Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas: así es la mujer que está al frente de 85.000 voluntarios contra la crisis del coronavirus

Natalia Peiro (Madrid, 1975), licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense, empezó a trabajar en Cáritas Española en 2002 como secretaria de dirección, más tarde como técnico de cooperación internacional y luego como directora del área de comunicación. Desde 2017 es su secretaria general. A sus 44 años, madre de cuatro hijos, es la primera mujer que ocupa el puesto en los 70 años de vida de la institución. Mueve un ejército de 81.000 voluntarios, con el que en 2019 atendieron a 1.400.000 personas en nuestro país. Pero el coronavirus ha disparado las cifras en una sociedad donde el 70% aún no había percibido la recuperación de la crisis de 2009. Según los últimos datos de la organización, han aumentado un 30% los hogares que se sitúan por debajo del umbral de la pobreza severa (menos de 370 € para una persona y menos de 776 € para dos adultos y dos menores). Eso supone siete de cada diez familias atendidas en Cáritas, un millón de personas.

Mujerhoy ¿Cómo se está enfrentando Cáritas a la crisis provocada por la pandemia?

Natalia Peiro Con mucha preocupación y mucha angustia, porque con esta crisis social y económica que ha traído la crisis sanitaria llovía sobre mojado. Todavía mucha gente arrastra las consecuencias de la de 2009. Esa situación te hace más vulnerable. No es lo mismo pasar un confinamiento en una casa de 100 m2 junto a tu familia, que en un asentamiento, en una casa de personas sin hogar o en una habitación realquilada con otras familias.

M.H. ¿De qué manera se ha multiplicado la pobreza?

N.P. 400.000 personas no están recibiendo ningún ingreso ni ayuda. Tienen que ir a las ONGs y a Cáritas para comer y pagar el alquiler y los suministros. Algunas Cáritas, como las de Madrid o Barcelona, han triplicado las ayudas.

M.H. ¿Qué hay que hacer para salir adelante de forma eficaz?

N.P. El ingreso mínimo vital nos parece una muy buena noticia. También creemos que es necesario ofrecer más vivienda pública en alquiler y que se prorrogue la paralización hasta fin de año de los desahucios para quien no tenga alternativa. También se debe tener en cuenta que hay demasiadas personas irregulares: no hay repatriaciones ni expulsiones, pero tampoco se les dan derechos. Atendemos a 300.000 personas en situación irregular al año.

M.H. Hay muchas personas que critican el ingreso mínimo vital…

N.P. Creo que va a ayudar a muchas personas a salir adelante. El problema es que hay mucho ruido político. Pero Cáritas habla solamente de la parte social y de la lucha contra la pobreza. Y deberían confiar en nosotros, porque la conocemos bien…

M.H. ¿Qué es lo que más preocupa a Cáritas sobre la crisis?

N.P. El hecho de que la reconstrucción se haga sobre los mismos modelos económicos que tienden a dejar a las personas atrás. Si eso sigue sucediendo, habrá siempre una bolsa de gente vulnerable que necesitará ayuda. En un país como España no nos podemos permitir esto. La pobreza erosiona la paz social. Lo importante no es dar bolsas de comida a la gente, no es eso lo que queremos, sino cambiar el modelo económico.

Lo importante no es dar bolsas de comida a la gente, sino cambiar el modelo económico».

M.H. ¿Cómo nos recuperaremos de esta crisis?

N.P. Sería mejor un Gobierno fuerte, este tiene muchas dificultades para sacar adelante cada proyecto. Las ayudas europeas van a ser muy importantes, estamos mejor armados que en la anterior crisis.

M.H. ¿Cómo es la pobreza en España?

N.P. No es solo una persona tirada en un cartón en la calle. Hay muchas familias que, a pesar de trabajar, no pueden tener un proyecto de vida. Hay personas mayores discapacitadas, inmigrantes aislados, personas con problemas de salud mental o que viven en barrios muy degradados. En España, hasta la pandemia, había 1.200.000 personas que llamamos “expulsados”.

M.H. Hay muchos pobres que lo son aunque tienen trabajo. ¿Por qué?

N.P. El empleo precario y la economía sumergida son muy altos. Y los sectores que crean empleo ofrecen puestos poco cualificados y contratos temporales y parciales. Atendemos a muchos hogares en los que trabaja una persona, pero no puede atender las necesidades de la familia. Suelen ser familias monoparentales.

M.H. Mucha gente parece que no quiere ver esa pobreza…

N.P. Yo creo que influye el ritmo de vida frenético. Y la capacidad de autocensura. Ves el canal que dice lo que quieres escuchar, el Twitter que ratifica lo que piensas. Eso produce desinformación que hace que se perciba al otro con miedo. La pobreza genera desconfianza porque la información tan politizada genera miedo.

M.H. ¿Nos quedarán fuerzas para ayudar a los que tienen menos?

N.P. Nos hemos replegado con el coronavirus y va a ser difícil hacer entender a la gente que otros están peor. El miedo genera egoísmo. Desgraciadamente, en Siria, Grecia, Líbano, Canarias… todo se va a agravar. La gente va a seguir moviéndose no por un efecto llamada, sino por un efecto salida, porque no está bien donde está.

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