Melania Trump ha llegado a Biarritz con un impactante vestido midi de color amarillo de Calvin Klein con varios círculos blancos con estampado tie-dye de color fucsia. Un diseño arriesgado de una de las marcas más icónicas de Estados Unidos pero confeccionado en Italia con el que la primera dama americana, aficionada a lanzar mensajes a través de su vestuario, podría estar tratando de allanar el camino a su marido, el presidente Trump, en plena batalla contra China y dispuesto a apoyar una propuesta para que Rusia vuelva al grupo de países del G7.
Podría, incluso entenderse como un acercamiento al pueblo que la acoge y que ha vivido en los últimos meses innumerables protestas contra el gobierno de Macron de los conocidos como ‘chalecos amarillos’. Si tenemos en cuenta que los zapatos fucsias con los que ha combinado su poco discreto vestido son del francés Christian Louboutin, el guiño a la tierra donde pasará los próximos días sería evidente.
Solo que se trata de su diseñador fetiche a la hora de elegir zapatos cuyo precio no baja de los 500 euros y que el Calvin Klein amarillo ronda también los 500 euros. Unas cantidades que no están muy en sintonía con las reivindicaciones de los ‘chalecos amarillos’ -si la elección del vestido fuera en realidad un gesto hacia ellos y una provocación al gobierno francés– ni con el objetivo del presidente francés, Emmanuel Macron, anfitrión del G7 que quiere la reunión se centre en buscar soluciones contra las desigualdades en el mundo, la protección del planeta, el mantenimiento de la paz y la lucha contra el terrorismo.
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