Tiene casi 80 años, dice, aunque los datos con él son siempre suposiciones. "Nací en una era, guapa mía", dice con su voz ronca y el conato de una risa siempre en la boca. En esa era, que ni siquiera sabe ubicar en Málaga o en Granada, vio la luz José Losada, más conocido en el mundo del flamenco como Carrete de Málaga y en ella está inspirada su última obra, Una vida bailando, que presenta en el Teatro Fernán Gómez de Madrid el 9 de diciembre.
Bailando la ha pasado, sí, pero la empezó penando. No sólo por ese nacimiento en un lugar indeterminado, también por la pobreza en la que se crió. "Lo que yo he pasado, guapa mía", me dice queriéndose ir por peteneras, pues no quiere entrar en detalles porque las penas, me dice, se espantan mejor en el escenario. Y además, ya las narró casi todas en la biografía que le escribieron Paco Roji y Francis Mármol,Carrete al compás de la vida: aventura y desventuras de un bailaor diferente .
"Yo bailaba por las calles y las tabernitas de Málaga para que me dieran unas perras gordas .Luego, cogía una y me compraba una patata y con la otra, me metía en el cine". Allí descubrió a quien sería y sigue su inspiración. Porque aunque cuando creció, vivió y bailó rodeado de talentos del arte jondo como Farruco, él sigue nombrando al eterno compañero de Gingers Rogers cuando se le pregunta por la estrella que más le ha impresionado. "Fred Astaire. Es que lo vi y fue como ver una golondrina en el escenario", dice aún emocionado y encantado con el hecho de que el escritor Javier Pérez Andújar se refiriera a él una vez como el Fred Astaire gitano.
Por desgracia para él, es una de las pocas estrellas que no ha conocido. Porque Carrete de Málga vivió los años dorados de Torremolinos, los años en los que el Hotel Pez Espada reunía a lo más destacado de Hollywood, de la realeza o la política mundial. Allí veranearon Balduino de Bélgica, la emperatriz Soraya de Persia, Rainiero y Grace de Mónaco y se alojaban con asiduidad los duques de Windsor. Ante todos bailó él, muchas veces al son que le marcaba Chiquito de la Calzada,quienmucho antes de convertirse en una estrella de la televisión fue un cantaor avezado. "Yo empecé a bailar con mi propio grupo a los 16 años. Con él he ido yo por medio mundo y hasta actuamos para los reyes de España, Juan Carlos y Sofía pero cuando aún eran príncipes", explica recordando el día que danzó ante ellos en una fiesta privada en Torreblanca del Mar.
A pesar de lo pasado, asegura que ha sido un privilegiado. Y para darme un ejemplo, recurre a las mujeres que ha conocido. "¡Y con las que he bailado! A ver si no va a ser privilegiado que me pagaran por bailar y por sacara a bailar a señoras como Ava Gardner o Brigitte Bardot…Yo es que tengo cada historia, guapa mía…" Y vuelve a reír recordando los 20 duros que le daban representantes e incluso maridos para que pusiera a su vera a esas estrellas, que encantadas con la guasa, las copas y el ambiente, se arrancaban a seguirles los pasos a un bailaor conocido por su estilo singular, de bailarín a ratos, más que de bailaor, siempre a su aire.
"Yo vuelo, guapa mía, yo soy del aire y soy el mundo", suelta con ese decir poético que abandonapara contarme cómo llegó a Madrid separado de su primera esposa en el año 1962. "Con mis tres hijos chiquitos. Ninguna pensión quería acoger a un hombre solo con tres criaturas. Al final me metí en una pensión de la calle Atocha y me los dejaba allípara poder irme a trabajar al Tablao Villarosa".
En esa etapa de padre soltero bailó una noche en el Teatro Español ante un espectador que no era muy de su gusto. "Estaba Franco y eso no me gustó a mí mucho… ¡Porque a Franco no le gustaban los gitanos"", recuerda riendo pero a la vez enfadado. En Madrid conoció a su segunda esposa. "Sólo me duró seis años, pero tuvimos dos hijos… Se me fue tan pronto… Fue el peor momento de mi vida", cuenta un hombre que tuvouna tercera esposa y ahora va, a sus 79 años, camino de la cuarta. Porque Carrete además de presentar espectáculo en Madrid este mes de diciembre, prepara su cuarta boda para el 14 de diciembre. "Cómo te lo digo, guapa mía, que me caso otra vez… Llevamos 30 años juntos, es hora de formalizar lo nuestro", explica explotando en una carcajada un hombre que es padre de seis hijos, que bromea con el hecho de que quizás tenga más y que no sabe especificar el número de nietos. Cuando le insinúo que eso me suena a coquetería, cambia un poquito el tono y exhala: "No creas, guapa mía, si no lo sé es porque mi vida ha sido una vida rota".
Así que volvemos a hablar del escenario,y me habla de las ganas locas que tiene de volver a Madrid, de la ilusión que le hace subirse a las tablas del Fernán Gómez, aunque tenga un problemilla con la visita: "¿Qué temperatura hace en la capital, guapa mía? No me mientas, que lo único que me da miedo a mí es el frío..:" Y asi regresamos a la era y a los años en que en Málaga pedía por la calle muchas veces sin zapatos y siempre con una chaquetita que nunca era de su talla como único abrigo. "Pero me metía ahí y me olvidaba… Y veía bailar a Fred Astaire y pensaba que eso era lo que quería, volar bailando". Y lo logró. Por eso no hay que perderse sus manos, larguísimas, casi como garras. Ni sus largas piernas, con las que baila sentado igual de bien que de pie, ni ese bastón con el que se aúpa y marca el compás. Ya no está Chiquito para cantarle, ni muchos de los que lo acompañaron en su vida y su carrera, pero ahí sigue Carrete, con su baile sin escuela, con su estilo propio, con su vida a cuestas.
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