Besalú. Una máquina del tiempo hacia la Edad Media
Este pueblo de Girona, situado en la comarca de La Garrotxa, atesora uno de los cascos históricos medievales mejor conservados y más bellos de España. Desde el puente románico que salva el río Fluviá, la panorámica de Besalú te dejará sin palabras: torres de piedra, murallas, campanarios… Es el momento de sacar el móvil y hacer la que será una de tus fotos más recordadas de Instagram. Y cuando atravieses el arco de piedra y te adentres en sus callejuelas, viajarás en una máquina del tiempo. A cada paso hay iglesias y palacios erigidos allá por el siglo XII y hasta te toparás con uno de los pocos conjuntos de baños judíos que existen en la península. Ideal para pasar un par de días y dejarse atrapar por el pasado.
Potes. Gastronomía y paisajes en el corazón de Cantabria
Naturaleza en estado puro, unos paisajes que quitan el hipo y una gastronomía de locura. Sí, eso es lo que encontrarás en la capital de la comarca de Liébana, en el corazón de Cantabria. El viaje hasta Potes es ya de por sí una experiencia. Si llegas desde la costa tendrás que atravesar el impresionante desfiladero de La Hermida, encajonado entre vertiginosas cumbres. Una vez allí, no dejes de pasear por su casco histórico medieval y degustar sus «quesucos» típicos. Si eres más de deportes de montaña, muy cerca tienes el Parque Nacional de los Picos de Europa. Un lujazo para los sentidos… y para olvidarte del estrés.
Ayna. La ‘Suiza manchega’
Colgado sobre el cañón del río Mundo y rodeado de moles de piedra, lo de Ayna (Albacete) será un flechazo a primera vista. Por un momento creerás que has dejado La Mancha y, sin saber cómo, has viajado hacia el norte de Europa. No te preocupes, le pasa a todos, hasta que se enteran de que a Ayna la llaman la ‘Suiza manchega’ por su paisaje montañoso siempre verde y por las nevadas en invierno. Cuando te canses de pasear por su precioso casco histórico, te puedes acercar a la Cueva del Niño y admirar sus pinturas rupestres paleolíticas. O a la Ermita de los Remedios, con un increíble artesonado mudéjar. O a los restos del Castillo de la Yedra… Además, en Ayna se rodaron algunas escenas de la maravillosa película «Amanece que no es poco». ¿Qué más se puede pedir?
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