Todo lo que le está saliendo mal a Beatriz de York en sus planes de boda con Edoardo Mapelli

El universo se ha puesto en contra de Beatriz de York. La boda de la hija mayor del príncipe Andrés y Sarah Ferguson, programada para el 29 de mayo, lleva varios meses sufriendo los efectos de los múltiples escándalos y polémicas que han azotado a la casa real británica este último año.

Las noticias del compromiso se difundieron por primera vez a mediados de agosto de 2019. Las sospechas se iniciaron debido a varias fuentes reales que filtraron a la prensa información sobre el amor de la pareja, menos de un año después de su primera aparición pública juntos. Y acertaron: apenas un mes después la boda se confirmaba, pero no fue hasta el pasado diciembre cuando supimos que finalmente el enlace tendría lugar en primavera. Solo la confirmación de la fecha se retrasó en el tiempo por varios motivos. Los medios británicos estuvieron especulando con un supuesto embarazo de la princesa Eugenia, que de haberse dado habría retrasado aún más la celebración, como le pasó a la princesa Margarita con Anthony Armstrong-Jones: tuvo que esperar a que su hermana diera a luz al príncipe Andrés para poder anunciar su boda. Afortunadamente esto no ha sucedido, pero ha habido otros sucesos que han eclipsado el feliz enlace de la mayor de las York.

Luego llegaron los escándalos familiares. El más cercano, el de su padre, el príncipe Andrés de York, relacionado con Jeffrey Epstein. Un asunto que tuvo su clímax mediático en noviembre, y desembocó en la decisión de los medios de no televisar el evento, algo que sí hicieron con su hermana. A eso se sumó la polémica de carácter económico. Un sector de la población empezó a cuestionar la fuente del dinero con el que se financiaría la boda, expresando su negativa a sufragar los gastos con dinero público. Así lo manifestaron las más de 14.000 personas que firmaron una petición en Change.org con ese propósito.

La polémica, pero también la expectación por la boda, fue eclipsada poco después por el siguiente revuelo: el de la marcha de Meghan y Harry. La confirmación de la fecha se retrasó hasta el pasado mes de febrero, cuando el escándalo de su padre se había mitigado y ya era demasiado tarde para esperar a que el reciente anuncio de independencia de los Sussex dejara de acaparar portadas.

Mientras tanto, los detalles sobre el enlace continuaron filtrándose poco a poco, desmentidos mediante. Antes incluso del anuncio del compromiso, Sarah Ferguson estuvo visitando una fabulosa villa italiana, la villa Cetinale, que acaba de ser reformada para acoger eventos a la altura de la magnitud de la boda de una princesa. La noticia se dio a conocer debido a una indiscreción de su chófer, que etiquetó la ubicación de Ferguson en Instagram, para después borrarla. Ferguson comenzó a protagonizar titulares, de la misma forma que su hija. Algunos expertos con fuentes reales comenzaron a apuntar el hecho de que hace años de que la reina Isabel no coge un avión para salir de Gran Bretaña, por lo que una boda sin la reina no tendría sentido. Ante la polémica desatada, Ferguson más tarde confirmó: “solo puede ser en Gran Bretaña”.

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Al final, de la misma forma que el lugar, la única que podía decidir la fecha de la boda era la reina Isabel II. La monarca habría estado informada de la situación desde el principio y le habría dado el consentimiento a su nieta, aunque por su posición en la línea de sucesión no lo necesitara. Incluso hubo rumores de la presencia de Edoardo en Balmoral, lugar en el que Isabel II pasa sus vacaciones de verano, con la intención de estrechar lazos con la familia.

Después de darle su aprobación y tras todos los imprevistos que sufrió, Isabel II le concedió el honor, a la que es una de sus nietas favoritas, de celebrar la recepción de sus invitados en el lugar más icónico de la monarquía británica: el palacio de Buckingham, tras la misa en el palacio de Saint James. Una distinción que su hermana Eugenia no tuvo, pero tampoco Meghan y Harry. Eso sí, la reina sabe que Beatriz no es una senior royal y no le ha concedido la abadía de Westminster –los últimos en casarse allí fueron Kate Middleton y el príncipe Guillermo–.

Ahora que parecía que con la salida definitiva de los duques de Sussex la situación dejaría de centrarse en la emancipada pareja y la princesa Beatriz tendría todo a su favor, nos encontramos ante una situación insólita en los tiempos que corren que está afectando al mundo entero. Sí, hablamos del coronavirus. Las medidas y protocolos de seguridad se van extremando en los países afectados de forma más grave por esta situación. Italia, el país de procedencia de Edoardo y en el que reside gran parte de su familia –particularmente en Lombardía, foco de la expansión del virus en la región–, se encuentra ahora mismo en cuarentena.

La boda está agendada para el próximo 29 de mayo. Una fecha para la que todo el mundo espera que Italia se haya recuperado y los días de cuarentena hayan quedado atrás. Si esto no fuera así, los familiares de Edoardo no podrían asistir al evento, lo que seguramente retrasaría la celebración. Siguiendo la evolución de la pandemia, ya de nivel global según la OMS, no se podría descartar la posibilidad de que la cuarentena afecte también a Reino Unido en fechas cercanas al enlace.

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