Padre rico y madre pobre. En esa disyuntiva creció Luis Gordillo, nacido en Sevilla pero criado como artista en París, donde aprendió todo lo que sabe –y aún aplica– de las vanguardias pictóricas. Él ha contado más de una vez que su familia paterna, los Rodríguez Galindo, de la burguesía vallisoletana, no estaban muy de acuerdo en que el padre de Luis se casara con Rosario, una chica de Triana de extracción humilde. “Era gente muy rica que no trabajaba y que mantenía una gran tensión con la familia de mi madre, que era de Sevilla y muy popular". Ni siquiera cuando esa rama materna empezó a hacer fortuna con la fabricación de ladrillos la relación mejoró. De ese enfrentamiento, dice Gordillo, nació él, que se define a sí mismo como "un cóctel molotov".
Estudió Derecho por tradición familiar, pero nunca se vio a sí mismo vistiendo la toga. Hoy, el creador que está considerado precursor de “la nueva generación madrileña”, es noticia porque encabeza el Índice de Notoriedad 2019 que publica el portal de arte contemporáneo Arteinformado. A sus 85 años, es el artista español que más expone, con 17 muestras en los últimos dos años, récord que logra después de una carrera de reconocimientos que incluyen el Premio Nacional de Artes Plásticas, la Medalla del Oro de las Bellas Artes o el nombramiento como Hijo Predilecto de Andalucía.
Vocación de músico
Pero ni siquiera lo que quería Gordillo era ser pintor: "Pronto me fui dando cuenta de que dedicarse a la música culta contemporánea era mucho más difícil y casi imposible", dijo en su discurso de agradecimiento al recibir el Doctor Honoris Causa de la Universidad de Castilla La Mancha en 2008.
Por eso se matriculó en la Escuela de Bellas Artes Santa Isabel de Hungria, donde tuvo como profesor a Miguel Pérez Aguilera, que además de pintor fue ilustrador de las revistas Haz y La Estafeta Literaria. Fue uno de los pocos docentes que le marcó, y con él compartió su pasión por la música, que ambos trasladaron a sus obras.
A pesar de venir de una familia sin problemas económicos, la carrera de Gordillo con los pinceles no fue fácil. Entre otras cosas, porque nunca quiso renunciar a su estilo, lo que le dificultó la venta de sus creaciones en una determinada época de su carrera. Esa "rebeldía" la mostró incluso en su etapa de formación, cuando dejó las clases con un "ilustre pintor" en la escuela de bellas artes por una disputa que mantuvieron en referencia al color de las sombras que se hacían sobre el brazo de una modelo. "Me fui a París, y a la vuelta, para el nuevo curso decidí que las sombras del verde no es que fueran o no verdes, es que no había brazo". Había entrado en el informalismo matérico, un estilo abstracto que incluye otros materiales –arena, chatarra, vidrio– además de la pintura.
Sobre aquellas dificultades para vender un lienzo, Jesús Álvarez le preguntó en ABC: “¿Nunca se planteó pintar un retrato del Rey como Carmen Laffón?”, a lo que Gordillo contestó: “Ella los hace muy bien y eso forma parte de su estilo. Yo hago un retrato y después me fusilan”. Con esa contundencia, y ese humor, explicó que nunca había recurrido a hacer efigies de personajes conocidos y vivos, pues lo que él hizo para salir adelante en los años malos fueron copias de cuadros de Van Gogh o Monet que vendía por 500 pesetas en la zapatería de un amigo de Sevilla. “No las firmaba. Ahora algunos de los que las compraron quieren que las firme para darle más valor”.
Artista cotizado
Tienen razón quienes le piden hoy su autógrafo, pues los lienzos de Gordillo han ido cotizando cada vez más al alza. Hace diez años su lienzo “Trío” fue subastado por Christie’s por 160.000 euros yen 2017 su enorme tríptico “Blancanieves y el Pollock feroz”, pintado en 1996, alcanzó los 120.000, un precio inusual en el actual mercado del arte.
Gordillo, muy influido por el psicoanálisis, siempre ha reconocido que su obra está dividida entre las que han sido motivadas por la razón y las que lo han sido por el sentimiento. Pero es difícil hablar de su trabajo citando un solo estilo o una única temática gracias, como dijo el exdirector del Museo del Prado Francisco Calvo Serraller, "a los grandes recursos de su invención y su energía". Por eso, desde que pinto su primer lienzo en la década de los 50 hasta hoy, Gordillo ha variado de tema y formas como le ha apetecido: empezó en su casa con colas y papeles al estilo del catalán Antoni Tàpies, pero también se ha dicho siempre de él que es el artista que mejor ha interpretado y adaptado en España el arte pop.
Residente en Madrid, en los últimos años ha reconocido que es más andaluz de lo que siempre ha querido reconocer. "Fui un joven mustio", dice de aquellos años en los que aprendió a pintar captando los claveles que su madre plantaba en la azotea de su casa del barrio de La Florida. "Recuerdo que en mi infancia se celebraban los bautizos y otras fiestas con flamenco. Ahora admito que yo era de mi madre y de Sevilla.”
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