Sheryl Sandberg: "La covid ha sido nefasta para la igualdad"

La ex directora de operaciones de Meta (antes conocida como Facebook), Sheryl Sandberg, aunque es una de las mujeres de más éxito de Silicon Valley, y alguien que también ha puesto de relieve los prejuicios de género en el lugar de trabajo, nunca se ha visto a sí misma como una persona que rompa barreras. «No, en absoluto», exclama cuando se le plantea la idea. «Crecí en Miami, Florida, fui a un gran instituto público. Era una chica inteligente y friki, de lo que estoy orgullosa en retrospectiva, pero difícil en el instituto. Y sabía que me importaba mucho aprender. Pero nunca pensé que me dedicaría a la tecnología. Pensaba que trabajaría en organizaciones sin ánimo de lucro o en el Gobierno porque solo quería hacer cosas que hicieran el bien al mundo. No me considero una persona que rompa barreras», dice. Sin embargo, dada su posición de relevancia en el mundo de los negocios, admite que siente «una verdadera responsabilidad de hacer que más mujeres tengan mis mismas oportunidades, eso es seguro».

Para ver a Sheryl excitada no hay más que preguntarle por el impacto que la pandemia ha tenido en las mujeres. «Mira, cualquier crisis siempre golpea a las personas más vulnerables. Y seamos sinceros, las personas más vulnerables son las mujeres y los niños. La COVID ha sido una crisis económica, una crisis sanitaria y una crisis absoluta para la igualdad de género –confirma–. Pero lo que está sacando a la luz es algo que ya era cierto antes, que es la naturaleza desigual de quién se encarga de los cuidados. Así, las mujeres cuidan: cuidan de los niños, cuidan de los padres, incluidos los padres de sus maridos, mientras que las mujeres también trabajan fuera de casa».

Pero para Sheryl, parte de la solución fundamental al problema es la misma que fue un tema central en su libro Vayamos adelante (Lean In). «Lo que tenemos que hacer ahora es lo mismo que teníamos que hacer antes. Tenemos que apoyar a las mujeres en el lugar de trabajo. Tenemos que asegurarnos de que las mujeres puedan cobrar lo mismo, porque ¿para qué trabajar si no vas a cobrar lo mismo? Tenemos que asegurarnos de que se acepta el liderazgo de las mujeres. Y necesitamos que se reparta el cuidado de los niños», asegura de forma rápida, como si estuviera tachando una lista de verificación de la igualdad de género que lleva en su bolsillo desde hace décadas. Una lista a la que, por desgracia, todavía le faltan muchas cosas por marcar como conseguidas.

Pero si alguien puede enfrentarse a ese reto probablemente sea Sheryl. Hija mayor de Joel Sandberg, oftalmólogo, y Adele Sandberg, líder comunitaria, Sheryl fue una triunfadora desde el principio. Se graduó con una nota media de Matrícula de Honor en el instituto, se licenció summa cum laude en la Universidad de Harvard y obtuvo un MBA con la máxima distinción en la Harvard Business School.

Comenzó su carrera trabajando como asistente de investigación del antiguo economista jefe del Banco Mundial, Larry Summers, y más tarde se convirtió en su jefa de gabinete en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos cuando fue nombrado subsecretario del Tesoro durante la administración Clinton. En 2001 se trasladó a una pequeña empresa tecnológica llamada Google, y se incorporó como vicepresidenta de Ventas y Operaciones Globales en Línea. Allí ayudó a la empresa a ampliar su fuerza de ventas a miles de personas. Luego, en 2008, se unió a Meta (Facebook en ese momento) como directora de operaciones, dirigiendo las operaciones comerciales de la empresa y su expansión mundial. Hoy, 14 años después, esta multimillonaria ejecutiva y filántropa acaba de dejar su puesto como mano derecha del fundador de Meta, Mark Zuckerberg.

Está claro que Sheryl tiene toda la intención de utilizar su posición profesional para impulsar la paridad en el lugar de trabajo. Y aunque la pandemia ha sido destructiva a muchos niveles, también ha demostrado al mundo que podemos unirnos y realizar transformaciones colectivas si nos lo proponemos. Pero tal vez el cambio sistémico tenga que empezar desde la base. El objetivo es que desde el momento en que una mujer nace experimente el mundo como un lugar lleno de oportunidades y no de limitaciones. Eso es lo que Sheryl quiere para su propia hija y para las de todos los demás.

«Es interesante. Les decimos a los chicos a una edad temprana que son muy buenos en matemáticas. Y a las chicas les decimos que son mejores leyendo y escribiendo. Y he aquí que los chicos son mejores en matemáticas y las chicas son mejores en lectura y escritura», relata. Los videojuegos, añade Sheryl, son el perfecto ejemplo actual de cómo las mujeres y las niñas siguen siendo ignoradas. Es un punto de entrada fundamental para que los niños sientan curiosidad por la tecnología y la codificación informática y, sin embargo, «es una industria de hombres que construye juegos para niños, para hombres. Así que no hay un camino natural para las niñas. Y tenemos que cambiar esos estereotipos. Tenemos que hacerlo», afirma la ex directora de operaciones de una de las mayores empresas tecnológicas del mundo.

