Si no vieron el debate del martes entre Joe Biden y Donald Trump, háganse un favor y no lo vean. Estuvo lleno de momentos vergonzosos, pero pocos llegaron a la altura de cuando Trump insultó directamente a Hunter Biden, el único hijo varón que le queda al candidato demócrata, fruto de su matrimonio con su primera mujer, Neilia, fallecida trágicamente en un accidente de tráfico que también mató a su hija de un año. En realidad, el republicano atacó a los dos varones: a Joseph Beau Biden, cuya muerte por un tumor cerebral apartó a su padre de la carrera presidencial de 2016… Y a Hunter, que como parte del proceso del duelo se dio a las drogas, a la bebida y a una serie de desventuras.
Pero hablábamos del debate, algo desagradable pero necesario para entender el papel que juega Hunter, no ya en la campaña de su padre, sino en la propia presidencia de Trump. Hunter, de 49 años, protagonista de una de esas historias de superación en las que primero uno se autodestruye y luego resurge como un humano redimido, casi acaba con la presidencia de Trump. Y sin mover un dedo. Quizás por esa espinita clavada, Trump se lanzó anoche cuando Joe Biden hablaba del pasado de su hijo Beau en el Ejército, que sirvió (y fue condecorado) en Irak, Trump le interrumpió por enésima vez: "¿Te refieres a Hunter? No sé quién es Beau, sé quién es Hunter. Hunter, al que expulsaron del ejército. Le echaron, fue expulsado con deshonra por darle a la cocaína. Y estuvo en paro hasta que llegaste a la vicepresidencia".
Como siempre, Trump mezclaba medias verdades y cronologías imaginarias: sí, Hunter Biden fue expulsado de un cuerpo militar, pero no de uno en activo: la Reserva de la Marina. Y sí, por dar positivo en un test de drogas por cocaína. En total, desde que se alistó como posible oficial en la reserva en 2013, cuando su padre hacía ya cuatro años que era vicepresidente, hasta que dio positivo (y se inició el expediente de expulsión administrativa, distinta a expulsión con deshonra, y que culminaría al año siguiente) pasó un mes. Hunter Biden duró un mes en la reserva naval, que en sí debe de ser un récord, pero es sólo uno de los muchos que acumula Hunter a la hora de estrellarse en la vida.
Trump también mintió con lo del trabajo: uno de los empleadores de Hunter (lobista profesional casi desde que salió de la universidad en 1996), fue el presidente republicano George W. Bush, que le colocó en el consejo de administración de Amtrak, equivalente más o menos a nuestra RENFE. Un puesto del que dimitió cuando su padre entró en la carrera presidencial para evitar conflictos de intereses. Joe y Hunter tenían desde mucho antes un acuerdo por el que Hunter jamás hablaría con su padre de sus actividades. Pero vamos, que nadie le ha dado más dinero público a Hunter que los republicanos (30.000 euros en total en lo que respecta a Amtrak, en puesto confimado por el Senado).
La historia siguiente es más reciente: Hunter montó otra empresa, en Ucrania, y Trump se obsesionó con que Joe y Hunter la usaron para… Algo, porque la acusación exacta cambiaba con los meses. Trump llegó a utilizar su puesto de presidente para supuestamente presionar a su homólogo ucraniano,Volodímir Zelenski, para que investigase a los Biden. Y en teoría habría ordenado la congelación de un paquete de ayudas de más 375 millones de euros si Zelenski no accedía. De ahí vino el precipitado y fallido intento de impeachment, en el que el nombre de Hunter aparecía una y otra vez. La foto encima de este párrafo paseó por el Senado durante una de las audiencias del impeachment. Es de una entrevista al programa Nightline, en el que Hunter contaba que, bueno, todo lo de su padre y él conspirando en Ucrania (a día de hoy hay cero evidencias de que eso haya sucedido alguna vez, en Ucrania o en cualquier parte del mundo real) era falso.
Pero la entrevista realmente interesante de Hunter no fue esa, sino las declaraciones que le dio al New Yorker. Donde confesaba que más o menos desde la universidad había sido alcohólico, una adicción que arrastró durante años, y que al principio de su carrera profesional se convirtió en un problema serio: bebía en el cercanías, lo echaban de los bares "tres o cuatro veces a la semana"… Su primera mujer, Kathleen, aguantó eso, los escarceos con la cocaína, el crack, y una vida que ya era salvaje en los últimos años de universidad (se casaron en 1993. Él tenía 23 años y ella 24). Kathleen aguantó más o menos todo hasta 2016. El 9 de diciembre de ese año, Kathleen Biden pidió el divorcio. Ese año había sido demasiado para ella. Altercados con vendedores de drogas, un ingreso en rehabilitación y una aventura con Hallie, la viuda de su hermano fueron solo algunos de los ejemplos.
Un año antes, una filtración de Ashley Madison, el Tinder de la gente casada, había revelado, entre otros, el nombre de Hunter Biden. El 9 de diciembre, mientras Hallie y Hunter vivían su (breve) historia de amor, Kathleen pedía el divorcio, alegando diferencias irreconciliables. Entre ellas: haberse fundido los ahorros familiares en drogas y prostitutas. El divorcio, concedido pocos meses después, acabaría con Kathleen llorando en la vista al hacerse oficial la sentencia, que le liberaba tras 24 años de un marido alcohólico, drogadicto e infiel.
Nos gustaría decir que a partir de ahí Hunter se reformó, más o menos. Pero la realidad es caprichosa: aparte de que el noviazgo de Hallie y Hunter durase menos de un año, al parecer durante ese tiempo Hunter se las apañó para, entre el divorcio y el noviazgo con la viuda de su hermano y las rehabilitaciones constantemente interrumpidas, que le cayese en 2019 una demanda por paternidad interpuesta por una mujer de Arkansas, 21 años más joven que Biden, a la que supuestamente conoció en un club de striptease. La demanda acabó en marzo de este año en un acuerdo en el que Hunter no reconocía ser el padre del niño, pero el juzgado ya lo reconocía por él, y se comprometía a mantenerle y pagarle los gastos médicos, algo que no lleva muy al día.
Esa demanda se planteó en 2019, cuando el bebé tenía 10 meses y Hunter acababa de rehacer su vida y casarse con otra mujer a la que había conocido seis días antes, la documentalista sudafricana Melissa Cohen, 18 años más joven que Biden, y con la que fue padre recientemente.Este es el nuevo Hunter, el que le permitió a Joe Biden contestarle anoche a Trump que su hijo, "como tanta gente, como mucha gente que conocemos en nuestro entorno, tuvo un problema con las drogas. Lo ha superado. Lo ha arreglado. Ha trabajado en ello. Y estoy orgulloso de él. Estoy orgulloso de mi hijo.”
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