El color púrpura, una casa con piscina o unos brazos tonificados: breve historia de los símbolos que dan estatus

El color púrpura – La Antigüedad Clásica
¡Mírame! Eso expresaba el púrpura de Tiro, el color de tinte más deseado de la antigüedad, tan caro que se aprobaron leyes para limitar su uso a las túnicas ceremoniales.

La piña– Siglo XVII
Las piñas, por aquel entonces uno de los ítems de lujo más inaccesibles, eran tan inusuales que Carlos II de Inglaterra hizo que le retratasen con una. La gente las exponía en sus mesas en lugar de comerlas pese a que la fruta estuviese ya podrida por dentro.

El Grand Tour europeo – Siglos XVII y XVIII
El año sabático por excelencia de aquel entonces. Ningún viaje por Europa podía considerarse completo si no se volvía a casa con viruela y un Tiziano debajo del brazo (o con los Mármoles de Elgin).

Las ventanas – Siglo XVIII
En Inglaterra se introdujo un impuesto sobre las ventanas en 1696 y algún que otro tacaño tapó sus cristales con ladrillos. La gente verdaderamente acomodada se limitó a poner cada vez más ventanas (lo que explica la fachada del palacio de Blenheim).

El ganado rollizo – Siglos XVIII y XIX
A comienzos del siglo XVIII, nada se consideraba más elegante que el retrato de un caballero junto a su cerdo, buey, vaca u oveja enorme. Pocas cosas representaban más que tener un retrato de tu caballo obra de George Stubbs.

Una rica heredera norteamericana por esposa – Alrededor de 1900
Un buen matrimonio británico-estadounidense se convirtió en una auténtica necesidad para los aristócratas británicos más escasos de efectivo y un símbolo de estatus entre las millonarias al otro lado del Atlántico. Huelga decir que no todos vivieron felices y comieron perdices: hubo muchos casos como el de la duquesa de Marlborough.

Tendencias comunistas – Años 30
¡Por la izquierda a paso ligero! Simpatizar con el comunismo era un must para George Orwell y prácticamente cualquiera que fuese alguien en la Universidad de Cambridge allá por los años 30 (como Victor Rothschild, Guy Burgess o Anthony Blunt).

Las piscinas privadas – Años 50
Tener una buena piscina en el jardín trasero, toda una aspiración en el marco del sueño americano, era entonces el símbolo de estatus definitivo. La Piscina de Neptuno del castillo de Hearst era el lugar de referencia para pasárselo en grande en la piscina y la elegancia piscinera se convirtió en el sello distintivo de la obra de David Hockney de los años 60 en adelante.

Las mujeres florero – Años 80
Se dice que los guerreros solían llevarse mujeres a casa en señal de triunfo. A finales de los años 80, los magnates y hombres acaudalados buscaban la compañía de mujeres jóvenes y atractivas como si encarnaran el no va más en lo que a la felicidad de los hombres ricos (y mayores) se refiere.

Alcohólicos y Narcóticos Anónimos – Años 90
Las salas de Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos fueron el lugar de moda en Londres, Los Ángeles y Roma durante los años 90, pero por suerte estaba mal visto el famoso decimotercer paso no oficial de AA (es decir, tener una aventura con algún recién llegado).

Los viajes privados – Años 2000
El viejo mantra solía ser: si vuela o flota alquílalo, no te lo compres. Pero dile eso a los más ricos: en los primeros 2000 no eras nadie si no tenías tu propio jet privado (como Donatella Versace), yate (como Robbie Williams) o submarino (como el de Roman Abramovich).

Brazos tonificados – Años 2010Antes de que los NFT arrasaran en la alta sociedad, los brazos tonificados solían ser la condición sine qua non para pertenecer a ella. Véase Michelle Obama, la duquesa de Cambridge y toda una multitud de mujeres saludables y adineradas. ¿Adictas al gimnasio? De eso nada. ¿Modelos a seguir? Y tanto que sí.

Artículo original publicado por Tatler y traducido por Darío Gael Blanco. Acceda al original aquí

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