Tras descubrir que su marido, Rogelio, tiene otra familia, Carolina habla con su hija, Arlete, y juntas deciden abandonarlo y comenzar una nueva vida en el centro de la ciudad de São Paulo, donde la hija tendrá más oportunidades de cumplir su sueño de ser modelo.
Allí, las recibe Hilda, quien les presenta a Darlene, una profesora que les alquila un cuarto y, además, consigue una beca de estudios. “No sé cómo vamos a poder pagarte todo lo que estás ayudándonos”, le agradecen las dos. Hilda cuenta a Carolina que tiene una gran deuda A la mañana siguiente, Arlete se incorpora a las clases y Guillermo y Eziel la reciben con un sonrisa, sobre todo el primero. En cambio, a la caprichosa Giovanna le incomoda la entrada de una chica con un evidente encanto natural y que puede quitarle la popularidad de la que goza.
Al volver a casa, la madre de Arlete la recibe con una gran noticia: “Ha llamado un tal Visky. Al parecer, mandaste unas fotos a su agencia y quieren verte”. Tan sorprendida como emocionada, da un salto de alegría: “¿En serio? Mamá, es una de los representante más importantes de Brasil”.
Esa tarde, Hilda comenta a Carolina que tiene una enorme deuda y que podrían echarlas de su casa. “La pagaremos entre todas. Yo acabo de conseguir un empleo en una clínica”, dice. La reunión con Fanny, la dueña de la agencia de modelos, no se hace esperar y, después de unas pruebas de pasarela y fotografía, anuncia a Arlete que está dentro: “A partir de ahora te llamarás Angel, mucho más sonoro y artístico”.
No solo la dueña se fija en la recién llegada. Cuando el multimillonario Alexandre Tiziano, propietario de una empresa textil, la ve desfilar se queda prendado de ella. “Quiero que venga esta noche al hotel”, exige a Fanny, que ruega a la modelo que al menos se presente. La experiencia del hombre hace que la inocente chica caiga rendida en sus brazos.
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