'Flaneur', la historia detrás de la figura del paseante francés

La figura del flâneur es una tradición que a lo largo de los siglos ha traspasado la literatura para ocupar también obras de arte, proyectos cinematográficos, propuestas estilísticas e incluso ha servido para que algunas personas lo tomen como un estilo de vida propio a imitar y seguir. Pero antes de nada, ¿en qué consiste y cómo surge esta figura literaria que cobró identidad propia a lo largo de todo el siglo XIX?

Se podría decir que uno de los padres que hizo de este término toda una revolución fue Charles Baudelaire al incluirlo, definirlo y escenificarlo en sus trabajos literarios. En la obra publicada en 1863 titulada El pintor de la vida moderna, escrita por el poeta y artista Baudelaire hace una perfecta aproximación al personaje del flâneur: «La multitud es su elemento, como el aire para los pájaros y el agua para los peces. Su pasión y su profesión le llevan a hacerse una sola carne con la multitud. Para el perfecto flâneur, para el observador apasionado,(…) contemplar el mundo, estar en el centro del mundo, y sin embargo pasar inadvertido —tales son los pequeños placeres de estos espíritus independientes, apasionados, incorruptibles, que la lengua apenas alcanza a definir torpemente».

Posteriormente Walter Benjamin también reflexiona sobre esta figura francesa a partir de la obra de Baudelaire, al hablar del moderno espectador urbano pero más de una crítica al capitalismo y a la sociedad de consumo imperante en aquella época.

A partir de entonces han sido muchas las personalidades que han reflexionado en diferentes ámbitos de las artes sobre el concepto de flâneur que a pesar de que en la actualidad parezca olvidado con el ruido de las redes sociales y la frenética vida en la que estamos instalados todavía se puede apreciar en algunos sectores u obras, y que bien merece la pena ser recordado y, por qué no, rescatado.

La estética de la figura del paseante

Un flâneur es mucho más que una persona que se dedica al arte de pasear, es toda una filosofía y actitud ante la vida. Imagina a un persona, antiguamente escenificado por la figura de un hombre -aunque también se puede y se debe trasladar a las mujeres- que camina sin rumbo fijo por la ciudad como un espectador sin llamar la atención, sin interactuar con nadie. Es tal su (no) implicación en todo lo ocurre en sus calles que al final pasa a formar parte de la misma, como si fueran solo uno, pasando totalmente desapercibido ante los ojos del resto de viandantes.

Su alma no es de un turista al uso, sino de un explorador nato. Es justo entonces cuando la ciudad se convierte en la protagonista absoluta del relato. Aquí no importan los lugares más emblemáticos sino el perderse para volverse a encontrar y disfrutar del enclave desde un punto de vista hedonista.

La diferencia entre ser un ‘flâneur‘ y ser un dandy

A priori podemos encontrar similitudes entre la figura del flâneur y la del dandy, pero si nos paramos a analizarlas al detalle encontraremos varias discrepancias. El dandy es aquel arquetipo de persona que originalmente proviene de la burguesía y que gusta ver y ser visto. Ahí radicaría una de las principales disimilitudes entre ambas figuras, mientras que el dandy se pasea de manera petulante ante el resto de personas, el flâneur pasa desapercibido con sus actos y movimientos, le gusta observar en vez de ser observado.

La elegancia es una cualidad que comparten ambas personalidades, pues cuidan hasta el mínimo detalle de su vestimenta y forma de comportarse. La intelectualidad, la búsqueda de los placeres más hedonistas y la curiosidad son valores que también se dan en ambas partes pero vividas desde un punto de vista diferente. Mientras que el dandy vive el momento y la ciudad desde la vanidad y soberbia más absoluta sin intención alguna de mezclarse con el resto de personas que no son como él, el flâneur se pasea por la ciudad y se empapa de toda ella, sin importar el cuándo, el cómo y el por qué.

La figura del ‘flâneur‘ en la literatura, el arte, la moda o el cine

A lo largo de historia han sido numerosos los creativos dentro de diferentes ámbitos ya sea de la moda, la literatura, la pintura, la fotografía o las artes cinematográficas quienes han plasmado el arquetipo del flâneur en muchas de sus obras:

Edgar Alan Poe lo ejemplifica en su cuento breve El hombre de la multitud publicado originalmente en 1840.

-Baudelaire no solo lo pone en El pintor de la vida moderna (1863) sino que también lo menciona en su libro colección de poemas Las flores del mal publicado en 1857.

-El artista francés Gustave Caillebotte lo plasma en su obra más conocida Rue de Paris, temps de pluie (calle de París, día de lluvia), en la que muestra la Place de Dublin, en una intersección al este de la Gare Saint-Lazare en el norte de París a un conjunto de viandantes que ejemplifican al flâneur, en especial al hombre que está acompañando a su mujer del brazo con el paraguas.

-Incluso la maison francesa Hermès tiene una bicicleta de paseo llamada Le Flâneur que presenta todos los atributos de esta figura convertida en producto. Una bici no con la que hacer deporte de alta intensidad sino con la que descubrir de forma calmada la gran ciudad, disfrutando en todo momento al más puro estilo hedonista. Clasicismo, elegancia y vanguardia sin olvidarse del sello personal que tanto caracteriza a la firma.

-En el cine uno de los más claros ejemplos nos lo trajo Paolo Sorrentino con su magnífica y arrebatadoramente cautivadora La Gran Belleza (2013). Roma en su máximo esplendor y el personaje de Jep Gambardella (interpretado por Toni Servillo), un escritor de 65 años que vive -y exprime- la Ciudad Eterna desde el hastío, la vanalidad, el placer y cómo no la B-E-L-L-E-Z-A. Él es un auténtico flâneur.

Elogiado a partes iguales por románticos y surrealistas, la mística del paseante era esto.



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