"Cuidado con la tristeza, es un vicio", Gustave Flaubert.
Si has echado de menos ciudades en las que nunca has estado, personas a las que no has concocido y relaciones amorosas que ni siquiera has vivido es probable que padezcas el Síndrome Madame Bovary. La novela más célebre de Gustave Flaubert no solo dio nombre al mencionado trastorno, también definió con especial clarividencia el marco de las relaciones amorosas que el capitalismo traería consigo y en el que reinaría una manera de sentir: la insatisfacción permanente. Son muchos los que ven en Emma Bovary, la protagonista de este relato, una inspiradora heroína feminista que lo dejó todo –no le quedaba otra– por amor o por aquello que ella consideraba que era amor: una caída libre que estaba fuera del alcance de cualquier mujer en el S.XIX, pues ninguna manejaba el timón de su propio destino. Otros dan un paso más y encuentran en el personaje ideado por Flaubert a todos los hombres y mujeres de la modernidad que, incapaces de encontrar la plenitud, vagan sin rumbo de un capricho a otro, de un amor a otro, de una compra a otra –sí, Emma Bovary fue una de las primeras compradoras compulsivas de la historia de la literatura–, sin hallar ni paz ni sosiego.
© Fotografías: GettyImages y cortesía de Casa del Libro/ Ilustración: Mar Lorenzo.
Madame Bovary es una historia de amores imposibles, tal y como dicta su pertenencia al movimiento romántico, pero también es un análisis de un tipo de carácter social que ya rondaba por Francia en 1857 y que terminó apoderándose de la burguesía hasta nuestros días. La historia de Emma, su paciente y depresivo marido, sus amantes y su hedonismo patológico resulta hoy tan familiar que puede incluso interpretarse como una profecía: Flaubert supo ver entonces que íbamos a convertirnos en unos seres vanidosos que solo pensarían en sí mismos y en la realización de una suerte de fantasía romántica que el sistema nos habría vendido y nosotros habríamos comprado encantados.
Esta no es una novela romántica. Es una historia sobre cómo empezamos a ser lo que somos y cómo podemos acabar.
Portada del libro «Madame Bovary».© Cortesía de Casa del Libro.
«Madame Bovary». COMPRAR.
Lo mejor: si te alejas de las profundidades del relato, Madame Bovary es una novela muy, muy adictiva. La trama te atrapa sin remedio. Además cuenta con uno de los personajes femeninos más complejos de la literatura, cuyas dudas, pensamientos y malas decisiones se entienden y comparten casi en un 90%. Se trata por lo tanto de uno de esos libros que nunca envejecen y que las generaciones del futuro seguirán leyendo para descubrir, quizá un poco aterrados, que un tal Flaubert sabía más sobre ellos hace dos siglos que ellos mismos en el momento presente.
Lo peor: nadie dijo que mirarse en el espejo fuera fácil.
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