Isabel Díaz Ayuso gusta tanto como irrita y en eso suscita, no encuentran término medio ni los suyos, que a veces la ensalzan y otras callan antes su estilo de hacer política. Su victoria electoral, sin embargo, ha supuesto la aprobación en las urnas de un estilo que hasta Pablo Casado, muy dado al vaivén político, parece dispuesto a seguir. Al menos, hasta que el ‘efecto Ayuso’ siga en ascenso.
Si las caras de los actores políticos en España cambiaron el 10 de marzo cuando la presidenta adelantó las elecciones, desde entonces hasta hoy algunas han mutado varias veces. Especialmente, tras la noche del 4 de mayo. Y no todas han empeorado:si algunos en el PP han visto en su popularidad una amenaza, ahora se arriman a ella. Y no todas las buenas caras son de sus filas: lejos, los hay que han envejecido un año en sólo un mes, perootros, han rejuvenecido y ganado fuelle. A continuación, un resumen de los resultados del ‘efecto Ayuso’ en los rostros, las posturas y la imagende sus compañeros y adversarios.
Pablo Casado, iluminado
El líder popular no oculta su felicidad. Una de las críticas que más se le ha hecho al líder popular es su cambio de opinión constante, el que le lleva a escoger como “padre” político a Mariano Rajoy o José María Aznar, según vayan las cosas o lo que incluya cada semana su agenda política. Esa ambigüedad se percibió también en el mal rato que pasó al tener que decidir entre dos perfiles tan distintos como el de Cayetana Álvarez de Toledo y Cuca Gamarra. Volvió a verse en un brete cuando Ayuso y José Luis Martínez-Almeida empezaron a disputarse liderar el PP de Madrid, pero la victoria de su amiga el 4 de mayo ha despejado sus dudas y su entrecejo: porque Casado no bailó en el estrado montado ante Génova, 13 para celebrar sus 65 escaños, pero la alegría era evidente en su rostro y en sus gestos. Tanto es así, que esa noche apenas se acercó a Ana Camins, a quien había señalado semanas atrás como candidata a liderar el PP de Madrid y no tener que elegir así entre Almeida y Ayuso, a quien la noche electoral no paró de abrazar.
Pedro Sánchez, distante
La campaña de Madrid sacó al presidente del Gobierno de un ostracismo por el que optó cuando las broncas entre sus vicepresidentas y Pablo iglesias se convirtieron en el pan de cada día. Así pasó de dar una larga conferencia de prensa semanal para informar sobre el coronavirus a comparecer solamente en citas internacionales y en la sesión de control al Gobierno. El gesto en esas citas era el de quien otea, pero no hay nada más real que unas elecciones y así volvió Sánchez a observar la realidad a ras de suelo. Esa obligación le suavizó el gesto, pero a la fuerza, y el resultado fueron sonrisas forzadas y declaraciones cortas.
Para ayudarle en esa tarea de volver a dar la cara, literalmente, recurrió al ‘efecto Begoña’. No es casualidad que su esposa, Begoña Gómez, reapareciera en plena precampaña después de seis meses de ausencia en el ruedo mediático. Por eso se pudo ver ala segunda dama en la Madrid Fashion Week, aunque si algo alivió el rictus del presidente, fue la salida de Pablo Iglesias del Gobierno para presentarse como candidato a las elecciones madrileñas. Se anunció el 20 de abril, cuando Sánchez estaba en Francia, pero a su vuelta, se le vio reír en una comparecencia pública por primera vez en muchos meses. Los cambios en Sánchez, sin embargo, van a la misma velocidad que las redes sociales y aunqueel 4 de mayo tras depositar su voto se puso ante los micrófonos de los periodistas,aguantando vítores y abucheos de los transeúntes, por la noche volvió a desaparecer. Ni se le vio por Ferraz ni por el hotel donde Ángel Gabilondo lamentaba su derrota.
Pablo Iglesias, derrotado
En la precampaña, Ayuso declaró, con retintín, que la salida de Pablo Iglesias de la vicepresidencia era algo que debían agradecerle a ella los españoles. En esta ocasión el movimiento del morado es más tajante –Iglesias abandona todos su cargos en el partido y deja el ruedo político–, y la madrileña no ha hecho todavía ningún comentario al respecto, quizá porque no ha sido el resultado –Iglesias ha logrado tres escaños más para los suyos– el motivo de un abandono que estaba pensado desde hacía días.
En lo que sí ha tenido algo que ver la presidenta ha sido en el clima de ataques e insultos que Iglesias ha expuesto como una de las causas por las que se retira: en el único debate electoral televisado quedó claro que la inquina de la madrileña iba más allá de lo político y aunque él no suele esquivar ni una trifulca, en esa ocasión consiguió no entrar al trapo. En la noche electoral se le vio más cansado y derrotado que otra cosa, también harto: el moño que tanto dio que hablar había vuelto a ser coleta; el gesto era menos beligerante que de costumbre y aunque mostró el ceño fruncido, marca de la casa, en algunos momento de su discurso de despedida, predominó en su gesto el cansancio y hasta el hartazgo.
