Faltan pocos días para la gran final de Supervivientes 2020 y, antes de conocer el nombre del vencedor, dos de sus favoritos, Hugo y Jorge, disputarán un duelo a muerte del que saldrá uno de los tres ocupantes del podio de esta edición. Los dos candidatos no pueden ser más distintos. Mientras que el guardia civil es un hombre tranquilo que evita todos los conflictos y no ha dado ni un solo problema de convivencia, el uruguayo se mete en todos los fregados. Mientras que sus compañeros tienen claro que Jorge debería ser el elegido, la audiencia está dividida en vista de los igualados porcentajes ciegos y la ‘legión’ que apoya al uruguayo está dándolo todo para convertirle en ganador.
Hugo Sierra tiene mucho a su favor puesto que ha demostrado ser un gran superviviente en Honduras. El ex jugador de baloncesto se ha entregado en las pruebas, ha pescado, ha cuidado el fuego, ha trabajado y, además, ha brindado a los espectadores la única historia de amor de esta edición, aunque no haya tenido final feliz.
Pero, a cambio, también ha mostrado un lado oscuro que han criticado mucho sus propios compañeros, los espectadores a través de las redes sociales y hasta Jorge Javier Vázquez, que le recriminó su carácter de ‘abuelo cascarrabias’. El uruguayo, además de aislarse de sus compañeros en la última parte del concurso y preferir la soledad a estar con el grupo, ha demostrado su mal perder en cada una de las pruebas que ha disputado en el concurso. La última, en el complejo La Cigüeña, ya en Madrid, donde se quejó de no competir en igualdad de condiciones.
«Me cago en todo lo que se menea… La concha de su p… madre», refunfuñaba mientras daba paseos por el jardín dando patadas a lo que había a su paso. Hugo estaba muy molesto porque no tuvo noticias de sus seres queridos antes de enfrentarse a la prueba y así lo manifestó: «Ahora va a venir mi gente, ahora después del juego», decía. Sus compañeros fueron testigos de este mosqueo y no salían de su asombro, aunque ya están acostumbrados a su mal perder.
Jorge Javier Vázquez, en plató, confirmaba que Hugo veía una «conspiración» en su contra y, en directo le recriminaba su actitud: «No puedes tener tan mal perder, chico», le reprochaba. Hugo explicaba su indignación: «Me gusta siempre jugar en las mismas condiciones que los demás. Me hubiera gustado tenerlo antes de estar aquí», en alusión al plus de fuerza que le habría dado para afrontar la prueba. «Si hubieras ganado no habrías dicho lo mismo», le respondía el presentador. «No me vengas con cuentos. Yo creo que no te lo mereces tú como concursante porque son ridículos. Es como el abuelo cascarrabias. Si quieres una excusa, búscate una más elaborada pero no esta chuminada», concluía Jorge Javier. Pero Hugo no se dejaba convencer y se revolvía: «No es ridículo, es lo que yo siento (…) A ver si ahora voy a tener que decir lo que al señor le apetezca», respondía indignado.
El bocadillo de la discordia
A lo largo de los tres meses en Honduras, Hugo ha protagonizado prácticamente todas las pruebas, bien por su alegría al ganarlas, como por su descontento al perderlas. El uruguayo, que fue jugador de baloncesto profesional, tiene la competitividad en su adn y, como ha repetido hasta la saciedad, «no le gusta perder ni al parchís». Por eso, ha protagonizado sonoras quejas como cuando en la prueba del tres en raya denunció una irregularidad en el turno de Rocío, se enfadó cuando en las pruebas de recompensa no dejaban comer los restos a los perdedores o cuando su entonces pareja, Ivana, le ganó el pepito de ternera que fue el detonante de su ruptura.
Además, en las últimas semanas en Cayo Paloma se aisló cada vez más del grupo que acuñó el término ‘hugoísmo’ para definir su actitud en el reality. Tan pronto se negaba a coger carnada de los demás para no deberles nada como sacaba la regla para medir el trozo de comida que le tocaba al resto en el reparto. «Lo repartes tú, dices que está bien y cuando cojo dices que el mío era más grande», decía Jorge tras recibir los reproches de Hugo con su ración de pescado. «Cuando cojas el más pequeño, lloverá», respondía el uruguayo.
Lo cierto es que el ganador de GH Revolution afronta el final del concurso más solo que nunca y con miedo a que esa soledad se traslade a su vida privada fuera del reality de supervivencia. Su ruptura con Adara Molinero, madre de su hijo Martín, de apenas un año, le espera fuera de Honduras y tendrán que negociar los términos de su separación, algo que le martiriza. Por eso, en la última gala, se vino abajo pensando en lo que se le avecina.
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Y es que Hugo añora la sensación de tener la familia que ya no tiene.
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En unos días sabremos si afrontará esos delicados momentos con el cheque de ganador en su mano, o sin él. La audiencia tiene la palabra.
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