El 23 de junio de 2012 la heredera del clan italiano de la moda Missoni, Margherita, se casaba con su novio, el piloto Eugenio Amos, en la que se recuerda como la boda más romántica, más bohemia y con más gusto de la década. Algo que quedó negro sobre blanco en las crónicas de aquel día, escritas por la flamante pluma de dos invitadas: Suzy Menkes, en The New York Times, y Franca Sozzani, en Vogue Italia.
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El lugar elegido para el convite fue un bosque centenario propiedad de la matriarca Angela Missoni y la ceremonia se celebró en la coqueta iglesia de Santa Maria Annunciata en Brunelli, cerca de Varese, en Lombardía. “Sonaba una banda gitana, los artistas ambulantes se colgaban como acróbatas de etéreas telas y toldos de rayas que protegían las mesas de la fina lluvia que caía. Esta bucólica fiesta en el campo de Varese parecía una nueva versión elegante de La Strada, de Federico Fellini”, contó la legendaria Menkes. De hecho, la celebración terminó a las cinco de la mañana con los invitados bailando bajo la carpa de circo original de la película, que es la cinta favorita de Margherita. Nada es más honesto que un sueño, parafraseando al director italiano. El almuerzo, compuesto por una degustación de cocina árabe, se sirvió como un refinado picnic sobre cojines, manteles y alfombras decorados con los icónicos estampados Missoni. “La vista era tan hermosa, joven y sofisticada como se podría esperar. Desde la cristalería hasta el servicio, todo estuvo envuelto de un halo de elegancia y perfección”, dijo entonces la hoy recordada Sozzani. La magia del ambiente se completó con fardos de heno iluminados, caravanas romaníes pintadas e incluso la presencia de un místico adivino.
El vestido que inspiró a toda una generación
Casi una década después, las novias de la generación millenial –a la que pertenece la propia Missoni–, siguen copando sus tablones de inspiración en Pinterest con fotos de aquella velada. Según contó la propia Margherita después del enlace, llevaba soñando con el día de boda desde que era niña. Y cuando llegó, llevó un vestido de cuento de hadas, en palabras de Franca Sozzani, con una historia única: 15 años atrás, inspirada por un flechazo, recortó de una revista la fotografía de un vestido que atesoraría desde entonces. Junto a su madre Angela y con la supervisión de su íntimo amigo, el diseñador Giambattista Valli (invitado al evento) recreó el vestido de sus sueños.“El vestido fue hecho por las mujeres que me vieron crecer, siguiendo mis instrucciones precisas y con el asesoramiento de alta costura de Giamba”, tuiteó la propia novia después de enlace. Era blanco, como manda la tradición, y fue elaborado con seda y organza de Missoni. Estaba salpicado de delicados detalles florales a lo largo del escote y en el cuerpo, tenía mangas princesa con volumen en los hombros y lo llevó con un bouquet irregular de flores frescas. Margherita se recogió el pelo en una serie de trenzas, llevó un larguísimo velo bordado y decoró el peinado con una antigua y romántica tiara, detalles que le daban un aire de novia aristócrata.
La relevancia de aquel alabadísimo vestido se mide hoy por la cantidad de fotos del enlace y la fiesta que riegan las redes sociales.
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La lista de invitados terminaba de confirmar el estatus social de los novios: la ex directora de Vogue París Carine Roitfeld (que acudió con un atuendo de inspiración cíngara), el fotógrafo Mario Testino (al que solo se pidió que disfrutara, no que tomara los retratos), o el editor Stefano Tonchi. Tatiana Santo Domingo (esposa de Andrea Casiraghi) y Eugenie Niarchos (de la legendaria familia de armadores griegos) fueron las damas de honor de Marherita, junto a su hermana Teresa. También asistieron Dasha Zhukova (empresaria de origen ruso, coleccionista de arte, editora de revistas y filántropa, actual mujer de Stavros Niarchos III y exesposa del oligarca Roman Abramovich), la socialité italiana Bianca Brandolini D’Adda, la aristócrata Beatrice Borromeo (mujer de Pierre Casiraghi), la estilista Anna Dello Russo (vestida de Oscar de la Renta), la diseñadora Sara Battaglia (hermana de la editora Giovanna Battaglia, que escogió un diseño de Dolce & Gabbana) o Charlotte Olympia Dellal, amiga íntima de Margherita y creadora de sus zapatos de novia. Incluso la fecha era especial: el 23 de junio no solo es el día más largo del año (y víspera de la mágica noche de San Juan), sino que además coincidía con la Semana de la Moda Masculina de Milán, y ese mismo lunes los Missoni presentarían su nueva colección.
“Nunca fui la novia cándida, pero éramos tan inocentes y confiados… El matrimonio no es como esperaba, pero dejadme deciros que con el tiempo es mucho mejor”, recuerda ahora la novia, a través de Instagram, sobre el día en que cumplió el sueño nupcial de toda una generación.
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