Isabel Reig, la mujer al frente de la farmacéutica española que fabricará la vacuna de Johnson & Johnson

Isabel Reig López es la pequeña de cuatro hermanas, nacidas entre los años treinta y cuarenta, décadas en las que no tener hijos varones era el final de muchas empresas en España. Muchos padres ni lo intentaban y dejaban los negocios en manos de algún empleado, un comprador o un yerno. No fue el caso del padre de Isabel, Ramón Reig Jofre, nacido en Vilallonga del Camp (Tarragona) a principios del siglo XX. Él mismo era un ejemplo de los tiempos: heredó la pequeña farmacia de su suegro en el barrio barcelonés de Gràcia, pero no quiso que ocurriera lo mismo cuando él y su esposa tuvieron a Montserrat, Núria, Maria Rosa e Isabel.

A todas las metió en el negocio y les exigió compromiso, pero fue la pequeña quien más en serio se tomó el encargo. "No me extraña", cuenta alguien que la ha tratado en el sector y la describe como una mujer "educada y tranquila, pero muy tenaz". Tanto, que hoy se ha anunciado otro logro para su empresa, Reig Jofre: ser la encargada en España de fabricar la vacuna patentada por Johnson & Johnson contra el coronavirus.

La historia de ‘los Vinco’

A la familia de Isabel Reig se la conoce aún en algunos círculos barceloneses como "los Vinco", nombre del laboratorio en sus primeros años, muy popular debido también al que fue su producto estrella: el Vincosedán, un tranquilizante del que llegaron a vender 200.000 cajas al mes. El caso de Isabel y sus hermanas es un tanto excepcional porque aunque las dos mayores no estudiaron Farmacia porque les pilló la Guerra Civil, sí estuvieron involucradas en la empresa desde muy jóvenes. Fueron Maria Rosa e Isabel quienes cursaron los mismos estudios que su padre y su abuelo y quienes más peso han tenido en la compañía.

Así recordaba la actual presidenta cómo empezó su trayectoria laboral: "Fue el año que debía empezar la carrera, pero una epidemia de gripe muy fuerte retrasó las clases. En el laboratorio estaban desbordados, así que mi padre me puso a a envolver, uno por uno y en papel de plata, los supositorios que se vendían para combatir los síntomas". Y ahí sigue desde entonces, presidiendo una empresa con cuatro sedes: la de Sant Joan Despí (Barcelona), dos en Toledo y una en Malmö (Suecia) que opera en 70 países.

En los años setenta se unió al equipo su esposo, Joan Maria Biosca. Químico especializado en el sector de los curtidos, vivió un momento de crisis laboral y personal y aceptó la oferta de su suegro de unirse al laboratorio. Fue él quien rebautizó la empresa como Reig Jofre en honor de su suegro para relanzar una marca que en esos años, además de pastillas y jarabes, ya fabricaba inyectables.

Con la pareja Reig Biosca el edificio de tres plantas en la calle Pi i Margall de Barcelona se convirtió en uno de seis, ejemplo elocuente del buen momento que vivía la marca. Pero en 1973 la crisis del petróleo los puso en jaque. El precio de las materias primas se puso por las nubes y la producción se encareció considerablemente. "Sanidad se negaba a bajar subir el precio de los medicamentos y nosotros hacíamos cada Vicosedán con 600 mgm de glutamina que había aumentado su precio por tres aquel año", contó ella en unas charlas celebradas en 2018 el Círculo de Economía. Fue el momento de pedir créditos con intereses que ella misma denominó "casi de usura" y cuando falleció su padre, en 1980, lo hizo convencido de que el proyecto de su vida no saldría adelante.

Fue entonces cuando Isabel Reig asumió la dirección técnica del laboratorio y su esposo la dirección general, tándem al que les esperaba otro palo: el Procsedeme, normativa que obligaba a revisar todos los medicamentos producidos en Europa con el fin de establecer un criterio común para todos los países de la Unión Europea. Eso llevó mucho tiempo, periodo en el que el VIcosedán, la gallina de los huevos de oro, se tuvo que reformular. La espera, además, echó para atrás a un comprador que habría sido la solución a los problemas de Reig Jofre.

Creyeron que tendrían que cerrar, pero Biosca –fallecido en 2006– cogió el timón financiero y habló con los bancos. Así consiguió un leasing sobre el edificio y con el cash obtenido decidieron "liarse la manta a la cabeza" y comprar laboratorios parecidos al suyo para aumentar la facturación. Así se hicieron con Calfarma o Media y más tarde, con Ramón Sala, los productores del Lacteol. "Y nunca despedimos a nadie, nos quedamos con las plantillas", comentaba Reig López orgullosa en el Círculo de Economía.

La tercera generación

Si su marido era quien tomaba las decisiones financieras, ella se mostró como una mente activa y creativa. "Es práctica pero también atrevida. Su carácter comercial lo ha demostrado en varias ocasiones", cuenta la misma fuente a Vanity Fair recordando que hace ya muchos años se adelantó a todos al apostar por la dermatología y crear su propia línea de productos. Cremas para el acné, la alopecia o el cuidado de las uñas, así como champús conformaban un pack que llamó la atención de Galderma –conglomerado francés que incluye a Nestlé y L’Oréal especializado en piel–, que acabó comprando el pack. "No se sabe la cantidad pero se habló entonces de varios millones de euros".

Así fue Reig Jofre levantando cabeza poco a poco. Y empezaron a crecer. En 1992, cuando la farmacéutica alemana Boehringer Ingelheim–la que fabrica el Nolotil– dejó su planta en Sant Joan Despí para mudarse a Sant Joan Despí, le compraron el terreno y unificaron en un solo edificio todos los laboratorios que habían ido comprando. En paraleo, crecía la tercera gereración de los Reig Jofre representada hoy en el consejo de administración por el vicepresidente, Àlex García Reig, hijo de la hermana mayor de Isabel, que empezó como director financiero. La cara más visible, sin embargo, es Ignasi Biosca, hijo de Isabel. Formado en telecomunicaciones, no estudió Farmacia, pero ha aprendido de su madre y sus tías un negocio que sólo en las últimas horas ha subido en Bolsa un 30%.

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