En ocasiones pensar demasiado y sentir demasiado es una desventaja que se traduce en unos síntomas tan emocionales como molestos: sensación de bruma mental, apatía, cansancio, sentimientos de miedo e inquietud… ¿Te suena? Quizá no identifiques todos los síntomas, pero si en este verano del coronavirus (ese pequeño matón que tantos problemas está creando a nuestra mente como a nuestro cuerpo) en vez de pensar en disfrutar de las vacaciones, sientes que ya no puedes más y no te apetece hacer nada de nada… tienes un problema que ni todos los canales de Youtube para relajarte va a arreglar. Seguramente has caído víctima de la sobrecarga emocional y quizá sea el momento de que aprendas a gestionarla.
¿Cómo puedes saber si sufres sobrecarga emocional?
Si no te acuerdas de dónde acabas de dejar las gafas. te sientes al borde del llanto o todo te enfada, te cuesta concentrarte en las cosas d más sencillas, las conversaciones ajenas han perdido interés y te cuesta seguir el hilo, ves mucho Netflix, pero te enteras de poco… Esa sensación de no poder con la vida y de que todo te afecta mucho es un síntoma claro de que tus emociones han tomado el poder.
Normalmente a este retahíla de síntomas mentales viene acompañada de otros físicos, el más reconocible de todos es el cansancio: todo te agota, aunque no haces nada en especial. Te cuesta un mundo cumplir con tus tareas rutinarias y hasta has pensado que deberías hacerte un análisis para comprobar que no tienes anemia: así de cansada te sientes.
¿Cómo puedes enfrentarte a la sobrecarga emocional?
En primer lugar… enfrentándote a ella. No tiene sentido que niegues tus emociones, es más sano que empieces a reconocer tus sentimientos ante la situación que estás viviendo para poder afrontar el día a día de otra manera. Si estás asustada, frustrada o melancólica por la situación permítete el lujo de sentir esas emociones y trabajar en ellas para poder darles el lugar que les corresponde en vez de ocultarlas y que se conviertan en una maralla de sentimientos en tu interior que te impide avanzar.
– No responsabilices a los demás de lo que sientes. No culpes a los demás de tu enfado, deja de pensar que el mundo te ataca. No puedes controlar las circunstancias ni las acciones de los demás pero sí lo que decides hacer sobre esas acciones y circunstancias. Traza un plan y actúa en consecuencia en vez de dejar llevarte por el victimismo.
– Corta ya con los pensamientos negativos. Tu vida no es solo emoción y no está de más que lo recuerdes. Si todo lo que tu mente te dice a diario es “no puedo más” no es extraño que te sientas agotada. No le concedas todo el poder a la parte más emocional de tu mente, identifica los mensajes negativos que tu cerebro te lanza a diario y cámbialos de forma consciente. Recuerda: nada es totalmente negro o blanco.
– Construye un paraíso de calma y tranquilidad. Necesitas unas vacaciones, pero de ti misma. Reserva un tiempo al día para un hobby (no vale ver la tele), algo creativo que te ayude a relajarte. También puedes empezar de una vez a recopilar y aprender técnicas de respiración que te ayuden a manejar la ansiedad y el estrés. Ten una cita contigo misma y la tranquilidad a diario y cogerás fuerzas para enfrentarte a tus emociones.
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