Una pájara en ‘Masterchef’

El minuto de oro del lunes fue para ‘Masterchef’. Más de 3.5 millones de espectadores vieron el resultado de la pájara que sufrió Saray con la perdiz que presentó como un cadáver poco exquisito a un jurado que la expulsó sin contemplaciones. La reacción de Jordi ante una presentación más propia de una autopsia que de un restaurante dejó pálido el recuerdo de la primera aberración culinaria del ‘talent’, el ya mítico ‘León come gamba’.

Saray se dedicó al adorno forense con una ira interior que salió a relucir en la entrevista que concedió a la web de RTVE: “Yo me dije, ya está, ¿que me quieren joder aquí a tope concursantes, jurado y todos? Digo, ahora se va a cagar la perra. ¿Que me queréis poner aquí quitando plumas como una perra? No, no, no. Qué queréis, ¿que haga el pajarraco puteada ante todos? Pues toma, pajarraco vivo pa ti”.

Su respuesta es digna de concursante de ‘reality’, pero de otra cadena: ella, gitana y trans, es carne de ’Supervivientes’ o ‘GH VIP’, donde alimentaría tramas con su afán por generar conflicto. Dio mucho juego lanzando cuchillos pero poco en los fogones.

Fue, como bien reconoció Jordi, un error de casting, porque se presentaron 28.000 candidatos con ganas de cocinar pero eligieron a quien buscaba montar el pollo. Y el pollo, a la Pantoja o no, no se monta en ‘MasterChef’. Fue carne de meme, provocó risas y arcadas, pero su plato fue un descrédito para un concurso en el que colaboran estrellas de la cocina.

En todas las ediciones nos hemos encontrado con concursantes de poco nivel que, sin embargo, conectan con el espectador: es normal que un programa combine el talento con los personajes que den juego. Al fin y al cabo, el ‘show’ necesita sal y pimienta, para desesperación de quienes quedan fuera. Pero una cosa es echar sal y otra, servir un cadáver a los postres.

Dar cera, pulir cera

A Pablo Motos le llevan dando cera una temporada. Que si el machismo, que si trata mejor a unos políticos que a otros, que si desperdicia la presencia de estrellas internacionales… Pero las críticas le llueven desde que ha insistido en incluir crítica política. También lo hace Buenafuente, todo hay que decirlo, y desde una sensibilidad distinta, pero es cierto que la apuesta chirría en un ‘show’ como ‘El hormiguero’.

Esta semana, Motos ha vuelto a ser TT por una pregunta a su nuevo compañero de cadena, Roberto Leal, que está grabando el nuevo ‘Pasapalabra’ y que se estrenará este mes. Como saben, para la prueba del ‘rosco’ es imprescindible hablar deprisa. Y muy claro. Christian Gálvez estuvo ensayando hasta dar con el truco, así que Pablo se interesó por cómo lo lleva Roberto… Y lo hizo con la pregunta: “¿Qué vas a hacer con el acento andaluz? ¿Lo vas a suavizar o lo vas a dejar?”. Como se imaginan, ardió Troya.

Roberto, curtido en directos, salió del entuerto con elegancia: “Creo que no tiene nada que ver el acento con la pronunciación o con la dicción (…) Me entienden perfectamente porque llevo 20 años trabajando el televisión (…) Si Antena 3 te llama es para que seas tú mismo y no un muñeco”. Un muñeco sin acento, faltó decir.

Es curioso lo de los acentos en un país con varias lenguas oficiales entre las que han encasillado al andaluz como propio de cómicos. Pero los hay que hablan muy en serio en andaluz. Y hay muchos gallegos o valencianos graciosos. Es tiempo de asumir que la televisión, como reflejo de la diversidad, debe respetar todos los acentos. Y ponerlos en valor.

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