Hablando de eso, ¿qué pasa con el metaverso? ¿Qué papel desempeñará este nuevo espacio virtual en la igualdad de género? De entrada, poder elegir cualquier tipo de avatar para representarse en el espacio digital ya es un paso en la dirección correcta. Pero lo que Sheryl espera es ver qué ocurre cuando los primeros en adoptar esta nueva tecnología entren en contacto con los reticentes al metaverso.

«La verdad es que todas las tecnologías que se han inventado han tenido un uso fantástico y otro malo –apunta–. Los coches son cosas maravillosas. Nos llevan a los sitios más rápido. También matan a la gente. Por eso, las leyes como los límites de velocidad y las normas de circulación son realmente importantes. Creo que el metaverso es lo mismo. Hay gente que está muy emocionada. Y hay gente que está asustada, y necesitamos ambas cosas. Necesitamos a la gente que está emocionada por construir el metaverso y necesitamos a la gente que está nerviosa, para que mientras construimos evitemos el daño».

La propia Sheryl también está en la posición perfecta para ayudar a prevenir el daño, tanto en el metaverso como en su paso por Meta. Y es que, como dice la canción del musical Hamilton, ella está En la habitación donde ocurre. Ha formado parte de los debates críticos que se han llevado a cabo en Meta y que tendrán un impacto fundamental tanto en la empresa como en todo el universo online.

Por su parte, Sheryl está decidida a conseguir que más mujeres quieran ocupar puestos de liderazgo. Podrá lograrse cuando, como sociedad, eliminemos los escollos que ponen en duda la capacidad de la mujer para trabajar y criar una familia, y que también dificultan hacer ambas cosas al no ofrecer opciones asequibles para el cuidado de los niños. O teniendo una pareja que esté dispuesta a asumir su parte equitativa de las tareas domésticas. Que cambiemos la tendencia a desalentar la ambición y el empuje femeninos mientras sí la fomentamos en los hombres.

«A medida que los hombres se hacen más poderosos son más queridos. A medida que las mujeres se vuelven más poderosas son menos queridas. Las chicas, desde el primer año de instituto, empiezan a hacerse las tontas para atraer a sus novios. Los chicos no se hacen los tontos para atraer a las novias. Porque queremos chicos que sean inteligentes. Eso es algo que se admira. Ahora, espero que eso no suceda en todas partes. Pero estos son los estereotipos que debemos afrontar. Porque resulta que estar ‘en la habitación’ es realmente interesante», declara Sheryl.

Pero más allá de crear su organización Lean In para empoderar a las mujeres, de ser una defensora de la igualdad de género y de su anterior trabajo ayudando a dirigir una de las empresas más poderosas del mundo, Sheryl está predicando con el ejemplo de otra manera fundamental. Está mostrando a las mujeres que el éxito en el trabajo no significa tener que adherirse a las normas y códigos establecidos por los hombres. El mejor ejemplo de ello es la franqueza con la que ha hablado de sus propias luchas personales y de su dolor.

En 2015, el marido de Sheryl, Dave Goldberg, murió repentinamente. En una acción que sorprendió a muchos, la ejecutiva publicó un largo y sentido mensaje sobre su dolor en su página de Facebook. Esto no es algo que una persona en su posición –seamos sinceros– haga nunca. Pero la esperanza de Sheryl era que al ser abierta y sincera sobre lo que estaba pasando ayudaría a otros a aprender a sobrellevar su pérdida. Mientras escribo esto, ese post ha recibido 77.000 comentarios, 395.000 compartidos y 904.000 pulgares hacia arriba. La reacción fue abrumadora y motivó a Sheryl a coescribir otro libro superventas de The New York Times, Opción B, con el psicólogo Adam Grant, que se centra en cómo desarrollar la resiliencia y levantarse después de enfrentarse a la adversidad.

Ese tipo de transparencia es también la razón por la que Sheryl acudió de nuevo a Facebook en 2020 para anunciar su compromiso con Tom, el fundador y consejero delegado de la agencia de consultoría estratégica Kelton Global, con sede en Los Ángeles. «No pensé en ello como un documento público. Probablemente es la cosa más viral que jamás he hecho», cuenta Sheryl acerca del mensaje que publicó sobre el fallecimiento de Dave. «Haber vivido una tragedia y luego volver a encontrar el amor dio esperanza a mucha gente», añade con una sonrisa. «Una vez que la tragedia fue tan pública, hacer público el romance y, ya sabes, el final más feliz, pensé que era casi una responsabilidad».

Y aunque su compromiso es probablemente uno de sus recuerdos personales más felices, le hago a Sheryl una pregunta que la deja perpleja durante un minuto: de toda su carrera, ¿qué momento querría volver a vivir? «¡Dios mío, nadie me lo ha preguntado nunca!», confiesa.

Tras meditarlo un rato, su respuesta subraya hasta qué punto la promoción de otras mujeres se ha convertido en la piedra angular de su trabajo. «Contratamos a una mujer sensacional llamada Nicola Mendelsohn, y tuve una reunión con ella en la que le dije: “Vas a venir a Facebook y vas a hacer un trabajo increíble”. Viendo cómo ha progresado –ahora dirige las ventas globales– me gustaría volver y revivir aquello».

Y con ese último pensamiento, Sheryl salió por la puerta hacia su siguiente reunión. Lista para enfrentarse a lo que el mundo ofrece. Decidida a asegurarse de que, en un futuro no muy lejano, lo mismo se ofrezca a muchas más mujeres.




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