Cuando Ivanka Trump y Jared Kushner asumieron sus primeros trabajos en la Casa Blanca en 2017, seguramente asumieron que ocho años después volverían a Nueva York y serían coronados rey y reina no solo por un exclusivo conjunto social, no por toda la ciudad; no, por todo el globo. Vogue les sacaría en su número de septiembre. Los billonarios les suplicarían que se sentaran en los consejos de sus empresas para ganar credibilidad. La gente gritaría “¡Os quiero, Javanka!” cuando pasearan por la calle. Los políticos les pedirían constantemente presentarse a la presidencia. Penguin Random House entraría en una guerra para publicar sus memorias, diciéndole al New York Times, “¿esos 65 millones que ofrecimos a los Obama? Calderilla comparado con lo que venderemos por estos dos”. Cuando fueran presentados en grandes conferencias, la gente diría, de Jared, “y ahora, por favor, ¡demos la bienvenida al hombre que trajo la paz a Oriente Medio!”. Los líderes mundiales harían lo contrario a poner una cara de “¿quién narices es esta persona y por qué está aquí?” cuando la hija del presidente les hablara.
En cambio, han sido echados del lugar de forma poco ceremoniosa solo después de cuatro años, con unas reputaciones significativamente peores que cuando empezaron. Para ser claros, nadie ha suspirado por una audiencia con la pareja antes de que Donald Trump fuera investido, pero tampoco fueron denigrados entre las personas cuyas opiniones una vez y seguramente ahora también les importan. Se dice que ahora solo una pequeña parte de Manhattan espera con ansias su regreso. “Cualquiera con un mínimo de respeto por sí mismo, una carrera, valores, respeto por la democracia, o quien no quiera que sus amigos los juzguen en público y en privado se quedará al margen”, le contaba un antiguo amigo de la pareja a Emily Jane Fox, algo que probablemente tiene que ver con la separación de niños inmigrantes y las posibles sentencias de prisión y su despreocupación por las víctimas del coronavirus en Nueva York.
No es sorprendente que la extrovertida primera hija parezca haber iniciado un plan urgente de control de daños, intentando probar, a través de tweets que deberían ir acompañados de datos corroborados, que en la administración de Trump no están las peores personas. Por ejemplo, el jueves, Ivanka escribía esto:
"HECHO: los gases de efecto invernadero generados por Estados Unidos descenderán un 9,2% este año, bajando al mínimo nivel en al menos tres décadas @EPA" (Ivanka Trump)
… lo que podría sonar impresionante si no fuera por el hecho de que hay una razón para que la cantidad de gases de efecto invernadero haya bajado y es que su padre (y su marido) realmente arruinaron la respuesta pandémica del país, llevándolo a la muerte de 250.000 estadounidenses y a una situación en la que nadie puede ir a ninguna parte. Como el diario USA Todayexplica:
… el estudio dijo que las emisiones de Estados Unidos han estado bajando desde 2008, principalmente gracias a la menor dependencia de la electricidad en el sector del carbón. “De hecho, estimamos que sin la COVID-19, las emisiones habrían sido un 1% más bajas en 2020 que en 2019”, dijo el estudio. “Esto implica que la COVID-19 por sí misma ha bajado las emisiones de Estados Unidos un 8% en 2020”.
También:
El estudio incluyó una advertencia a sus resultados: “2020 vio un gran incremento en los incendios en Estados Unidos y, si estuvieran incluidas en nuestro análisis, sus emisiones compensan parcialmente la caída en las emisiones procedentes de la actividad humana”. Los incendios forestales son otra fuente de emisiones de dióxido de carbono en nuestra atmósfera. “Los fuegos en Estados Unidos en 2020 son parte de una tendencia global, desde 2019, cada vez ocurren más incendios forestales en zonas templadas”, explicó el estudio.
Las noticias sobre la caída de las emisiones de gases de efecto invernadero no es necesariamente algo que celebrar. “La cantidad de dolor por el que hemos tenido que pasar para llegar a una bajada relativamente modesta muestra que existe la necesidad de adoptar políticas más inteligentes y pensar de igual manera sobre las emisiones”, Ethan Zindler, jefe de BloombergNEF en América, le contó al Washington Post. “El énfasis no tiene que estar en cómo reducir la demanda, si no en cómo hacer que el suministro sea más verde”.
Por supuesto, si el padre de Ivanka hubiera ganado un segundo mandato, algo que definitivamente no ha conseguido a pesar de lo que él diga, continuaría intentando enterrar al planeta, algo que ha tratado hacer activamente desde que llegó a Washington.
También el martes, Ivanka, al igual que su padre, aparentemente intentó sugerir que la administración de Trump debía ser reconocida por que el promedio industrial de Dow Jones alcanzara un nuevo récord:
Extrañamente, Ivanka no mencionó el hecho de que su padre hubiera afirmado que la bolsa de valores colapsaría si Biden era electo:
…Ni tampoco mencionó que la razón por la que Dow esté al alza es que los inversores parecen estar aliviados por el hecho de que Biden vaya a ser presidente.
En cualquier caso, a pesar de los esfuerzos de Ivanka por rehabilitar su imagen, parece que la pareja ha leído las pintadas en la pared y planea, supuestamente, pasar menos tiempo en su antigua ciudad de lo que pasaban antes de 2017. Según informa el New York Times:
Los funcionarios de la ciudad de Bedminster, Nueva Jersey., tienen los planes para un posible futuro de la familia Trump, o al menos los planos: una adición importante para la casa de Ivanka Trump y Jared Kushner en las tierras del Club de Golf Nacional de Trump, cuatro nuevas canchas de pickleball, un helipuerto reubicado y un complejo de spa y yoga. Mientras Manhattan espera saber si se producirá el regreso de la familia Trump, Ivanka y su marido parecen estar haciendo sus planes en otra parte: un Garden State recluido tras puertas con seguridad quizás, o Florida, donde el presidente Trump está renovando su finca de Mar-a-Lago.
“De una extraña forma, lo pasarán peor que el propio Trump”, ha dicho Donny Deutsch, de Nueva York, a la reportera Elizabeth Williamson. “Él es detestable pero más grande que la vida. Los otros dos son los desafortunados secuaces que lo acompañaron”.
Este artículo forma parte de una versión más extensa publicada en la versión estadounidense de Vanity Fair. Acceda al original aquí.
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