Ángel Gabilondo, frustrado
La cara del socialista en la noche electoral era un poema. En el único debate televisado que amntuvieron los candidatos el socialista llegóa sonrojarse cuando Ayuso le dijo, con desprecio, que si por ella fuera le mandaría hacer las cajas para abandonar la Asamblea. El 4 de mayo, sin embargo, aquella vergüenza ajena se convirtió en una propia y él, que es honesto, no intentó camuflarla. Le faltó llorar y quizá lo hiciera tras abandonar el púlpito o quizá no y por eso 48 horas después estaba en un hospital donde le diagnosticaron una arritmia. El de Gabilondo fue el gesto de la impotencia de quien intenta que rijan reglas de adultos en un mundo de criaturas. Por eso, antes de su percance médico, que no es grave, le dio tiempo a anunciar que no recogería su acta de diputado.
Mónica García, ilusionada
El lamento conjunto de la izquierda en las elecciones madrileñas es no haber derrotado al bloque de derechas, y eso se ha cobrado víctimas como Iglesias o Gabilondo, pero ha generado también victorias colaterales. Porque siel profesor de Metafísica se lamentó en la noche electoral de no haber sabido crear “un espacio sosegado para el debate”, sí lo logró Mónica García, candidata de Más Madrid que además consiguió superar al PSOE con un partido que era la segundavez que se presentaba a unos comicios. Y de paso, daba también una lección a Iglesias, que al inicio de la precampaña quiso absorber a Más Madrid y a Mónica y quedarse él de número 1. La decisión de García ha demostrado dos cosas: que tiene capacidad para hacerse un hueco y que el efecto Ayuso tiene grietas. Y aunque la candidata mantuvo el tipo en la noche electoral y mostró una alegría contenida y sensata, su sonrisa amplia y su gesto relajado lo dicen todo.
Íñigo Errejón, transformado
En Íñigo Errejón el ‘efecto Ayuso’ tuvo como primera reacción un paso atrás: el que dio para dejar la cabeza de lista de Más Madrid a Mónica García. También en la noche electoral mostró el ex de Podemos más sensatez que Santiago Abascal y Pablo Casado al no coger el micrófono y dejar que fuera su candidata quien valorara los resultados. Ahora, sin embargo, ya ha empezado a adoptar modos y formas de su ex amigo, Pablo Iglesias, A Errejón no le cuesta desfruncir el ceño como, pero en su primera intervención poselectoral, en la Cadena Ser, adoptó un tono algo mesiánico. No quiere ser el heredero de Iglesias, “porque no sería justo”, pero lo dijo con la boca pequeña. Como es expresivo pero sabe contenerse, hay que fijarse más que en sus gestos en sus palabras y en la entrevista con Àngels Barceló alternó los adjetivos “humilde” y “orgulloso” para hablar de cómo encara esta nueva etapa. Está por ver si con la figura de Iglesias, tan acaparadora, fuera del tablero Errejón opta por poner un gesto humilde o por sacar pecho.
Edmundo Bal, borrado
Él sí lloró. El sustituto de Ignacio Aguado por Ciudadanos pasó una mala noche que se tradujo en un rostro al que la campaña ya había aumentado las ojeras. Se le vio humano, eso sí, más que cuando contaba en campaña que fue igual de buen estudiante de día que juerguista de noche. Ese último gesto, con lágrimas incluidas, es importante, porque probablemente sea el último que veamos en algún tiempo pues ni él ni los suyos tendrán sitio en la Asamblea al haber perdido sus 26 escaños.
Inés Arrimadas, cuestionada
La jerezana no habló en la noche electoral, pero acudió a consolar a Edmundo Bal al final de su discurso. Si él no pudo contener las lágrimas, ella sí, prueba física y emocional de que no va a dar un paso atrás por mucho que la ataquen los ex ciudadanos que abandonaron el partido cuando se fue Albert Rivera.
Cuentan en su entorno que Arrimadas se ha endurecido, que se ha blindado antes los ataques y quizás por eso su gesto fue más de efigie que emotivo en la noche electoral. Esa dureza ya la practicó en campaña con Ayuso, a quien acusó de haber utilizado a los naranjas y de ser una irresponsable por convocar unas "elecciones innecesarias". Arrimadas, que no hace tanto tenía a veces salidas tan desahogadas como las de la madrileña, se ha visto barrida por el ‘efecto Ayuso’ también ese sentido. Por eso ahora la jerezana raciona más su sonrisa y aquellos gestos chulescos que practicó cuando Rivera aún "vivía": para diferenciarse.
Rocío Monasterio, resignada
Es cierto que Monasterio cambia muy poco de cara. Si se quita el volumen de la pantalla,es casi imposible saber por su gesticulación si está atacando personalmente a Pablo iglesias o volviendo a resucitar su propuesta del pin parental. Lo que se le ha borrado es del rostro es el atisbo de esperanza que tenía de poder formar gobierno con Ayuso. Pero la madrileña, con sus 65 escaños, solo precisa de Vox una abstención. Y la arquitecta, con un gesto resignado y complaciente, ha dicho que no pondrá ninguna objeción.
