No es fácil ver a Pedro Almodóvar en eventos nocturnos ni saraos varios. Por eso su aparición en el concierto que Rosalía ofreció el pasado martes en Madrid es más llamativa y excepcional que la de otros rostros conocidos que se dejaron ver en las gradas del WiZink Center tarareando el estribillo de Despechá. Más aún teniendo en cuenta que el director de cine manchego, admirado internacionalmente, se aceró al backstage para saludarla y posar, como un fan más, con La Rosalía (y, de paso, con Belén Esteban). Esa admiración que el cineasta profesa a la catalana viene de lejos y va en aumento. De ahí que las teorías que señalan a Rosalía como una posible musa almodovariana tengan más de plausibles que de peregrinas. Si ya se estrenó como tal con un pequeño cameo en Dolor y Gloria, no sería de extrañar que el director le ofreciera en un futuro un papel más destacado –¿quizá protagónico?– en una de sus películas. Aquí, los motivos:
– Por su amistad y admiración mutua
La relación entre ambos ya forma parte de la cultura popular gracias a la anécdota viral que protagonizaron cuando Almodóvar le gritó aquello de: «¡Rosalía, guapa, que soy Pedro!» y ella pasó de largo. Era octubre de 2018 y en la madrileña Plaza de Colón se congregaron 11.000 personas deseosas de escuchar en directo El Mal Querer. Una de ellas era Pedro, que le gritaba como un fanático más ante la impasibilidad de la cantante. Poco después ella aclaraba lo que pasó en realidad: «En las actuaciones voy con unos cascos que te insonorizan completamente. Y yo no me enteré, ¡si lo llego a saber me paro y lo saludo la primera!». Una cortesía más que obligada teniendo en cuenta que, para entonces, el cineasta ya la había reclutado para interpretar un pequeño papel en el cine.
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