El presentismo digital ya está aquí. ¿Sabes cómo desconectar del teletrabajo? Aquí están las claves.

Los españoles tenemos fama de calientasillas, de presentismo laboral, de gustarnos demasiado las reuniones, de ir a la oficina aunque se esté enfermo… pero el coronavirus ha llegado para cambiar las normas del juego laboral. A causa del encierro de laalerta sanitaria ahora todos vivimos en la excepcionalidad y muchos de nosotros hemos acabado encendiendo el ordenador desde casa para teletrabajar en remoto y eso tiene consecuencias. La más importante es que las dos coordenadas principales que nos orientan y nos regulan en nuestro día a día, el tiempo y el espacio, han desaparecido… lo que está provocando otra «epidemia», esta vez la del presentismo digital.

«Estar confinado quiere decir que ya no hay ni tiempo ni espacio. El tiempo puede ser infinito, vivimos con la ilusión de que es así, y también de que las distancias han desaparecido porque cada uno está en su casa y ya nadie tiene que desplazarse hasta la oficina. Y eso origina un cierto sentimiento de culpabilidad, porque la gente se siente culpable de estar en casa, como si les hubieran dado unas vacaciones», explica el psicólogo y profesor colaborador del grado de Psicología de la UOC José Ramón Ubieto.

Motivados por ese sentimiento de culpa es fácil que los teletrabajadores caigan en la sobrecompensación, en intentar aumentar su productividad, en procurar trabajar más rápido, más duro y más tiempo que nunca. «Esto hay que decir que no va a durar todo el tiempo, digamos que todavía estamos en un momento de una cierta euforia, pero con el paso de los días (especialmente si la cuarentena se alarga y todo parece indicar que va a ser así) veremos que esa productividad cae en picado y se empiezan a dar otro tipo de fenómenos. Pero está bien pensar en las consecuencias de lo que ya se está empezando a producir ahora y ponerle solución», asegura el experto.

Hora de poner límites (horarios) al teletrabajo

Si eres de los que ha caído en las garras de la sobrecompensación, debes tener dos cosas claras en tu mente: la primera es que por trabajar en casa no tienes por qué producir más. La segunda es que más vale que empieces a cambiar el chip y asumir que esta situación va para largo, por lo que no tiene sentido que pretendas acabar con todas tus tareas en un solo día.

«Debemos ser conscientes de que tenemos que dosificar las tareas porque una cuestión importante para sobrevivir en el momento en el que estamos es establecer una cierta disciplina horaria. Reintegrar algo de ese tiempo suprimido por el confiamiento en el propio confinamiento, y una manera de reintegrarlo es hacerse un horario. Hay que evitar el día de la marmota, la sensación de infinitización, de no saber si es lunes o martes de si son las cuatro son las ocho», asegura José Ramón Ubieto.

Si notas que te cuesta desconectar desde que desarrollas tu trabajo en casa, establece desde hoy mismo una disciplina horaria. Necesitas un horario en el que esté claramente diferenciados los tiempos de trabajo de los de tareas domésticas y de los de ocio e, incluso, reserva un poco de tiempo al ocio individual si vives en familia, porque en esta situación de confinamiento también necesitas tiempo para ti misma.

No te dejes llevar por la vorágine

Desde que se inventaron los smartphones, para bien o para mal, todos teletrabajamos de alguna manera. Todos hemos sentido la tentación de echar un último vistazo al correo antes de acostarnos o de chequear ese documento que necesitamos usar a primera hora… Pero cuando la oficina se instala definitivamente en una de las habitaciones de nuestra casa, tenemos que cambiar de prioridades y de actitud.

Obviamente, las personas que ya tenían dificultades de desconexión antes del confinamiento por el coronavirus van a seguir teniéndolas. Pero en cambio, los que sí tenían claro que su jornada laboral tenía un principio y un final, acabarán normalizando la situación. En estas primeras semanas en las que hay una cierta novedad con el teletrabajo y pueden aparecer dificultades técnicas que lo dificulten, a estas personas les va a ayudar pensar que todos hemos entrado en recesión.

«Las cosas han cambiado y eso hay que aceptarlo. Podemos tener un afán de productividad bienintencionado, pero erróneo, porque ese afán de sobrecompensar no va a funcionar para recuperar lo perdido», asegura el experto. Estamos en tiempos excepcionales, en circunstancias excepcionales y aprendiendo sobre la marcha a defendernos. Estamos por lo tanto, ante una crisis, y asumirlo es la forma más sencilla de lidiar con ello.

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