Así es Manuel García Castellón, el juez que pide investigar a Pablo Iglesias: amante de las novelas policíacas, motero y melómano

Cuenta el magistrado Manuel García Castellón a todo el que quiera escucharle que él siempre quiso ser juez instructor. Más, desde que siendo joven se aficionó a las novelas del comisario Jules Maigret que se inventó Georges Simenon y que fue la base de casi toda su literatura policíaca. Maigret, ese policía que, más que encontrar al asesino, quería entender sus razones y hurgar en el fondo de su alma, siempre presentaba sus casos a un juez instructor. García Castellón quería ser ese juez que trabajaba en el Palacio de Justicia de París, la histórica Conciergerie, cuyas escalinatas subía Maigret para encontrarse con él. Su sueño se cumplió: el magistrado español es hoy el juez de instrucción más antiguo de España y acabó trabajando en la capital del Sena cuando en el año 2000 fue destinado de enlace con Francia, en una época marcada por el terrorismo de ETA.

Para entonces, García Castellón, 67 años, ya había instruido el celebérrimo caso Banesto, la primera vez que investigó un caso sobre corrupción económica y política y que él recuerda como “durísimo de trabajar”. Terminó enviando a la cárcel a Mario Conde en las Navidades de 1994 tras interrogarle varios días, un episodio que conmocionó el mundo político y económico. El banquero fue condenado a 10 años de prisión, una pena que fue elevada por el Tribunal Supremo a 20 años. Quizá fue este, y el caso Jesús Gil contra el que abrió un procedimiento por delitos de estafa, apropiación indebida, falsedad y delito societario, el que le otorgaran la fama al magistrado en la Audiencia Nacional. Ahora vuelve a la palestra mediática por la Operación Tándem y su investigación al comisario Villarejo, caso en el que se incluye el caso Dina, que ha llevado al magistrado a pedir al Tribunal Supremo que investigue al vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. Precisamente es a su partido, Podemos, a quien señala el juez y su entorno por la campaña de amenazas y desprestigio que hoy mismo ha denunciado el magistrado haciendo referencia a un vídeo emitido por la formación morada donde se pone en duda la imparcialidad del juez y que ha suscitado una reacción en redes sociales contra su persona que incluye amenazas de muerte.

Orígenes en Valladolid

Para él, originario de Valladolid, dónde se inició como juez instructor, sus recuerdos más duros provienen de aquella primera etapa en la que tuvo que ocuparse de la violación y asesinato de Olga Sangrador, la niña de nueve años que murió a manos del autor confeso Juan Manuel Valentín Tejero. García Castellón expresó su tristeza el día que supo que Tejero había salido de la cárcel tras la anulación de la doctrina Parot. No se equivocaba: tiempo después era detenido y encarcelado de nuevo por abusar de una menor. El magistrado ha tenido que lidiar varias veces con reincidentes. El violador del ascensor le confesó: “Cuando salga, lo volveré a hacer”.

Ya en la Audiencia Nacional instruyó numerosos sumarios sobre ETA. Entre ellos, el asesinato de Miguel Ángel Blanco y el atentado contra el entonces líder de la oposición José María Aznar. Por su conocimiento en materia terrorista fue elegido magistrado de enlace con Francia y posteriormente en Roma para tratar de coordinar el trabajo antiterrorista con ambos países. Una época que recuerda como “muy dura, muy difícil, porque había que pelear cada centímetro. Al lado teníamos un santuario del terror, un país que acogía a los terroristas”. Aquellos 15 años fuera de su país, asegura, le han hecho apreciar si cabe más su tierra.

Hoy, este hombre amante de la música clásica, del ciclismo de montaña y de las motos se ocupa de nuevo en la Audiencia Nacional de los grandes temas de la corrupción: el caso Lezo y Púnica que han enviado a prisión a dos hombres claves de una época: los exconsejeros Francisco Granados e Ignacio González. Y ahora, tras la renuncia del juez de apoyo Diego de Gea, tendrá que asumir el caso del ex comisario Villarejo. Una investigación que ha seguido con cautela leyendo todo aquello que se publicaba y que desde hace algunos meses le tiene más que inquieto. Sabe que quizá es uno de los temas más peligrosos, enredados y difíciles que ha manejado la Audiencia Nacional. Se enfrenta de nuevo a una investigación que tienen visos de terminar afectando a la política, la judicatura, el mundo empresarial, policial y hasta la Casa Real. “Esto es más difícil que el 11M”, ha comentado a alguno de sus compañeros en la Audiencia Nacional. Estricto y trabajador, como dicen que es, tendrá que compenetrarse con los dos fiscales anticorrupción del caso, enfrentados a su a las decisiones que tomaba su predecesor, y a quienes apenas conoce. En su mano estará en breve si mantener o no en prisión al comisario Villarejo, soportar las continuas filtraciones y los audios que chantajean al Estado. Tendrá que ponerse de nuevo en la piel del juez instructor que, con su inseparable Maigret, trataba de entender qué pasaba por la cabeza del malo. El inspector sabía que era la única manera de atraparlo. Aunque luego, benévolo, siempre quería dejarlo libre.

Artículo publicado originalmente el 16 de diciembre de 2018 y actualizado.

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