurrir a ella, pero esto sucede en la mayor parte de anestesias. Algunos expertos señalan como inconveniente que la walking epidural o epidural ambulante no permite a la mujer sentir las piernas como en una situación normal y, al estar caminando o en movimiento, puede haber riesgo de caída. Otro inconveniente que algunos profesionales destacan es que la sensación de picor en la piel es mayor con la epidural ambulante que con la tradicional, pero no es una molestia que no se pueda tolerar.
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