Junto a la lavarse las manos a menudo, quedarse en casa y mantener la distancia social en el supermercado el consejo sanitario más extendido para reducir el riesgo de contagio del coronavirus es no tocarse la cara . Algo que es más fácil de decir que hacer. Nos tocamos la cara sin darnos cuenta cuando nos aburrimos, cuando nos estresamos, estamos ansiosos, nos pica algo… básicamente, nos tocamos la cara sin parar. ¿Pero somos capaces de controlar con nuestra fuerza de voluntad este movimiento inconsciente? Científicos de la Universidad de Nevada en Las Vegas, creen que sí y han publicado una serie de pautas que nos pueden ayudar.
El primer paso es tomar conciencia de cuándo y por qué te tocas la cara (porque me picaba algo, porque estaba nerviosa, porque estaba aburrida…). Para que esa toma de conciencia sea más afectiva apunta en un diario esas situaciones en las que te has tocado la cara y qué estabas haciendo y sintiendo en ese momento.
Al llevar ese registro te darás cuenta de que existe una pauta, una serie de motivos que te llevan a tocarte la cara. Pues bien. es el momento de reemplazar ese toqueteo facial por otra conducta que no te ponga en riesgo de contraer el coronavirus. ¿Opciones? Los expertos de la Universidad de Nevada proponen varias: apretar los puños, sentarte sobre tus manos, presionar las palmas de las manos sobre los muslos… el truco es mantener la manos ocupadas en una postura cómoda que las tenga bajo control por lo menos durante un minuto (o hasta que desaparezca la necesidad de tocarte la cara).
Además de decidir en qué vas a emplear tus manos cuando tengas ganas de rascarte la nariz o frotarte los ojos debes elaborar una lista de cosas a cambiar en tu entorno para evitar las situaciones en las que sueles recurrir a tocarte la cara.
Por ejemplo, si tu melena rizada suele hacer que se te escapen pelillos y te provoquen cosquillas y picores en la cara, abandona durante la crisis del coronavirus tu estilo de melena al viento habitual y hazte fan de los recogidos, las diademas y los coleteros (¿Y quizás un golpe de laca para los pelillos más rebeldes?) Si tus gafas están mal ajustadas y te obligan a subirlas una y otra vez, cuando abran las ópticas de nuevo pide que las ajusten y mientras intenta solucionar el problema en casa con gomas para el pelo para evitar que se deslicen… Estás en cuarentena y tienes todo el tiempo del mundo para hacer un diario de conductas y pensar soluciones.
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