El futuro político de los Trump no parece tan decidido hoy como antes de la investidura de Joe Biden. La principal herramienta para desactivar al clan, el segundo impeachment contra el ya expresidente Donald Trump, parece más lejana que nunca, mientras los republicanos cierran filas en el Senado junto a su exjefe. Pero, al mismo tiempo, el resto de miembros de la famiia prepara su asalto al poder. La mejor posicionada es Lara Trump, mujer de Eric, segundo hijo del expresidente y el más fiel a su padre junto a Don Jr. Pero en Washington todas las miradas se dirigen a Ivanka, cuya mudanza a Florida junto a su marido Jared Kushner, tras haber renunciado a su antigua vida en Manhattan, parece esconder intenciones políticas.
En concreto, las del Senado. Un escaño que lleva 10 años en manos de Marco Rubio, uno de los escasos representantes latinos de los republicanos, y que durante esta legislatura fue uno de los más firmes aliados de la familia. O, al menos, hasta que se negó –a última hora– a participar en el juego de deslegitimar las elecciones. La situación actual para Rubio es difícil: es uno de los más senadores más ruidosos a la hora de oponerse al impeachment de Trump (que se decide en su cámara y que necesita el apoyo de 17 de los 50 senadores republicanos para prosperar: hoy sólo cinco abogan por facilitar el proceso), pero tampoco puede ignorar los movimientos de la familia.
En concreto, los de Ivanka: todos los mentideros políticos aseguran que Ivanka y su marido Jared no han renunciado al sueño de que la hija favorita de Donald ostente un relevante cargo político, y que esa sería la razón de su mudanza a Florida. El estado, tradicionalmente republicano, también es pro Trump, algo que Rubio comprobó dolorosamente en 2016: el senador de raíces cubanas se encontró en las primarias presidenciales de ese año con que Trump casi le dobló en votos. Una derrota que le hizo abandonar la carrera presidencial, envainar sus insultos contra Donald Trump ("lunático" e "incapaz" fueron dos de los más suaves; en los más graves, ambos se midieron metafóricamente los penes, entre alusiones a la masculinidad del otro) y ponerse del lado del líder de la gorra roja.
Rubio también podría ser la víctima perfecta para la maniobra que prepara el expresidente: Donald quiere volver en 2024, ya sea al frente de su propio partido (una posibilidad abdsurda, pero también lo era que un magnate endeudado ganase las primarias republicanas en 2016) o aprovechando el aparato de los republicanos. Al expresidente le queda una externsísima base de votantes convencidos de sus mentiras (hoy, cerca de la mitad de los votantes republicanos cree de verdad que Joe Biden ha llegado a la Casa Blanca de forma fraudulenta) y ya ha lanzado un primer aviso a navegantes: las primarias de cada escaño a congresista o senador dependerán en muchos casos de a qué candidato apoye el expresidente, que acaba de abrir su oficina política. Y Florida podría ser el escenario perfecto para demostrar esa estrategia. Vital para los objetivos republicanos en 2022 de recuperar el control del Congreso y el Senado.
Con el apoyo de Trump, su hija Ivanka tendría más o menos fácil arrebatarle la candidatura a Rubio y el escaño con ella. Algo de lo que Rubio es consciente: en una reciente intervención en Fox News, Rubio se mostraba visiblemente nervioso ante ese escenario. El senador perdió el hilo en varias ocasiones, aseguró que Ivanka "me gusta", y terminó reconociendo que "me estoy preparando para un enfrentamiento muy ajustado contra un rival muy difícil [en las primarias]".
Ivanka todavía no se ha pronunciado, pero fuentes cercanas a la famlia Trump dan por hecho su entrada en la carrera senatorial. La misma a la que en Carolina del Norte aspirará Lara Trump, cuñada de Ivanka y experta en recaudar fondos para las campañas políticas de su suegro.
Fuente: Leer Artículo Completo