Fue a mediados de los años setenta cuando Carmen Cervera (Barcelona, 1943) acudió a una médium por primera vez. Tenía 30 años y quería comunicarse con su marido recién fallecido, el actor Lex Barker. Escéptica al principio, Tita pidió una prueba para asegurarse de que hablaba con el famoso intérprete de Tarzán y no con otro espíritu. “Lex dijo que iba a entrar un gato en la habitación”, contó la coleccionista a Interviú en 2010. Y así sucedió.
Desde entonces, se comenta que, cuando la incertidumbre invade a la baronesa Thyssen, busca respuestas en las artes ocultas. La rumorología también afirma que, obviamente, nunca se deja peinar para evitar posibles conjuros. Carmen lo desmiente categóricamente. “Hay mucha leyenda urbana. ¡Este tipo de cosas me hacen reír! Durante mi vida he ido a peluquerías. No me molesta que me toquen el pelo… ¡sino que me lo tomen! Creo que el futuro lo vas haciendo con decisiones responsables. Unas son acertadas; otras no tanto. No dirijo mi vida en función de las cartas o de los posos del café", confiesa desde su residencia de Andorra, donde vive junto a sus dos hijas Carmen y Sabina, de 13 años y precursoras de la formación a distancia desde pequeñas. “Han sacado notables y sobresalientes”, presume Tita.
Su hijo mayor, Borja, vive en una casa contigua y ha superado el coronavirus. Tardó unas semanas en avisar a su madre, lo que suscitó rumores de distanciamiento. “No quiso alarmarme. Mi cariño hacia él nunca cambiará”.
La aristócrata contesta por correo a mis preguntas y la imagino como en esta imagen que el fotógrafo Jonathan Becker tomó en 2017 en su domicilio del principado: perfectamente vestida a pesar del confinamiento, luciendo esa sonrisa píca naif, y poniendo siempre buena cara al mal tiempo. “Trabajo, responsabilidad y generosidad”, responde cuando le pido cuál sería su receta para la reconstrucción económica del país tras la pandemia. La entrevista tiene lugar antes de la muerte de **Manolo Segura**, padre biológico de Borja, y la polémica por la posible venta del Mata Mua que ella desmiente categóricamente.
La baronesa está inmersa en la escritura de sus memorias: “Mis hijas, Carmen y Sabina, ya saben quién es su padre”
Su particular granito de arena durante esta crisis del COVID-19 ha sido aplazar la negociación de la cesión de su pinacoteca con el Estado hasta el 30 de septiembre. “Todo el mundo sabe que mi voluntad es que la colección siga aquí”. Estas semanas, en vez de refugiarse en el esoterismo, Tita ha encontrado un antídoto para el futuro vacilante en la escritura de sus memorias. Es su gran plan para los meses venideros, aunque no tiene editorial ni fecha de lanzamiento prevista todavía. El próximo año sería una fecha redonda para que su biografía oficial —hay varias no autorizadas— viese la luz. En mayo de 2021 se cumplen 50 años de su coronación como Miss España.
Tita promete abrirse en canal. “Lo voy a contar todo. ¿Por qué no?”. Entre los episodios de su vida hay pasajes alegres, incómodos y polémicos. Quizá sea el momento de desvelar uno de los grandes misterios de su historia: el nombre del padre de sus hijas, nacidas en 2006 por gestación subrogada —que muchos atribuyen a su hijo Borja—. Antes de nuestra —virtual— despedida, le pregunto si las gemelas ya saben quién es. “Sí”, finaliza breve la baronesa. ¿Todo lo demás? Próximamente, en sus librerías de confianza.
‘Call me Tita’Cincuenta años no son nada
En mayo de 1961 Carmen Cervera, una joven catalana de 18 años hija de un mecánico y un ama de casa, ganó el certamen de Miss España. “Guardo un buen recuerdo”, confiesa ahora Tita, quien quedó tercera en Miss Mundo ese mismo año. Probó suerte en el cine, pero donde la encontró fue en el amor. En 1965 se casó con el actor Lex Barker y conoció el Hollywood dorado, incluidas a estrellas como Marilyn Monroe. Tras enviudar, contrajo matrimonio con Espartaco Santoni, del que se divorció tres años más tarde. En 1985 repitió con el barón Heini Thyssen-Bornemisza, de cuya muerte ahora se cumplen 18 años. “Si hay algo de lo que me arrepiento, se me ha olvidado", finaliza. Genia y figura.
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