La onda expansiva
La onda expansiva que se desató tras la fallida moción de censura en Murcia provocó que Ayuso convocara elecciones anticipadas pero no sólo sus compañeros y adversarios más cercanos cambiaron de cara y de actitud. En segunda fila e incluso lejos de Madrid, otros actores políticos fueron tomando posiciones y cambiando el gesto.
Ignacio Aguado, derribado
Con el pie cambiado, así pilló la decisión de Ayuso a Ignacio Aguado hasta hace poco más de un mes vicepresidente de la Asamblea de Madrid y hoy con un futuro incierto incluso en su partido. Nada más saberse la noticia, las malas relaciones con Ayuso quedaron ya totalmente al descubierto y si el político naranja había intentado mantener el tipo y la educación más que Ayuso, a partir de ese momento se soltó e incluso se atrevió a llamar mentirosa en redes sociales. Sin paños calientes. Desde entonces, ha aparecido muy poco en público y en el entorno de Ciudadanos cuentan que fue la propia Arrimadas quien le pidió que se dejara ver poco y dejara a Edmundo Bal hacer la campaña a su modo.
Toni Cantó, resucitado
Al contrario que Aguado, su recolocación fue inmediata y en otro partido. De todos modos, el salto fue tan precipitado de Ciudadanos al PP que acabó siendo accidentado. Tanto, que acabó con el valenciano fuera de las listas populares por no llevar el tiempo suficiente empadronado para presentarse como diputado a la Asamblea de Madrid. Que tendrá un sitio en el equipo de Ayuso, sin embargo, parece fuera de duda y aunque a ella le molestó que se lo impusieran desde Génova, en el entorno hay quien dice que está encantada y agradecida con el apoyo que le ha dado el ex actor, que ha mostrado su mejor sonrisa en todos los actos en los que ha acompañado a la presidenta, con quien tiene gestos siempre afectuosos. Los más osados dicen que suena para dirigir Cultura, aunque ese puesto está más a medida de otra política ‘naranja’ convertida en ‘azul’: Marta Rivera de la Cruz, que ya ocupó el cargo en el anterior Gobierno de Ayuso .
Susana Díaz, preparada
El PSOE andaluz andaba agitado con una guerra interna por ver quién se presenta a las primarias andaluzas: Susana Dïaz o el nuevo favorito de Sánchez, Juan Espadas, alcalde de Sevilla. Pero a la ex presidenta de la Junta ya se le ve el brillo de la batalla en los ojos. Si ha estado un tiempo agazapada y asegurando que ella y Pedro se llevan muy bien, ahora ha decidido que no quiere esperar y, movida por la debilidad que a Sánchez le procura la derrota de Gabilondo en Madrid, ha puesto a trabajar a sus filas para provocar un adelanto de las primarias andaluzas al mes de junio. Y por supuesto, ser candidata, por eso su mascarilla es transparente, porque ya ha empezado a repartir sonrisas por las calles y los actos públicos donde tan bien se desenvuelve. El rictus ante Sánchez y los suyos, por el contrario, ya ha comenzado a torcerlo.
Teodoro García Egea, prudente
No consta que haya mala relación entre el número 2 del PP y la presidenta madrileña, pero cuando él se acercó a abrazarla en el balcón de Génova durante la noche electoral ella nole apartó el cuerpo del todo pero le dio sólo un costado y sin dejar de mirar a las cámaras. En la precampaña se habló de que Ayuso se había enfadado porque Egea, con el beneplácito de Casado, le había “colado” a Cantó. No es que a Ayuso no le gustara la idea, es que quería que fuera suya y hacerlo a su ritmo. Pero el roce, en realidad, entro Ayuso y Egea no es el actor sino el spin doctor: Miguel Ángel Rodríguez a quien Egea no quiere con tanta presencia en el partido y de quien sospecha que quiere convertir a Ayuso en candidata a la presidencia de España, no de Madrid. Es decir, en sustituta de Pablo Casado, a quien Egea protege siempre a capa y espada.
Salvador Illa, desbancado
Antes del ‘efecto Ayuso’ ya se habló del ‘efecto Illa’, pero aunque el socialista ganó las elecciones catalanas,Cataluña sigue sin Gobierno y el que fuera el político más citado cada día en los diarios hasta febrero, ha desaparecido del mapa mediático. No se sabe si la fábrica de ideas de Moncloa –léase Iván Redondo– preveía la invisibilidad de una figura que salía de un ministerio con muchas críticas pero también con buena imagen. Era raro ver un político tan reposado en un escenario tan crispado, y le dio buenos resultados electorales, algo que no le ha servido a Gabilondo en Madrid, igual de reposado.
Los medios, cantando
Un nuevo mantra: “Cambio de ciclo”. La frase empezó a circular sólo 24 horas después de la victoria de Ayuso y ya se oye y lee en no pocos medios.Algunos suman uno más uno y dan por hecho que los peores resultados del PSOE en Madrid y la victoria del PP son suficientes para que Casado pueda soñar con ocupar el asiento de Sánchez. También eso es ‘efecto Ayuso’: haber logrado convertir, al menos en el debate, unas elecciones autonómicas en una precampaña para las nacionales.
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