Nueva York enciende el apagón

El 9 de noviembre de 1965, a las 5:15 de la tarde, las luces de Nueva York parpadearon con violencia durante un minuto. Resultó una alarma silenciosa. Doce minutos más tarde la ciudad se apagó por completo. Un fallo en el fluido eléctrico sumió en la noche absoluta al noreste del país. Más de 30 millones de personas se quedaron, a la hora en que volvían a casa del trabajo y durante 14 horas, a oscuras. Al siguiente verano, como contó The New York Times, se produjo un repunte de nacimientos en los hospitales de la ciudad. La historia, bonita, ¿verdad?, es tan famosa como falsa. Cinco años después se demostró que aquel boom no había existido. Pero no importaba ya.

Desde entonces la leyenda urbana es historia real de la ciudad y del mundo. El ejemplo al que se recurre cada vez que un apagón o un huracán deja a Nueva York encerrada. También ahora. También en otras ciudades del mundo. Mejor eso, mejor pensar que eso es lo que hace la gente, amarse, besarse y disfrutar, al otro ejemplo, este sí, real, de la ciudad: el apagón de 1977. Agitados por la ola de calor y la ola de recesión, la noche del 13 al 14 se desató un caos de incendios, saqueos y vandalismo por las calles. El relato, el cómo se cuentan las historias y qué queda de ellas, más allá de la realidad incluso, es lo importante. Sucede hoy.

El sábado, el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció que ha autorizado que se celebren bodas virtualmente. Quien quiera, mientras dura el confinamiento, puede casarse por skype o zoom y celebrarlo, primero virtualmente con familia y amigos, y después, si están con la pareja, ya sin plasma, en tres dimensiones, que es mucho más divertido, húmedo y placentero. Como sabe bien, porque lo están contando los abogados matrimonialistas allí, que miles de personas rellenan ya los papeles del divorcio para cuando se abran las calles y los juzgados. Pero entre tanta desolación y malos augurios, mejor propiciar que este sea el confinamiento que, de verdad, trajo un boom de bodas. Y quizá, también, por fin, sin leyendas ya, de nacimientos. Y él, el gobernador que combatió con vida a la muerte.

David López Canales es periodista freelance colaborador de Vanity Fair y autor del libro ‘El traficante’. Puedes seguir sus historias en su Instagram y en su Twitter.

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