Aunque sus obras parecen sacadas de un mundo mágico y onírico, Filip Custic (Santa Cruz de Tenerife, 1993) asegura que su fuente de inspiración no son tanto sus sueños como su propia psicología. ¿El resultado? “Una materialización de mi paisaje mental”, explica el creador. Su estilo característico ha cautivado a artistas como Rosalía y a firmas como Palomo Spain, Delpozo, Louboutin, Kenzo o Balmain, que han apostado por él para realizar algunas de sus campañas. Esta unión entre moda y su universo es posible porque para Custic el arte “es una herramienta que permite dibujar el imaginario de los humanos”.
Aunque ni su vida ni su entorno parecían llevarle por el camino artístico, decidió dar un paso adelante y formarse de manera autodidacta. “Cada vez que iba a un museo me lo tomaba como un aprendizaje. Durante varios años cogía la audio guía y los libros y observaba muchas corrientes artísticas en museos. Los artistas han sido mis maestros y siento que en estos últimos años ya he hecho un recorrido del mundo del arte como para entenderlo como bloque, al igual que la ciencia, por eso ahora que tengo toda la información recopilada me toca sacar adelante el trabajo final de curso: mi conclusión de todo eso”, relata el artista hispano-croata que actualmente se encuentra afincado en la capital.
Ahora ha decidido dar un giro a su creatividad y apostar por las posibilidades que le aporta la tecnología. Hablamos con él para descubrir sus nuevos proyectos, su mundo artístico y su visión sobre las repercusiones de la Covid-19.
Mucha gente te conoce por dar imagen al disco “El Mar Querer” de Rosalía e interpretar el estilo de Palomo Spain en algunas de sus campañas. ¿Cómo ha evolucionado tu obra con el paso del tiempo?
He pasado por varias etapas, he tenido una onírica, luego más científica, ahora más psicológica…, también pienso últimamente mucho en la soledad como concepto. Tendemos a aislarnos de forma carnal pero a la vez somos muy sociables virtualmente. Eso me inspira muchísimo.
Al ser un artista tan multidisciplinar, ¿qué cosas te quedan por probar?
Siento que me apetece alejarme un poco de ese mundo de fantasía y focalizar mi atención en el mundo terrenal, de una forma más directa con la concienciación, pero sin caer en el cliché del medioambiente actual. Además, el año que viene tengo pensado pasar tres meses en una residencia de Austria para especializarme en robótica e inteligencia artificial. Quiero dar movimiento, mecánica y vida a mis esculturas hiperrealistas.
¿Algún proyecto concreto en mente?
Me gustaría duplicarme. Es algo que siempre he hecho en mi creatividad, usar los reflejos y duplicar a gente. Verme desde fuera para mí es un aprendizaje porque supone verme de una forma más objetiva.
Estos días de cuarentena estamos añorando mucho las sobremesas, ¿con qué artistas te gustaría pasar un momento como ese?
Fijo Da Vinci, ese es el top uno. Luego me encantaría hablar con el poeta Goethe sobre su teoría de la psicología de los colores. También con Nikola Tesla y con Steve Jobs. Sí, creo que están todos lo suficientemente locos como para que me puedan nutrir.
¿Cómo surge tu vinculación con la moda?
Siento que el cuerpo humano es el foco de atención en la era en la que vivimos, estamos en la etapa del ego. No me cuesta integrar la ropa en mi obra porque uso mucho el cuerpo humano siempre. La moda poco a poco se está dando cuenta de que puede comunicar su branding con obra artística y es una buena plataforma para transmitir mensajes universales, de empoderamiento, evolución. Es muy guay poder utilizar la moda para que la gente piense y desarrolle más su imaginario.
Actualmente estas viviendo en Madrid, ¿qué diferencias encuentras entre la capital y ciudades como Barcelona que son otros epicentros artísticos?
Lo que noto es que en Barcelona hay más infraestructura, se ha generado un ambiente que con poco dinero te permite tener un espacio donde trabajar. Igual que en Londres, donde hay fabricas antiguas abandonas que se pueden adquirir por un buen precio. Mientras que Madrid se está sobrevalorando y es caro, solo hay opciones a las afueras y son de difícil acceso. Me encantaría juntarme con algunos amigos como Miranda Makaroff o Ignasi Monreal, pillar una nave gigante y crear un ambiente creativo para intercambiar ideas y energía.
¿Es Instagram otro espacio importante para ti a nivel artístico?
Instagram se ha vuelto muy corporativo, se ha perdido esa magia y chispa de improvisación, que sin embargo sí la encuentro ahora en Tik Tok. Uso Instagram para comunicar mis proyectos, pero me gusta más Tik Tok para experimentar.
¿Cómo surge la idea de crear filtros en Instagram?
Fue un proceso muy orgánico. El año anterior lo pasé autorretratándome, y siempre pensaba “ojalá este diseño facial lo pudiera llevar a las caras de otra gente”. Yo sabia que existían los filtros de Snapchat, pero no conocía la posibilidad de que el usuario pudiera crear filtros como tal. Me metí en esa orbita y descubrí que en Instagram lo había, así que decidí coger uno de mis retratos y hacer el filtro “Cara de Cuadro” que lleva obra mía suspendida en torno a la cara. Me encanta que mi obra sea interactiva, y cuando creo algo me gusta que el espectador complete la obra. Tenia mucho sentido porque al final, si nadie se pone un filtro este no existe.
¿Qué cosas negativas te aportan las redes sociales?
Los filtros tienen su parte negativa. He visto que la intención inicial con la que se hicieron ha cambiado. Cuando salieron era como un show, un juego, pero poco a poco todo a tendido a ser un beauty filter: labios más gordos, pequitas, pómulos… Filtros que te crean dismorfias de tu propia cara. Estuve muy en contra de este tipo de filtros e incluso la comunidad de Instagram los comenzó a quitar, pero algo ha pasado, la gente se ha callado y ahí siguen, lo hemos asumido. Por eso creo que ahora nos toca vivir la parte negativa de las redes sociales. Hemos vivido una parte muy explosiva y liberadora y ahora llega la dictadura, la censura y los problemas psicológicos que te puede ocasionar esta red social.
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¿Cómo crees que va a afectar la Covid-19 al futuro profesional de los artistas?
La verdad es que me cuesta hacer una suposición a esta pregunta. Aún estamos en pleno aislamiento y cada día parece que se coge un nuevo rumbo. Jamás había pasado algo así. Podría darte una respuesta muy dramática y otra muy optimista. Pero cada día pienso uno cosa diferente. Lo que sí imagino es que el imaginario de los creativos se está redibujando. El mío por lo menos. En mi creatividad vivo muy en mi paisaje mental, pero con el Covid-19 siento que estoy bajando más a la tierra. Es como que hay una guerra entre capitalismo vs. naturaleza. El sistema se quiere imponer sobre la naturaleza. Pienso que si todo marcha bajo el control humano, en unos meses todo volverá a ser lo mismo, pero con el recuerdo de que esto sucedió.
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